TdE/Entrevista a Jacob Cohen, realizada por Christian Bouchet-El Mossad contaría actualmente con más de tres mil informadores y auxiliares en Francia. Todos salidos de la comunidad judía, éstos ponen al servicio de los servicios secretos del Estado de Israel su competencia y su capacidad de influencia. Es alrededor de esta realidad que Jacob Cohen, nacido en 1944 en Meknès, concibió una novela clave, Le Printemps des sayanim, publicada por L’Harmattan. Nos hemos citado con él para que nos explique qué le empujó a escribir este libro.
Jacob cohen agredido en Paris por la LICRA (Liga de defensa judía)
¿Por qué este título?
Quise que el término sayanim apareciera de golpe e interpelara al lector. Nos planteamos la cuestión, y la definición se encuentra justo en las primeras líneas de la portada. La problemática está instalada, sin evasivas, y sin reserva. Idealmente, me gustaría que este término entrara en el vocabulario corriente, en los análisis, y en los comentarios.
¿Quiere recordarnos esta definición?
Los sayanim – informadores en hebreo – son judíos de la diáspora que, por “patriotismo”, aceptan colaborar puntualmente con el Mossad, u otras instituciones sionistas, aportándoles la ayuda necesaria en el terreno de su competencia.
¿Cómo tuvo la idea de escribir sobre los sayanim?
Es la conjugación de varios elementos. La lectura de todo libro serio sobre Mossad muestra la importancia esencial de estos ciudadanos judíos que deciden trabajar para los servicios secretos israelíes. Imagine decenas de millares de agentes, ocupando funciones en todas las capas sociales, y que obedecen con exactitud al Mossad. Es necesario señalar que los autores anglosajones son mucho más prolíficos sobre este aspecto.
Sigo bastante de cerca la actualidad de Oriente Próximo, y consulto los medios de comunicación de ambos lados. Y estoy estupefacto, casi fascinado, por el poder mediático de la camarilla proisraelí, por la facilidad con la cual logra interiorizar en las mentes, hasta convertirlas en unas trivialidades admitidas, conceptos como “la única democracia de la región”, o tan aberrantes como “asegurar la seguridad de Israel”.
El hecho de saber que los sayanim son en gran parte el motor de esta propaganda, permite una lectura más lúcida y más pertinente de la actualidad.
¿Verdaderamente es una realidad?
Comprendo el sentido de la cuestión. Cito a Gordon Thomás al principio del libro. Es un reconocido especialista de los servicios secretos, en particular del Mossad. Tan reconocido como que entrevistó a todos los jefes del Mossad desde los años 60, y todos ellos admitieron, vanagloriándose de eso, la aportación crucial de los sayanim a través del mundo.
También cito a Victor Ostrovsky, uno de los escasos agentes del Mossad que ha publicado, después de su salida de la institución, un testimonio único e inédito sobre el servicio secreto, sus métodos, sus objetivos, sus recursos.
¿Cuántos son?
En Francia serían cerca de tres mil. Ostrovski, exagente del Mossad, estima su número tres mil sólo en Londres. Podemos imaginar su importancia en los Estados Unidos. Pero la “reserva” es infinita. Si a ello asociamos el Bnai Brit (francmasonería judía internacional), el WIZO (organización internacional de las mujeres sionistas), las organizaciones judeo-sionistas nacionales, como el UPJF, el UEJF, el CRIF… en Francia, y en otros países, así como los simpatizantes, llegamos fácilmente a la cifra de un millón de judíos dispuestos a trabajar para el Mossad. Evidentemente no todos son reclutados para esta tarea. Porque harían falta centenares de agentes para mantenerlos. El Mossad se contenta con tener en todos los sectores activos, con un acento particular sobre los más sensibles: los medios de comunicación, así como los grandes hoteles y las agencias de viajes, esto para vigilar las idas y venidas de los árabes en general, los agentes de información, hombres de negocios, en fin, cualquier persona susceptible de herir los intereses israelíes.
¿Podría citarnos un caso concreto para comprender su mecanismo?
