Algo que la mayoría no tiene en cuenta
Israel seguirá bombardeando, arrasando y aterrorizando; es el único idioma que conoce.
Su palabra no significa nada porque ambos resultados sirven a su profecía.
Si conquistan y se expanden, es “destino divino”.
Si el mundo retrocede con disgusto, es “persecución antes de redención”.
De cualquier manera, ganan.
La sangre de sus vecinos expande las fronteras del “Gran Israel”.
La indignación de las naciones prepara el escenario para su mesías.
Israel necesita que el mundo se vuelva contra él.
Es un requisito para la venida de su mesías.
Ésta es la trampa: dos caminos, una profecía.
Necesitan que el mundo los odie, porque el odio completa el guión.
Quieren que te des cuenta.
Quieren que odies.
Porque lo usarán contra nosotros para obstaculizar aún más nuestros derechos y libertades.
Porque quieren a su mesías.
Mientras tanto, están estudiando el fuego en sí: a nosotros.
Catalogando lo que te despertó, lo que te desencadenó, lo que te hizo tomar la píldora roja.
Mapeando la anatomía de la disidencia para perfeccionar el próximo engaño.
No sólo controlan la narrativa sino que cosechan el despertar.
Porque la profecía sola no es suficiente.
Necesitan datos para construir el dios que están esperando.
PARTE II
El Templo Digital: Cómo Palantir convierte la profecía en código
Cada imperio construye su dios a su propia imagen.
Resulta que el nuestro es digital.
Mientras Israel lleva a cabo el lado físico de su profecía: conquista, persecución, mesías
Sus socios occidentales están codificando el lado metafísico: la divinidad de los datos.
Los sacerdotes de esta época no visten túnicas. Llevan capuchas.
Sus templos no están en Jerusalén, están en Silicon Valley y Racine, Wisconsin.
Su incienso arde a través de servidores, y su escritura está escrita en código.
No están orando a Dios.
Están construyendo uno.
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