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Le blog de Contra información


Cómo la élite globalista está perdiendo su motor...

Publié par Contra información sur 10 Février 2025, 17:19pm

Cómo la élite globalista está perdiendo su motor...

Desde hace varios años, poco a poco se ha ido instalando en el aire un sentimiento de profundo malestar, una especie de desintegración progresiva de lo que creíamos que eran certezas. Con cada gran acontecimiento parece añadirse una nueva capa de manipulación, y lo que parecían verdades inmutables empiezan a resquebrajarse bajo el peso de la opacidad, los secretos de Estado y las mentiras difundidas por los que están en el poder. Estas verdades, o más bien lo que queda de ellas, están ahora cubiertas por una marea de manipulaciones globales que vienen desde arriba, orquestadas por una élite insensible, que actúa en las sombras para sofocar cualquier forma de disenso.

Pero hoy, un hombre, Robert F. Kennedy Jr., ha roto ese silencio, arrojando finalmente luz sobre un lado más oscuro y siniestro de la historia contemporánea. Reveló la participación directa de USAID en el brote y la gestión de la pandemia de COVID-19, un papel mucho más complejo y maquiavélico de lo que se podría haber imaginado inicialmente. Lo que se pensaba que era una simple pandemia mundial diseñada para enriquecer a los accionistas de las compañías farmacéuticas es en realidad sólo un engranaje de una red mucho más grande e intrincada que une gobiernos, agencias internacionales, poderes financieros y medios de comunicación subordinados. Todos estos actores trabajaron juntos, no para salvar vidas, sino para manipular la opinión pública y mantener su control malsano sobre todo el planeta.

Lo que nos revela va mucho más allá de lo que pudiéramos imaginar. Y, aún así, tenemos la imaginación fértil. Así, la USAID, lejos de ser la simpática agencia humanitaria estadounidense que nos habían presentado, en realidad era sólo un instrumento en un juego global de manipulación y malversación de los fondos de los trabajadores para subsidiar a multimillonarios y sus proyectos eugenésicos. Lejos de limitarse a una simple ayuda a los países en desarrollo, esta agencia también ha financiado laboratorios biológicos arriesgados, que operan en total opacidad, inyectando millones, incluso miles de millones de dólares en proyectos de investigación oficialmente vinculados a la pandemia, pero sobre todo vinculados a la destrucción del mundo tal como lo conocíamos gracias a ONGs y fundaciones todas ellas vinculadas al FEM. Estas inversiones no tenían como objetivo mejorar la salud pública mundial, sino manipular la situación en su beneficio, creando un caos controlado que les permitiera consolidar su poder. USAID financió a más de 6.200 periodistas en 707 medios de comunicación y 279 ONGs de medios, incluidos nueve de cada diez medios de comunicación en Ucrania.

Esta es una demostración pura y simple de la capacidad de la élite para reescribir la realidad, moldear a los individuos, manipular la historia y obligar a poblaciones enteras a aceptar una versión fabricada de la verdad. Un gobierno socialista-centrista que, lejos de intentar sacar a Francia del coma económico, prefiere jugar la carta de la distracción. Para él, basta con repetir incansablemente: "¡Circulen, no hay nada que ver!" "La negación de la realidad se convierte entonces en la firma de nuestros dirigentes, que pretenden ser "responsables" mientras se esconden detrás de su inacción. La situación es clara: la comunidad de inteligencia francesa, los agentes de poder dentro de la Unión Europea y las élites financieras globalistas están en un estado de pánico palpable. A medida que aumenta la evidencia de su manipulación y corrupción, luchan para limitar el daño antes de que derribe todo su imperio. La verdad, que cada vez sale a la luz más a menudo, amenaza con derribar el castillo de naipes sobre el que se sustenta su dominio. Las maniobras para encubrir esta verdad se están intensificando, pero la pregunta sigue siendo: ¿podrán enterrar esta realidad antes de que destruya todo lo que han pasado décadas construyendo?