Para volver a Victor Ostrovsky. Cuando Francia construyó una central nuclear en Iraq en los años 70, científicos iraquís vinieron a Saclay para mejorar. El Mossad estaba por supuesto interesado en conocerlos para poder actuar sobre ellos. Cualquier otro servicio secreto habría necesitado medios en hombres, contactos, dinero para corromper, posiblemente tentativas de fractura, y tiempo, para llegar a ello eventualmente. El Mossad, y esa es su superioridad, simplemente se dirigió a un informador judío (sayan) que trabajaba en Saclay. Le pidió que proporcionara los expedientes completos de los investigadores iraquís. ¿Qué otro servicio de inteligencia puede gozar de tales complicidades? Después, fue un juego de niños coger en la trampa a uno de esos científicos, llegar hasta su responsable, y asesinarlo en el momento de su visita a París.
¿Estos agentes judíos intervienen sólo en casos de espionaje?
En absoluto. Los sayanim intervienen también y sobre todo en las manipulaciones mediáticas. Por otra parte el Mossad posee un departamento importante, llamado LAP, para la “guerra de propaganda”. Me viene a la cabeza un ejemplo histórico. Recuerde la película Exodus. Reescribió la historia de 1948 e impuso la visión sionista de las cosas por lo menos para una generación. En 1961, es el primer ministro israelí en persona quien acogió al equipo de la película en el aeropuerto. Es tanto como decir la importancia que se le concedía.
Recordemos la importancia del Bnai Brit. 500.000 miembros en el mundo, probablemente 400.000 en los Estados Unidos, entre los que hay 6.000 en el sector del cine. ¿Cómo imaginar que una película o una serie desfavorable a Israel pueda ver la luz?
¿Y más recientemente?
El caso más flagrante es el del soldado israelí capturado por Hamas. La red de los sayanim a través del mundo procuró que su nombre fuera tan repetido que nadie o casi ignora su patronímico. Por otro lado, su padre fue recibido repetidas veces por todos los dirigentes occidentales, por Sarkozy, Merkel, Blair, Berlusconi, Zapatero, Barroso, por el secretario general de las Naciones Unidas, por el parlamento europeo, por la asamblea de la UNESCO, en fin, la creme de la creme mundial. ¿Cómo es posible esto sin la intervención de sayanim bien situados en las instancias gubernamentales, económicas, culturales y mediáticas? Recuerdo que se trata de un cabo de un ejército de ocupación. ¿Qué otro preso puede gozar de semejante solicitud internacional? ¿Qué otro preso puede tener su retrato gigante sobre la fachada del ayuntamiento del XVI distrito de París? Hombres políticos franceses, entre los cuales Sarkozy y Kouchner, exigieron su liberación por razones humanitarias. Sin decir una palabra sobre los miles de presos palestinos.
¿Con qué finalidad?
Se trata de introducir en la opinión internacional que Israel tiene un “rehén” (¡uno sólo!) en manos de Hamas. Esto hace olvidar los 11.000 presos palestinos detenidos en las cárceles israelíes. La mayoría aplastante de ellos son presos políticos, es decir, condenados por su lucha pacífica por la independencia.
Recordemos que Israel es el único país “democrático” en el mundo que practica la detención administrativa, que consiste en poder encarcelar a cualquier ciudadano sin abogado, sin juicio, sin motivo, sin limitación en el tiempo. Y es sobre esta base que las fuerzas de ocupación secuestraron, justo después de la captura de Shalit, a cuarenta y cinco personalidades políticas de Hamas, en su mayoría elegidos por el pueblo. Sin que tuvieran nada que reprocharles. Esto se llama “represalias colectivas” condenadas por el derecho internacional.
Así, mientras que los medios de comunicación nos machacaban con el soldado “rehén”, olvidábamos lo más importante, y lo más horrible.
¿Cómo es que no se habla mucho de los sayanim?
Esto sigue siendo un misterio. ¡Cómo periodistas curtidos han podido disertar sobre Israel sin poner el acento sobre este aspecto capital! Supongo que se debe al poder de los sayanim que han logrado la hazaña de no hacer que se hable de ellos. No hay que olvidar que la capa que aplastaba a los medios de comunicación, para difundir el pensamiento único favorable para Israel, comenzó a agrietarse sólo desde hace algunos años.
¿Por qué ciudadanos judíos franceses se convierten en sayanim?
