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Esta captura de pantalla de la película de Al Jazeera “7 de octubre” muestra un edificio en Israel que parece haber sido dañado por armamento israelí después de la incursión de Hamás (captura de pantalla de Al Jazeera).
Un nuevo documental revela cómo las acusaciones falsas e incendiarias se abrieron camino en los medios de comunicación dominantes
Forense. Sobrio. Clarividente. Escrupuloso. La unidad de investigación de Al Jazeera ha producido una película que cuenta la historia de lo que realmente ocurrió el 7 de octubre.
Este documental autorizado no duda en detallar las atrocidades y crímenes de guerra llevados a cabo por Hamás. Pero muestra más allá de toda duda razonable que muchos de los escabrosos relatos que surgieron de fuentes israelíes eran falsos.
Las historias profundamente incendiarias, ya fueran denuncias de violaciones masivas o de decapitaciones y quemaduras de bebés, no estaban respaldadas por pruebas o eran mentiras directas. Sin embargo, prepararon el camino para el salvajismo asesino del subsiguiente ataque israelí contra Gaza, que ha sido descrito por la Corte Internacional de Justicia como un genocidio plausible.
Al Jazeera analiza minuciosamente cómo estos relatos pasaron a ser de dominio público. Esto implica una mirada sostenida a Zaka, la unidad de respuesta de emergencia de Israel formada por paramédicos capacitados que se ocupan de episodios terroristas y homicidios.
Al Jazeera muestra cómo Zaka dio detalles de atrocidades que nunca ocurrieron, incluidos bebés quemados y decapitados, que aparecieron en los titulares de todo el mundo y fueron utilizados por Israel para obtener el máximo efecto propagandístico para ganarse la simpatía.
Un empleado de Zaka, Yossi Landau, dijo a los periodistas que Hamas quemó vivos “dos montones de 10 niños cada uno” en una casa en el Kibbutz Be'eri.
Los medios de comunicación se abalanzaron sobre este relato, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, repitió una versión en una conversación con el presidente estadounidense Joe Biden: “Se llevaron a decenas de niños, los ataron, los quemaron y los ejecutaron”.
Pero como muestra Al Jazeera, estos relatos eran falsos. Un examen de la lista de muertos mostró que dos gemelos de 12 años murieron trágicamente cuando la policía y los soldados irrumpieron en la casa de Be'eri, pero no había otros niños en ese lugar, señala el documental.
De manera más general, la lista revela que dos bebés murieron el 7 de octubre. Uno murió cuando una bala atravesó una puerta, mientras que el otro murió tras una cesárea de emergencia después de que su madre recibiera un disparo. Ninguno fue quemado ni decapitado.
Al Jazeera también muestra que no hay pruebas serias que respalden las acusaciones de violación generalizada y sistemática, exponiendo los hechos conocidos antes de citar a la abogada británica Madeleine Rees de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, quien dice: "Nada de lo que he visto presentado hasta ahora sugiere que [la violación fue] generalizada y sistemática”.
Se trata de un informe serio, mesurado y vital. Plantea un punto interesante y significativo: ¿por qué se dejó en manos de Al Jazeera realizar este trabajo?
¿Por qué no pudo haberlo hecho la BBC? ¿ITN? ¿ Sky News? ¿La famosa unidad de investigación del Sunday Times? ¿Tabloides de campaña como el Daily Mail o el Daily Express? ¿O periódicos de gran tirada como el Times de Londres?
La respuesta podría ser simple: los principales medios de comunicación del Reino Unido han desempeñado un papel importante en la promoción y respaldo de relatos israelíes inventados del 7 de octubre. El Express, el Daily Mail, el Times, el Independent y Metro publicaron artículos en primera plana amplificando las afirmaciones israelíes sobre 40 bebés muertos. La portada del Daily Mail decía: “Esto fue un holocausto puro y simple”.
Incluso cuestionar estos aterradores relatos generó acusaciones de mala fe. Según un titular del Telegraph : “Israel no debería haber tenido que demostrar que Hamás masacró bebés”.
Los primeros informes sobre bebés quemados y decapitados presentaban a Hamás como bárbaros infrahumanos, comparables al Estado Islámico.
Estos informes podrían usarse para justificar el propio salvajismo de Israel hacia la población palestina de Gaza. "Escucho los llamados a un alto el fuego", dijo el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Eli Cohen, en las Naciones Unidas. “Dígame, ¿cuál es una respuesta proporcional por matar bebés? ¿Por violar a mujeres y quemarlas? ¿Por decapitar a un niño? La respuesta proporcional a la masacre del 7 de octubre es la destrucción total, la destrucción total, hasta el último miembro de Hamás”.
En palabras del senador republicano estadounidense Marco Rubio: “No creo que se pueda esperar que Israel coexista o encuentre alguna salida diplomática con estos salvajes”.
Según el investigador Marc Owen Jones, citado en la película de Al Jazeera, “la violencia sexual y otras formas de violencia se están utilizando como armas para deshumanizar al enemigo, y la deshumanización es importante en los conflictos. ¿Por qué? Porque la deshumanización reduce el umbral por el que se está dispuesto a atacar o dañar a otro grupo de personas. ¿Y cómo lo haces? Los ves como infrahumanos".
Esta película de Al Jazeera hace mucho más que simplemente corregir el registro de los acontecimientos del 7 de octubre. También plantea serias preocupaciones sobre el hecho de que los medios británicos no cuestionen la narrativa israelí.
Se ha dejado enteramente en manos de medios no convencionales ejercer el escrutinio y el escepticismo y comportarse como periodistas profesionales. Vamos a nombrarlos: Grayzone, Intercept, Electronic Intifada han hecho un excelente trabajo, ¡Sí! Magazine, Mondoweiss y, en cierta medida, el periódico israelí Haaretz.
Mientras tanto, los principales medios de comunicación británicos se han expuesto a la acusación de haber sido cómplices de la deshumanización de los palestinos, lo que a su vez ha abierto el camino a lo que cada día parece más un genocidio en Gaza.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.
Peter Oborne
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