Sión, Israel, Trump y el ascenso de la Bestia.
La bestia no viene a destruir a la ramera; se levanta para completar el ciclo.
Todo lo que crees que es una rebelión, cada fuerza que se levanta contra el orden sionista, cada nuevo líder, nuevo movimiento, nueva “solución”, es sólo otra máscara en la misma cara.
La bestia y la ramera no son enemigos. Son dos brazos de la misma entidad, que juegan a la guerra consigo mismos para atraerte al engaño.
Mire a Trump. He expuesto su ascendencia, su linaje, sus profundos vínculos con el mismo pueblo al que dice oponerse. Él desempeña el papel de títere sionista, el máximo sirviente leal de Israel, pero ¿qué pasa si eso es simplemente otra obra en el guión? ¿Y si no sólo está sirviendo a los judíos, sino que también los está engañando? ¿Qué pasa si todo este juego está diseñado para crear un falso salvador, alguien que aparece para oponerse a ellos en el acto final? Llevo años diciendo esto, y cada vez parece más cierto.
Porque así es como funciona esto. Construyen, corrompen, te hacen odiar el orden actual y luego lo queman delante de ti, solo para entregarte la siguiente fase de su plan, disfrazada como tu salvación.
Israel es la ramera, ebria de la sangre de las naciones, pero la bestia que se levanta para devorarla no es tu amiga. No está aquí para salvarte. Tanto la ramera como la bestia sirven al mismo amo: el dragón, el antiguo engañador, el que controla ambos lados de cada guerra.
No estás viendo una batalla entre el bien y el mal. Estás viendo un partido amañado, donde ambos bandos están controlados por la misma mano. Y no sólo están jugando unos contra otros, están jugando contigo.
El sistema de la bestia no aparecerá de la nada. Surgirá de las cenizas de aquello que te llevaron a odiar, y tendrás que rogar por ello. Verás el colapso del poder sionista y pensarás que estás presenciando justicia. Verás caer su sistema y creerás que es tu victoria. Pero es su victoria.
No temen al colapso: lo planifican. No temen a la revolución: la guían. Y no temen la destrucción de Israel, porque ya tienen su próximo sistema en funcionamiento, listo para resurgir en el momento en que se celebre la caída del anterior.
Así es como se juega el juego.
El enemigo no es sólo el sistema al que te opones: es el sistema que te están guiando a construir en su lugar.