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Hoy disfrutaremos de fuegos artificiales y discursos que celebrarán nuestra liberación de los británicos a finales del siglo XVIII. Es una celebración falsa, porque nos han arrebatado muchas de nuestras preciadas libertades, descritas en la Constitución, y en lugar de los británicos tenemos un nuevo amo: Israel, un amo que nos domina cada año.
En el siglo XXI, hemos destruido varios países para Israel, financiado y proporcionado armas y apoyo diplomático para el genocidio israelí de Palestina, y celebrado con ovaciones en el Congreso estadounidense al líder israelí acusado de asesinato en masa. El presidente Trump habla del asesino en masa como si fuera la persona más grande del mundo. Estados Unidos aún podría verse obligado por Israel a entrar en guerra con Irán.
Estados republicanos como Florida y Texas han aprobado leyes contra los ciudadanos estadounidenses que hablan o actúan en contra de Israel. No existen leyes similares que protejan a los estadounidenses no judíos de las palabras y protestas políticamente incorrectas. Las universidades estadounidenses han perdido la capacidad de autogobernarse ante el lobby israelí. Este lobby logró infiltrarse en una universidad católica y bloquear la titularidad de Norman Finkelstein, judío él mismo, y en la Universidad de Illinois para cancelar la titularidad otorgada a Steven Salaita.
Los rectores de universidades de la Ivy League fueron llevados ante el Congreso de Estados Unidos y reprendidos por no impedir que los estudiantes protestaran contra el genocidio israelí de los palestinos. Algunos fueron obligados a dimitir. Se impuso en las universidades la norma de que los estudiantes que protestaran contra Israel debían ser suspendidos o expulsados. Si eran estudiantes extranjeros, eran detenidos y deportados.
Los cristianos sionistas adoran a Israel, no a Cristo, y están adoctrinados con la convicción de que el propósito de Dios para Estados Unidos es servir como protector de Israel.
Los británicos nunca tuvieron tanto control sobre su colonia estadounidense. Lejos de ser un pueblo libre e independiente, los estadounidenses son la marioneta punk de poca monta de su amo israelí. ¿Quién nos liberará de Israel?
Paul Craig Roberts
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