La élite, otrora omnipotente y omnisciente, está perdiendo gradualmente su control. La era digital, con sus canales de información incontrolables, ha cambiado radicalmente la situación. Tergiversar la información ya no es una opción y las filtraciones son cada vez más frecuentes. El antiguo monopolio de la información, en manos en gran medida de los medios tradicionales, se está desmoronando. Investigadores independientes, audaces y decididos están descubriendo nuevas formas de revelar la verdad, desenmascarar manipulaciones y romper el silencio impuesto por los poderes fácticos. El poder globalista, consciente del peligro, está tratando de cerrar las puertas a esta creciente verdad, pero ¿será lo suficientemente rápido para detener el efecto bola de nieve que está provocando? Es difícil decir si la élite podrá mantener su control o si este influjo de resonancias genuinas marcará el fin de su dominación. Lo que sí sabemos es que se está desarrollando algo monumental, un proceso que tiene lugar en los niveles más altos de la estructura de poder global, y el gobierno francés está en el centro de ello, bajo los hedores de la pedocriminalidad.

Macron, como un peón en este juego de ajedrez geopolítico, fue instalado por la misma élite financiera que orquestó programas de ingeniería social en todo el mundo. La Agenda 2030 y el Nuevo Orden Mundial serían entonces sólo parte de un plan más amplio, apoyado por grupos secretos como la Trilateral o Bilderberg, organizaciones que promueven ideologías que desafían la moral y el orden tradicional, como el aborto generalizado y la sexualidad desenfrenada. Estas estructuras secretas y sus agendas globales son la piedra angular de la manipulación psicológica orquestada a escala global.

No debemos limitarnos a denunciar la corrupción de una élite global, porque es también un llamamiento a la conciencia colectiva. La verdad que estamos descubriendo, aunque inquietante, no es sólo una noticia para digerir; Debería animarnos a reflexionar colectivamente sobre el rumbo que está tomando nuestra sociedad y el control que estas fuerzas estatales, estas instituciones legales y estos políticos corruptos que hemos visto en la escena mediática durante décadas ejercen sobre nuestras vidas. Porque detrás de la falsa pandemia, detrás de la USAID y otras agencias como ellas repartidas por todo el mundo, se esconde un malvado sistema global, una red de chantaje y corrupción que busca sistemáticamente sofocar la verdad, manipular a las masas y destruir cualquier forma de resistencia.

La ética periodística en Francia, si bien todavía existe en una forma degradada, es hoy aproximadamente el equivalente a los derechos humanos en Corea del Norte. En este país donde la libertad de expresión ha sido durante mucho tiempo un pilar fundamental, ya no es un secreto para nadie que los periodistas, lejos de poder ejercer su profesión con total independencia, se ven a menudo obligados, a cambio de finanzas y subvenciones, a someterse a los dictados de los poderes económicos y políticos que mueven los hilos. Una verdad incómoda que se refleja en la sumisión de los medios tradicionales, que se han convertido en obedientes relevos de las narrativas impuestas por la élite gobernante. La independencia periodística, antaño garante del equilibrio democrático, se ha transformado en una ilusión bien mantenida, pero que cada vez se contradice más con la realidad. Como en un estado de censura totalitaria, las verdades incómodas son reprimidas, las voces disidentes son silenciadas y el papel de los medios de comunicación ahora se reduce al de propagandistas obedientes. Esta manipulación de la información está sutilmente orquestada, pero también tremendamente efectiva.

Al mismo tiempo, el mundo entero está siendo testigo de la criminalización sistemática de la disidencia. La libertad de expresión, otrora sacrosanta, es vista cada vez más como una amenaza que debe eliminarse. Los gobiernos de todo el mundo, bajo el pretexto de proteger a la sociedad, han encontrado en las empresas tecnológicas valiosos aliados en su guerra contra las ideas disidentes. La Ley de Servicios Digitales, un proyecto legislativo adoptado por la Unión Europea, otorga a los gobiernos un poder sin precedentes para cerrar, censurar y manipular contenido en línea que consideren indeseable. Pero este fenómeno no se limita únicamente a las fronteras europeas. El Centro para Contrarrestar el Odio Digital (CCDH), un grupo financiado por intereses vinculados a la inteligencia británica, ha sido una de las fuerzas impulsoras de esta censura global, presionando a las empresas para que censuren el discurso considerado “odioso” o “peligroso”. ¿Pero quién juzga?

