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Le blog de Contra información


La desurbanización o la reconquista del yo y la libertad

Publié par Contra información sur 11 Août 2023, 12:08pm

La desurbanización o la reconquista del yo y la libertad

Confesiones de un cristiano optimista

El siguiente artículo fue escrito hace casi tres años, pero me parece que sigue siendo relevante actualmente. Lo seleccioné para mi próximo libro "La caída del liberalismo a la tecnocracia. Notas de un disidente bajo el Nuevo Orden Mundial".

Hoy no voy a abordar directamente el tema incendiario que asola el mundo entero desde marzo de este año. Aquellos de ustedes que debían entenderlo, ya han comprendido lo que está en juego en esta especial operación mundial, revestida de pretextos médicos. Y aquellos de ustedes que no han aceptado toda la historia de la llamada pandemia, me temo que nunca despertarán de su letargo. Seguiré refiriéndome a las causas profundas que determinaron la eficacia de la manipulación y la toma de control de pueblos enteros a escala planetaria. Se trata de desarraigo, ruptura con el medio natural, desruralización del mundo en favor del industrialismo, el productivismo, la concentración y masificación de los desposeídos y proletarizados en las nuevas aglomeraciones urbanas. Toda la historia económica de los siglos anteriores, combinada con la era moderna, ha significado no sólo la liquidación de la civilización rural tradicional, sino también la supresión de la independencia alimentaria, de la fe y de todo el sistema axiológico de este mundo.

Cabe señalar de paso que los regímenes comunistas, al igual que los regímenes liberales en Occidente, han logrado inocular un desprecio generalizado por la condición campesina y, al mismo tiempo, una admiración incondicional por todo lo que tiene que ver con la ciudad, con todas sus prerrogativas de civilización supuestamente superior. La huida de los pueblos a las ciudades se extendió por todo el mundo. De ahí ha surgido el fenómeno del odio a sí mismo, la negación de la propia identidad social, cultural y religiosa, la obsesión por abandonar el pasado rural en favor de un futuro urbano. En todos los continentes, la mente colectiva está profundamente marcada por la percepción de la aldea como algo inferior, atrasado, arcaico y, por tanto, detestable en comparación con la ciudad. La "religión del progreso" y la fascinación de la ciudad nos seducen irremediablemente con la ilusión de ascender a un escalón social superior que proporciona una "autoestima" exagerada y una vida más fácil.

Paso a paso, década tras década, hemos pasado de ser pueblos con identidad propia a ser masas despersonalizadas. Y una vez reunidos en grandes aglomeraciones urbanas, nos hemos convertido en una masa de maniobra para los manipuladores de las sombras, para los amos del dinero, para los que ahora nos preparan para el encarcelamiento permanente en un campo de concentración mundial bajo la tiranía tecnocrática.

Estas reflexiones me vinieron a la mente mientras leía un libro del filósofo francés Jean-Claude Michéa, "La double pensée. Retour sur la question libérale" (2008), que constituye una poderosa crítica de todos los excesos del liberalismo cultural, político y económico, es decir, del manto ideológico que cubre el sistema capitalista. El título se inspira en el término Doublepensée (Doblepensar) utilizado por George Orwell en su famosa novela-antiutopía "1984".

He extraído de este volumen sólo unas líneas de una nota que me pareció muy apropiada para el momento crítico que estamos viviendo. Si comprendiéramos toda la dimensión apocalíptica de los tiempos actuales y las terribles pruebas que nos esperan, correríamos tan rápido hasta a donde nos llevarían  las piernas, sin mirar atrás, desde estas cárceles al aire libre que son las ciudades hasta las aldeas de las que nosotros mismos o nuestros padres salimos. Esta es, pues, la nota de este libro:

"Este siglo será el de la sobreurbanización total (en el sentido de comercialización total, informatización total, desarraigo total...). Las ferias y las ciudades eran relativamente viables, humana, histórica e intelectualmente, mientras dependían de los pueblos y la naturaleza que las rodeaban. Pero la sobreurbanización tiende a concentrar las poblaciones desvinculándolas de sus bases anteriores (alimentarias, biológicas, sociales, históricas, culturales, espirituales...) También podríamos hablar de un acaparamiento generalizado de tierras (...) Como sabéis, no tengo recetas mágicas, ni mucho menos programas precisos, pero creo que estaréis de acuerdo conmigo en que es imperativo buscar y explorar algunas vías (...).

Para empezar, defendamos todo lo que aún no ha sido destruido, desfigurado, envenenado o erradicado... Pensemos en una cierta reconquista (que será también una aventura fantástica) basada en lo local, su geografía, su historia. El futuro pertenece a los pueblos, no a las megapolicías, ni a los pueblos-dormitorios (es decir, los suburbios donde los habitantes de las ciudades suelen trasladarse al final de la jornada laboral -observación mía...). Reconquista cuyo corolario inevitable es la desurbanización, no tanto para recuperar ciudades (muchas de las cuales han sido bellas y emancipadoras) y pueblos, sino para reocupar espacios y ecosistemas en ruinas" (p. 188).

Esta cita es tomada por nuestro autor de un artículo de otro autor, Jean-Pierre Courty.

Para concluir, les invito a considerar lo siguiente. La situación mundial es desastrosa. Todo está a punto de derrumbarse en un caos generalizado y bien orquestado. El mundo se dirige hacia un colapso económico total, que conducirá al desempleo masivo, la hambruna y la violencia de las fuerzas por parte de las fuerzas del terror estatal y las bandas criminales que siempre surgen en tiempos revueltos. Una gran crisis alimentaria es inevitable. Y eso significa hambruna

Y sólo los ingenuos siguen viviendo con el ayer, con la ilusión de que la crisis actual es pasajera y reversible y que todo volverá más o menos a la normalidad. Pero cualquier interpretación en profundidad, ya sea teológica (¡que es lo más importante en cualquier circunstancia!), geopolítica, política o económica, derriba completamente estas ilusiones.

Nos esperan grandes sufrimientos y persecuciones, cataclismos y desastres de todo tipo. Por eso, quienes quieren resistir, luchar por sí mismos y por sus familias, por sobrevivir, no tienen más remedio que asumir la condición de supervivientes. No por juego estúpido o para hacer el ridículo, sino porque no aceptan la condición de ganado conducido al matadero por la mafia globalista y sus cómplices en los gobiernos (anti)nacionales.

El lema de cualquier persona cuerda debería ser, por tanto, "Volvamos a los pueblos".

Los verdaderos rebeldes, los verdaderos inconformistas, los verdaderos personajes no se dejarán pisotear y conducir a vacunaciones forzosas y microchips impuestos.

Ahora es el momento de elegir el trigo de la paja.

Iurie Roșca

telegra.ph/

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