Ser moderno es aceptar aquello que debes rechazar; adaptarse al mal en lugar de resistirlo.
Ser moderno es haber sido fundido y vertido en el molde de otra persona.
Ser moderno es haber olvidado cómo recordar.
Ser moderno es estar más desapegado de la naturaleza, más indefenso, más dependiente, más derrochador, más destructivo, más miope de lo que nuestros antepasados jamás hubieran podido imaginar y, sin embargo, sentirse orgulloso de uno mismo y de su época.
Ser moderno es preferir el artificio a la organicidad, la superficie a la profundidad, la cantidad a la calidad.
Ser moderno es haber absorbido tantos hechos sin sentido que ya no queda espacio en la cabeza para conocimientos significativos.
Ser moderno es darle la espalda al sentido común y conformarse a la locura colectiva.
Ser moderno es estar convencido de que todo cambio es necesariamente bueno y negarse a reconocer el instinto que te dice lo contrario.
Ser moderno es estar en casa tanto en todas partes como en ninguna; ser alguien y nadie; estar todavía vivo y ya muerto.
Paul Cudenec