Se está gestando así una auténtica conspiración global destinada a juzgar, reprimir y criminalizar la libertad de expresión, una conspiración que implica compromisos bilaterales con más de 20 países y está cuidadosamente coordinada por instituciones como la OTAN y el G7. Detrás de este proyecto global de represión está el deseo de mantener el control sobre la opinión pública y silenciar cualquier voz discordante que se exprese en las plataformas digitales. Un control sin precedentes sobre las ideas, la información y, en última instancia, la realidad misma.

A nivel nacional, un fenómeno similar se viene desarrollando desde hace un cuarto de siglo. Francia, antaño pilar económico de Europa, se ha dejado progresivamente engullir por sucesivas reformas y decisiones políticas que, lejos de mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, han contribuido a un lento deterioro del tejido social, económico e incluso moral. Este proceso fue orquestado por líderes corruptos como Sarkozy, Hollande o Macron y mucho antes que ellos el inmundo Mitterrand, quienes, ya fueran de derecha o de izquierda, dieron paso a un sistema tecnocrático, usurero, malvado y desconectado de la realidad de la gente. Estas reformas, presentadas bajo el falso pretexto de la modernización o de la necesidad, en realidad han minado progresivamente todos los fundamentos del modelo francés, desde la soberanía hasta la posibilidad de empresa, debilitando las conquistas sociales mediante una inmigración invasiva y destruyendo sectores enteros de nuestra economía con reglas absurdas de la mafia europea.

Los servicios públicos, que se supone son la piedra angular del Estado, se han derrumbado bajo el efecto de una política de austeridad implacable, acompañada de privatizaciones y cierres masivos de infraestructura. Excepto la CAF que, como la USAID en Estados Unidos, permite robar los ahorros de los franceses para pagarlos a los invasores clandestinos traídos en masa por ONGs subvencionadas. La desigualdad ha crecido a un ritmo asombroso y la escala social, otrora fuerza impulsora de la movilidad social, ha quedado completamente destruida. Todo esto en un contexto donde la justicia y la democracia, supuestamente garantes de nuestra libertad, se han convertido en herramientas de manipulación al servicio de poderes invisibles, que trabajan en la sombra y utilizan a las milicias, todavía llamadas "policías" por ciertos idiotas ciegos, para mantener su control sobre el país mientras nos despojan de nuestras propiedades para financiar a estos traidores "funcionarios públicos". Además, el impuesto sobre la renta se creó para satisfacer las necesidades de financiación derivadas de la Primera Guerra Mundial y para mejorar la tributación en general. Y fue en 1917 cuando se promulgaron leyes para aumentar los ingresos del impuesto sobre la renta.

En realidad, los políticos de las últimas décadas, ya sean socialistas, republicanos o centristas, han sido todos cómplices de esta gran destrucción, llevando a Francia a un punto sin retorno. Han privilegiado sistemáticamente los intereses extranjeros y los imperativos económicos globales, al tiempo que se distancian de las necesidades básicas de un pueblo otrora poderoso y soberano. Estas reformas, lejos de ser avances para la nación, han actuado sobre todo como un veneno lento, haciendo al país cada vez más dependiente de estas fuerzas externas, anglo-estadounidenses-sionistas, en detrimento de su autonomía y soberanía.

Bajo la influencia sucesiva de presidentes que practican la alta traición con deleite, cada vez más sujetos a los dictados del Estado profundo angloamericano y de los lobbies financieros, Francia ha visto su poder concentrado en manos de una élite pseudotecnocrática tan desconectada como degenerada. Los sindicatos se han visto debilitados, los partidos tradicionales se han desestabilizado y los movimientos sociales han sido cuidadosamente sofocados por una serie de leyes represivas, apoyadas por una violencia policial sin precedentes y un sistema de justicia corrupto. En este contexto, estos políticos nauseabundos han puesto el destino del país en manos de delincuentes de cuello blanco, mucho más preocupados por las directivas europeas y las grandes maniobras económicas mundiales que por las necesidades reales de los ciudadanos franceses de crear las condiciones de un futuro viable.

