2.000 kilómetros en el cielo, 15 minutos para reaccionar, y el misil hutí atraviesa todos los sistemas de defensa como el cuchillo que corta la mantequilla.
Resultado: Israel golpeó en el corazón. ¿Cúpula de Hierro? Invisible. ¿Aliados árabes? A los suscriptores ausentes. ¿El ejército israelí? “Conmocionados” por su propio fracaso.
El daño es significativo. El disparo alcanzó la central eléctrica de gas de Gazer, a medio camino entre Tel Aviv y Jerusalén.