Como usted sabe, la ideología sionista, hasta en 1948, estaba lejos de ser mayoritaria en las comunidades judías. Me acuerdo que en Marruecos, en los años 50, los rabinos vilipendiaban a los sionistas. Y tras la creación de Israel, la propaganda, la obsesión de un nuevo genocidio, procuraron que las instituciones judías se volcasen en un apoyo incondicional al Estado judío. Hoy en Francia no es admisible expresar la menor reserva en el marco de las instituciones judías. La propaganda es tal que los ciudadanos judíos que viven en el marco de estas instituciones desarrollan un segundo patriotismo y un nacionalismo extraordinario. En caso de necesidad, como que ilustrado en la novela, el Mossad acudirá al chantaje patriótico.
Usted le da una gran importancia a la francmasonería en su libro. ¿Por qué?
La francmasonería me aparece una ilustración perfecta del trabajo de infiltración y de propaganda llevado por los sayanim. Primero para mostrar que ningún terreno escapa a ellos. No hay pequeños beneficios. Allí dónde se puede impulsar la defensa de Israel, lo hacen sin escrúpulos. Por otro lado, esto muestra que los judíos sionistas no retroceden ante nada. Porque poca gente ignora – aunque no trate con familiaridad a la francmasonería – que ésta primero es laica, abierta a todos sin distinción de raza, de religión, o de orientación política. Y francmasones judíos y sionistas crean en 2002 una logia específicamente judía y sionista para defender Israel. Lo viví personalmente, porque fui francmasón durante cerca de diecisiete años. Esto pasó en 2002, en plena segunda intifada. Esto no fue dicho expresamente, porque es contrario a la ética masónica, sino en los hechos. No adivinando de qué lado estaba, estos hermanos me pusieron al corriente sin ambages. Y a mi parecer fueron respaldados por instancias superiores. Todo lo que se decía en la era favorable para Israel. Y cada año, la logia organiza un “viaje de información” a Israel, encuadrado por funcionarios del ministerio israelí de Asuntos Exteriores.
Uno de mis personajes principales, Youssef El Kouhen, va a sufrir las iras de los sayanim francmasones. Hijo de inmigrados magrebíes, piensa hacer un paso decisivo en su integración republicana siendo admitido en el seno del Gran Oriente. Pero habiendo descubierto la existencia de esta logia “judeo-sionista”, va a intentar, con otros hermanos árabes replicar su propaganda creando una logia propalestina. Pero allí va a topar con el poder de la camarilla sionista implantada en el Grand Orient de France y sufrirá una áspera derrota. Esta camarilla va a actuar despreciando todas las leyes de la Obediencia.
Recorriendo el libro, nos percibimos de que ciertos personajes se parecen de manera extraña a personas conocidas, sobre todo por sus simpatías sionistas.
Entre los tres mil sayanim franceses, algunos son conocidos. No como sayanim. Por definición, son agentes secretos. Pero dado su apoyo constante a Israel y su participación activa en campañas sabiamente orquestadas, es probable que actúen en este marco. Quise mostrarlos en acción, por ejemplo, reclutandopara un partido israélo-palestino en París, sin otra finalidad que de dar la ilusión de un proceso de paz.
¿Y más explícitamente?
Hace varios años, un partido de fútbol se celebró en el Parque de los Príncipes entre jóvenes israelíes y palestinos. Lo que dio lugar a una publicidad a bombo y platillo desmesurada. Repetí este acontecimiento intentando imaginar los bastidores, las presiones, las manipulaciones, las intervenciones. Para obtener gratuitamente el estadio, para llenarlo con jóvenes de suburbio interviniendo en la rectoría, solicitando subvenciones de la Unión Europea y del Ayuntamiento de París, haciendo presión sobre los dirigentes musulmanes “moderados” para que aportasen su aval. Una operación de propaganda sin rodeos llevada gracias a los sayanim, y a sus aliados, entre los que están los más indefectibles: SOS Racisme y el Ayuntamiento de París.
Frecuentemente nos encontramos con SOS Racisme. ¿Por qué?
Para mí, esta organización sirve de correa de transmisión de las ideologías sionistas. Su proximidad incestuosa con la Unión de los estudiantes judíos de Francia, uno de los pilares del apoyo a Israel, lo ilustra. Jamás SOS Racisme ha lanzado, por ejemplo, una campaña contra la ocupación israelí, mientras que se agita contra lo que pasa en Sudán. Ocupando el terreno, gracias a subvenciones generosas, SOS Racisme impide la emergencia de otras organizaciones antirracistas más próximas a las exigencias de la mayoría de sus miembros. Oímos, además, en la actualidad, a varias voces, entre las cuales Joey Star, reclamar la creación de otra organización antirracista, nacida en los barrios, y que los representen legítimamente.