Este proceso de deconstrucción económica y social, que se originó en la década de 1980, ha hecho que la competitividad de Francia se deteriore lenta pero inexorablemente. Las industrias se trasladaron a países de bajos costos, mientras que las fábricas cerraron y los empleos manufactureros desaparecieron y el desempleo aumentó para reducir los salarios. El país, antaño orgulloso de su saber hacer manufacturero, se ha vuelto cada vez más dependiente de los sectores servicios y terciario, con todas las consecuencias que ello implica en términos de precariedad y dependencia económica. Las cifras lo confirman y Francia, que hace 30 años se jactaba de ser el motor económico de Europa, hoy sólo es una sombra de lo que fue.

Sin embargo, en este atolladero y mientras la situación global parece cada vez más compleja y amenazante, con la oposición frontal de Trump a los globalistas, se vislumbra un punto de inflexión en el horizonte. De hecho, el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos bien podría marcar el comienzo de una nueva era. Trump, un hombre fuera del sistema tradicional, está librando una batalla sin cuartel contra todas esas instituciones corruptas que gobiernan su país y, por extensión, el mundo. Sus esfuerzos por exponer la corrupción, en particular a través de la exposición del papel central desempeñado por agencias como la USAID, muestran que está decidido a poner fin a esta oligarquía global que manipula y orquesta los acontecimientos más terribles para su beneficio.

Esta reevaluación del papel de la USAID en la pandemia de COVID-19 está lejos de ser un accidente. La CIA, la DARPA, Soros o Bill Gates, el FEM o la familia Clinton, todos ellos han sacado tajada... Además, muchas ONGs francesas, supuestamente independientes, también han sido financiadas por la USAID, como la AFP. Confirmando la infiltración en Francia de fuerzas externas, cuyos intereses no coinciden en modo alguno con los del pueblo francés.

En el corazón de este sistema globalista, un hombre (¡creo!), Macron, se destaca como el instrumento privilegiado de esta élite financiera y global respaldada por su "padrino" Rothschild. Su escandaloso ascenso político, lejos de ser fruto de la casualidad, es parte de un plan globalista mucho más amplio de corrupción y chantaje. El ascenso de Macron al poder no es providencial ya que es el resultado de una serie de maniobras orquestadas por actores como el FEM, los Rothschild y los gigantes de Silicon Valley, que han hecho todo lo posible para colocar al frente de nuestro país a un hombre dócil, símbolo de libertad y prestigio hasta hace poco.

Pero detrás de Macron hay aún más oscuridad. El caso de Jean-Brigel, cuya identidad fue supuestamente cambiada fraudulentamente por toda una cohorte de funcionarios que presentaron documentos falsos, es emblemático de la manipulación que tuvo lugar para establecer su poder. Se dice que se falsificaron documentos de estado civil para borrar todo rastro de su pasado y que a principios de enero de 2025 se lanzó una operación de emergencia organizada por la DGSI, denominada "Proyecto VERTIGO", para borrar absolutamente todas las pruebas. Esta manipulación va más allá del marco político y afecta directamente a la reescritura de nuestra realidad y nuestra Historia. Porque son los usurpadores al frente de nuestro Estado, sometidos al chantaje de sus delirios sexuales, quienes han vendido nuestro país y sus industrias estratégicas de manera completamente ilegal.

