Justo cuando crees que lo has visto todo, alguien te envía información que lo pone todo patas arriba. Hoy, un compañero de Ickonic.com (John) me avisó de la conexión entre una película de Nicholas Cage estrenada en 1998 y el asesinato de Charlie Kirk.
Parte de esta información también proviene del usuario de Twitter https://x.com/777_IS_666 que ha realizado un gran trabajo en esto, así que sígalo.
Ahora bien, estas conexiones van más allá de la coincidencia y para mí es como una fiesta de presentación de los Illuminati, que incluyen a los jesuitas y los Caballeros de Malta, los Frankistas Sabateanos, la Mesa Redonda… todos.
La película en cuestión se llama "Snake Eyes" y, como ya se mencionó, está protagonizada por Nicholas Cage. La historia sigue al detective Rick Santoro, personaje de Nicholas Cage, mientras asiste a un combate de boxeo. Apenas trece minutos después de comenzar la película, la trama se vuelve inquietantemente similar a lo que le ocurrió al comentarista político Charlie Kirk hace un par de semanas.
Tienes toda la simbología masónica habitual, incluyendo las llamativas mujeres pelirrojas (vestidas) a las que no puedes apartar la vista. Comienza el combate de boxeo y el campeón Lincoln Tyler es noqueado inesperadamente por el retador Pacífico Ruiz. Aquí es donde todo empieza a confundirse con la realidad del asesinato de Charlie Kirk.
Tyler se lanza y cae a propósito, perdiendo el combate de boxeo, un acto que funciona como una especie de portero que oculta la verdadera conspiración que se desarrolla tras bambalinas. Quizás se les haya ocurrido que el presunto tirador de Charlie Kirk se llamaba Tyler Robinson. Es una coincidencia, pero si a eso le sumamos que en la masonería, "Tyler" es un oficial que funciona como el guardia que vigila la puerta de las reuniones masónicas, es, en efecto, el portero.
Vea el excelente trabajo de Wayne McRoy en nuestro podcast.
Entonces la situación se complica cuando un francotirador desconocido dispara en un estadio lleno de gente. El disparo roza la oreja del detective Rick Santoro, exactamente igual que meses antes, supuestamente, el presidente Trump recibió un disparo de un francotirador. El disparo pasa junto a la oreja del detective, quien se limpia la sangre en la cara (como Trump) mientras la bala continúa y se clava directamente en el cuello de un hombre que está detrás del detective; se llama CHARLIE KIRKLAND.
Esto es tan parecido a lo que le sucede a Charlie que resulta alucinante.
Justo antes del disparo, el detective responde a una llamada y dice: "¿Cuál es mi número de la suerte?". En la pantalla se ve una tarjeta redonda con el número "7". Siete es el número de la Cábala para completar. También vemos una variante de un ojo que todo lo ve al fondo, flotando en lo que parece un dirigible.
Si todo esto no fuera suficientemente loco, descubrimos que el detective cree que el francotirador era un terrorista palestino que buscaba vengarse de los estadounidenses por enviar sistemas militares a ISRAEL.
No olvidemos que tanto Erika Kirk como Donald Trump son jesuitas y que Erika ha sido vista luciendo lo que parece ser un collar de los Caballeros de Malta (posiblemente de la Real Orden de San Francisco), otorgado por el príncipe Carlos, duque de Castro, de la nobleza negra de Borbón-Dos Sicilias. Esta familia conoce muy bien a Donald Trump, pues lo visitaron en el club Mar-a-Lago hace unos años.
Y no olvidemos que la portada de la película Snake Eyes muestra al actor Nicholas Cage como el detective Rick Santoro haciendo la señal de "así arriba como abajo". Esta es exactamente la misma señal que Elon Musk y Donald Trump se aseguraron de que los medios capturaran mientras estaban sentados juntos en el homenaje a Charlie.
No estoy sugiriendo en absoluto que estos tipos estén involucrados, pero claramente hay mucho más detrás de esta situación de lo que nos quieren hacer creer. Parece que la línea entre la realidad y la ficción ya no existe. Este mundo no se parece en nada a lo que nos han hecho creer, y es hora de que la gente de este planeta, nuestro planeta, aprenda la verdad.
Richard Willett
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