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La sangre es un jugo muy especial", dijo Johann Wolfgang von Goethe en Fausto....
Ah, sí... un líquido muy especial, ¡sobre todo para los vampiros de los lobbies farmacéuticos!
Siento decírtelo, pero la sangre es un asunto aterrador.
Una pequeña parte de la sangre de las bolsas -la que la gente dona con cariño- se utiliza con fines nobles: la mayor parte se vende al mejor postor.
Acaba de estrenarse un documental sobre este tema. Se trata de una investigación alemana emitida por el canal franco-alemán Arte y titulada "Le business du sang".
Este reportaje explica cómo se dona la sangre a la Cruz Roja en Suiza (que tiene el monopolio de la recogida de sangre) se vende a empresas privadas. Como puede verse, sólo una pequeña parte de la sangre va a parar a verdaderos pacientes necesitados; el resto (más del 80%) va a parar a los laboratorios de las grandes farmacéuticas, que utilizan el plasma para extraer proteínas y quién sabe qué más. El objetivo, por supuesto, es noble: producir medicamentos legales, es decir, muy caros, para aliviar a los subhumanos de su sufrimiento (que ellos mismos han creado).
En la actualidad, sólo cuatro multinacionales (Octapharma, Baxter, CSL Behring y Grifols) a nivel mundial se reparten el pastel.
Según Forbes, el director general de Octapharma, Wolfgang Marguerre, cuenta con un patrimonio de 6.000 millones de dólares.
Pero eso no es todo: lo más escandaloso es que han conseguido crear un nuevo mercado. La sangre procede de personas desesperadas que han pagado 60 dólares por DOS litros de sangre. ¿Has entendido? Gente en apuros, a menudo drogadictos o alcohólicos, que intentan llegar a fin de mes. Por unos céntimos, les extraen sangre, ¡perdón, me refiero al "zumo especial"!
Treinta dólares el litro. Vida humana, ¿no?
Treinta dólares el litro. ¿Vale la pena la vida humana?
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