También podemos legítimamente plantearnos la pregunta que sigue al artículo 49.3 de Bayrou, como lo señaló Jacques Darricarrère: "¿para qué sirven realmente los 577 diputados y 348 senadores que nos han costado una cantidad disparatada de dinero, si un solo hombre puede tomar las decisiones?" " Esta pregunta pone de relieve lo absurdo de un sistema político que se supone democrático, pero que parece cada vez más desconectado de las expectativas de los ciudadanos. De hecho, el hecho de que un solo individuo pueda concentrar tanto poder en sus manos, en detrimento de todos los representantes elegidos por el pueblo, revela una deriva autoritaria disfrazada de democracia. La pregunta de fondo es si la función legislativa no se ha convertido en una mera fachada, una especie de teatro político donde diputados y senadores desempeñan roles predeterminados, mientras las decisiones reales se toman en otra parte, en las sombras. La ilusión de eficiencia creada por esta aparente diversidad institucional en realidad sirve para mantener un status quo donde el poder está concentrado en manos de un puñado de individuos, dejando a la mayoría de la población en la ignorancia de su propio futuro.

Frente a esta conciencia colectiva que se va extendiendo lenta pero seguramente, se hace evidente que el sistema mafioso de los globalistas está empezando a resquebrajarse. Las revelaciones abundan, las filtraciones se multiplican y las voces disidentes se hacen cada vez más fuertes. La gente está empezando a darse cuenta de la gigantesca manipulación en la que han estado atrapados durante décadas. La pregunta ahora es ¿hasta qué punto permitiremos que esta élite manipule nuestras vidas a partir de ahora? Entonces, en este contexto, debemos saber que este sistema es insostenible y ¿hasta cuándo vamos a tolerar que siga explotándonos sin pudor y que esta milicia todavía tiene el poder de imponernos sanciones, cuando es ilegítima y no ha hecho su trabajo durante mucho tiempo? Será necesario hacer una limpieza clara, si no realmente purgar el país de TODOS los parásitos que se han identificado y por extensión, de todos aquellos que han venido a injertarse allí.

El despertar es inevitable, y ahora es crucial que esta conciencia se transforme en acción para recuperar las riendas del poder que nos han robado mediante el fraude y la violencia. La verdad ya no se puede ocultar. Es esencial que nosotros, los individuos libres y francos, no nos durmamos en los laureles simplemente sabiendo quién y cómo nos robó nuestro país y nuestro futuro. Ahora debemos negarnos a someternos a la financiación y seguir aceptando las reglas de este sistema corrupto que está creciendo gracias a nuestros impuestos. Y con la evidencia que llega cada día, el dinero que se malversa, los actores clave que se identifican, la verdadera batalla por la libertad, por la verdad y por la justicia está cerca, y está en nuestras manos decidir el futuro.

Así pues, sí, la lucha por la verdad apenas ha comenzado, pero la victoria ya no depende únicamente de nuestra capacidad de resistir pasivamente o de negarnos. Ahora está claro que frente a esta élite manipuladora y la corrupción sistémica del Estado, la única salida a este lío es la resistencia activa y no sólo la resistencia pacífica. 

Seguramente nos veremos obligados a tomar las armas, no sólo simbólicamente, sino también realmente, para derrocar toda la estructura de este sistema que nos ha oprimido durante tanto tiempo. Nuestros enemigos no están lejos porque están aquí, en los pasillos de los ministerios, en las oficinas de los funcionarios corruptos, dentro de nuestras instituciones de salud, educación, justicia y policía. Estas fuerzas inferiores, inútiles y cómplices que nos cuestan caro en impuestos, encarnan la verdadera opresión sistemática que busca aplastar nuestra libertad y soberanía. 

No cederán el poder tan fácilmente. Debemos, pues, prepararnos para enfrentarlos, con fuerza y ​​determinación, para recuperar lo que nos han robado y restablecer la justicia popular, y dejar que ellos se ocupen de la justicia divina. 

Ha llegado el momento de hacer oír nuestra voz, no sólo en las calles, sino también en la acción directa (y ciertamente no pacífica...). Ya no hablamos aquí de desobediencia civil sino de la lucha por recuperar nuestra soberanía y nuestra vida. Es hora de cerrar filas y contar nuestros batallones. Porque la verdad, aunque ahora esté a punto de estallar, sólo podrá imponerse y liberarnos si también estamos dispuestos a defenderla, cueste lo que cueste...

A buen entendedor, pocas palabras

Phil BROQ.

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