La magia moderna ya no se practica con pentáculos e incienso: se opera por la imagen. La atención colectiva, capturada por imágenes fuertes, enfoca una energía mental y emocional capaz de cristalizar eventos.
Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 son un claro ejemplo de "programación predictiva": símbolos extrañamente similares al período del COVID-19 fueron escenificados allí, años antes de la pandemia. A través de las películas, los medios de comunicación y las grandes ceremonias mundiales, se infunden escenarios en el inconsciente colectivo, generando égregores poderosos que influyen en la manifestación de lo real
En la física cuántica se reconoce que el observador influye sobre la materia. Lo que vemos, lo que se anticipa, tiende a materializarse. Así, las imágenes y los relatos que consumimos no son anodinos: contribuyen a "congelar" ciertas realidades concentrando la energía colectiva hacia su realización.
Los égregores así creados actúan como entidades energéticas autónomas, alimentadas por el pensamiento colectivo. Por eso los medios de comunicación y las industrias culturales dirigen masivamente la atención de los pueblos hacia crisis, miedos e imágenes violentas. Es una forma de magia negra moderna, desplegada a gran escala.
La energía de los egregores es alimentada por la focalización colectiva en imágenes repetidas. Cuanto más se dirige la atención, mayor es la probabilidad de que el evento se manifieste en el mundo material. Esta concentración energética actúa sobre la estructuración misma de la materia, como si la imagen, por la repetición y la emoción colectiva que suscita, densificara la posibilidad de su aparición en lo real.
Esta comprensión coincide con los descubrimientos de la física cuántica: la materia se comporta como una onda mientras no es observada, pero se "congela" en partículas cuando se realiza la observación. Las imágenes, difundidas en masa, se convierten en vectores de observación colectiva, solidificando así potencialidades específicas en detrimento de otras.
Esta comprensión se encuentra con los descubrimientos de la física cuántica: la materia se comporta como una onda mientras no es observada, pero se "congela" en partículas cuando se realiza la observación. Las imágenes, difundidas en masa, se convierten en vectores de observación colectiva, solidificando así potencialidades específicas en detrimento de otras.
Así, la focalización de la atención mundial actúa como una magia moderna: la creación intencional de una realidad a través de la concentración de la energía mental y emocional de las masas. Alimentamos la matriz de nuestros pensamientos, investigaciones y visiones. A través de nuestras creencias y expectativas, permitimos que los escenarios propuestos se realicen y transformen nuestra vida cotidiana.
El dragón duerme en la mente: la energía creativa está dentro de nosotros, y lo que elegimos alimentar construye la realidad tangible que nos rodea.
La programación predictiva: crear para hacer creer
La programación predictiva no es una simple herramienta narrativa. Anticipando catástrofes, pandemias o cambios sociales en las ficciones, las élites implantan "gérmenes" en la conciencia colectiva. Cuando el evento ocurre, es automáticamente aceptado por el público en general, ya que el subconsciente ya ha integrado el escenario como posible, incluso inevitable.
Los grandes grupos de comunicación, Hollywood, las plataformas de streaming y los videojuegos son los nuevos templos donde se practica esta magia a cielo abierto.
Conclusión: Recuperar el control de la atención
La verdadera revolución comienza con la reapropiación de nuestra atención. Rechazar las imágenes tóxicas, cuestionar las versiones oficiales y buscar activamente diversas fuentes son actos de liberación.
Comprender los mecanismos de manipulación históricos, científicos y mediáticos nos permite salir de la matriz impuesta. El conocimiento puede volver a ser una herramienta de emancipación si se maneja con discernimiento.
Somos los constructores de la realidad que observamos colectivamente. Alimentamos la matriz, la red, de nuestros pensamientos, nuestras investigaciones y nuestras visiones. Entonces se realiza y transforma nuestra vida cotidiana. Les damos la energía necesaria para su realización. El dragón duerme en el espíritu, que es su morada.