En la novela, desarrolló un punto de vista que no debe estar lejos de la realidad. De hecho, es el UEJF y sus aliados sionistas quienes buscan a un candidato para reemplazar al presidente actual. Por otra parte, cuando un presidente del UEJF deja su puesto, se hace vicepresidente de SOS Racisme. Después de un negro, los sionistas buscan a un beur presentable que aplicará las consignas. Todo pretendiente a este puesto conoce lo que está en juego.
Un candidato parece tener posibilidades. Tiene en todo caso los favores del presidente del UEJF. Es Moulay Elbali, quien quiere jugar su posibilidad.
Todo un capítulo está dedicado al Ayuntamiento del XVI distrito. ¿Por qué motivo?
Este Ayuntamiento es uno de los bastiones de los sionistas. Bnai Brit se reúne allí regularmente y organiza ahí su Feria del libro. Su alcalde es un ardiente defensor de Israel. Un retrato gigante del soldado israelí actualmente preso de Hamas adorna la fachada del Ayuntamiento.
Hay este personaje, ETS, que atraviesa toda la novela, y que se parece rabiosamente a Bernard Henri-Lévy …
Le dejo la responsabilidad de esta constatación. Es verdad que hay allí algunas semejanzas, pero en principio no lo es. Dicho esto, no me desagrada que algunos hagan esta aproximación. Michel-Samuel Taïeb es efectivamente un personaje central, correspondiente a su brillante papel, a sus numerosas redes, a su implicación sin reserva en favor de Israel, al encarnizamiento con el cual recluta otros sayanim. Es él quien va a reclutar al cardiólogo, quien va a intervenir en el Elíseo para dar la orden a las rectorías para llenar el estadio de jóvenes beurs, quien va a llamar a un responsable de emisión de Canal Plus para humillar en directo a militantes de SOS Palestina, que va a hacer presión sobre el rector de la Mezquita de París para que apoye ese “pretendido partido por la paz”, etc.
Tenemos la impresión de que se divirtió bastante con los nombres de los sayanim.
No pude abstenerme de eso. El hecho de encontrar estos nombres, que algunos podrían acercar a personajes reales, me llenaba de alegría cada vez. Es verdad que mis simpatías van allí dónde usted sabe. No tenía ninguna razón para ahorrármelos.
¿Es decir, que es una novela política?
Si se entiende por eso que se toma posición de modo claro y neto, denunciando las prácticas de chantajes y de manipulaciones en provecho de una política imperialista, entonces sí, es una novela política. Por otra parte está dedicada “a todos aquellos que luchan por la justicia en Palestina”. La forma novelesca es sólo un método para llegar allí. Aunque una gran parte del libro se basa en hechos reales, o expresa una realidad tal como podría desarrollarse. Cuando ETS llama al Canal Plus, no estaba a la escucha, sino el modo como la inmensa mayoría de los grandes medios de comunicación le ponen la alfombra roja, me hizo pensar que esa es su manera de actuar. Y de ser obedecido.
¿Acaso le ponen palos en las ruedas para la difusión de su libro?
Ciertamente. Los sayanim y sus cómplices, que son numerosos y que ocupan puestos estratégicos, hacen todo para alzar alrededor de él un muro de silencio. Si ésto fracasa, será la negativa, o el recurso al viejo método de la amalgama. Una crítica de Israel equivale a antisemitismo. Hablar de los sayanim, es volver a la acusación de complot que ciertos antisemitas a la vuelta del siglo XX lanzaban contra los judíos para desacreditarles. El discurso de la negativa, y de cierto terrorismo intelectual, está bien preparado.
¿Que podemos desearle?
Espero ante todo que este libro abra los ojos sobre esa fuerza poderosa e insidiosa puesta al servicio de una ideología de dominación. Que permita seguidamente un desciframiento más agudo de los acontecimientos. Y finalmente que favorezca la emergencia de contrapoderes.
(Traducción de Jordi Garriga)
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