El término “trastorno de la información” se acuñó en 2017 en un informe titulado “Information Disorder Toward an interdisciplinary framework for research and policymaking” (Trastorno de la información: hacia un marco interdisciplinario para la investigación y la formulación de políticas), que se redactó para el Consejo de Europa Derakhshan y Hossein, 2017). El término “trastorno de la información” se refiere al intercambio o desarrollo de información falsa, categorizada como misinformaciónn, desinformación y malinformación. Cabe destacar que la elección original del presidente Trump en 2016 fue el detonante de la elaboración de este informe.
Del informe:
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Este concepto ha sido desarrollado en mayor profundidad por think tanks, académicos, ONG, gobiernos y otros que hoy participan en el vasto complejo de verificación de datos y censura industrial. Todos nos hemos familiarizado con estos conceptos en los últimos año.
Un estudio revisado por pares de 2020 llevó este concepto más allá y convirtió el trastorno de la información en un problema de salud mental.
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Resumen:
Muchos de nosotros podemos estar sufriendo sin saberlo el síndrome del trastorno de la información. Es más frecuente debido al mundo digitalizado donde la información fluye hacia el teléfono, tableta y ordednador de cada individuo en poco tiempo. El síndrome del trastorno de la información es el intercambio o desarrollo de información falsa con o sin la intención de hacer daño y se clasifica como misinformación, desinformación y malinformación.
La gravedad del síndrome se clasifica en tres grados. El grado 1 es una forma más leve en la que el individuo comparte información falsa sin la intención de dañar a otros. El grado 2 es una forma moderada en la que el individuo desarrolla y comparte información falsa con la intención de ganar dinero y obtener ganancias políticas, pero no con la intención de dañar a las personas. El grado 3 es una forma grave en la que el individuo desarrolla y comparte información falsa con la intención de dañar a otros.
El manejo de este trastorno requiere el manejo de la información falsa, que es la vigilancia de rumores, mensajes dirigidos y la participación de la comunidad.
Los pacientes que han sufrido este trastorno en el grado 1 y todos los pacientes de los grados 2 y 3 necesitan asesoramiento psicosocial y, en ocasiones, requieren una regulación y una aplicación estrictas de la ley para controlarlo.
La intervención más importante es tener en cuenta que no todas las publicaciones en las redes sociales y las noticias son reales y deben interpretarse con cuidado.
A partir de este artículo, la idea del “síndrome del trastorno de la información” saltó rápidamente al léxico tanto del complejo industrial de la censura como de la industria de la salud mental. Es importante señalar que los términos síndrome, enfermedad y trastornos mentales a menudo se utilizan indistintamente. En este caso, organizaciones como First Draft y el Instituto Aspen han determinado que la forma de curar este síndrome es detener el flujo de la misinformación, desinformación y malinformación en línea.
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¿Es sólo cuestión de tiempo antes de que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría incluya este nuevo “síndrome” en la próxima edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)?
¿Es esta una posibilidad?
La Asociación Estadounidense de Psicología está al menos considerando cómo incluir el “trastorno de la información” o incluso el “síndrome del trastorno de la información” en sus modalidades. La APA ha elaborado un informe de declaración de consenso sobre la lucha contra la desinformación sanitaria, por el que pagamos los contribuyentes. Los CDC le pagaron a la APA dos millones de dólares para este proyecto.
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El próximo paso será que el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) desarrolle un programa de financiación para investigar cómo curar o controlar este nuevo trastorno de salud mental, considerado un nuevo síndrome debido a las perniciosas influencias de Internet.
Como el síndrome de trastorno de la información no es todavía una enfermedad mental reconocida formalmente, hasta ahora no ha habido financiación específica del NIMH. Sin embargo, supongamos que el síndrome de trastorno de la información sigue evolucionando por parte del sistema médico hasta convertirse en una enfermedad mental. En ese caso, es concebible que el NIMH pueda apoyar estudios en el futuro, en particular para los “pacientes de los grados 2 y 3 que necesitan asesoramiento psicosocial y, a veces, requieren una regulación y una aplicación estrictas para controlar dicho trastorno de la información”.
Este es otro ejemplo de cómo el gobierno puede ejercer, y ha ejercido, control sobre las personas. ¿Qué sucede cuando la APA estigmatiza a las personas que tienen opiniones o estilos de vida contrarios a la norma o publican información errónea o incorrecta en línea de forma reiterada? La APA tiene una larga historia de discriminación y etiquetado de categorías de personas que difieren de la norma, como cuando ser homosexual se convirtió en un trastorno de salud mental en la década de 1950.
Esto duró décadas y la APA aprobó muchos tratamientos médicos, como intervenciones quirúrgicas, incluidas castraciones, vasectomías, histerectomías y lobotomías, terapias farmacológicas (incluida la terapia de aversión, que incluía inducir náuseas, vómitos o parálisis cuando se exponía a imágenes o pensamientos eróticos del mismo sexo) e incluso castración química, depresores y estimulantes sexuales, LSD, estrógeno y testosterona y también terapia electroconvulsiva, que implicaba administrar descargas eléctricas a los pacientes.
Volviendo al tema que nos ocupa, convertir el trastono de la información en un síndrome que afecta al individuo permite que el Estado, a través de las industrias médica y de seguros, intervenga y obligue al individuo a adaptarse a las normas sociales. Como se muestra en el ejemplo anterior, esto está dentro del ámbito de las posibilidades.
¿Será este un futuro que se va a producir? Quién sabe, pero podría ser así. Y tenemos que estar preparados para que este futuro se manifieste en diversas etapas de planificación. Por eso, términos como “trastorno de la información” y “síndrome del trastorno de la información” se están propagando en los nuevos medios y deben ser rechazados a todos los niveles.
“La libertad de expresión es la herramienta más pragmática que tenemos para determinar la verdad. Sólo examinando todos los aspectos de una cuestión se puede esculpir la verdad como una estatua de mármol. Pero la realidad subyacente es que puede haber muchas verdades; cada uno de nosotros tiene sus propias experiencias, valores, costumbres y vida. Esa es la belleza y la maravilla de ser un individuo. No puede haber libertad de expresión sin un acceso libre y abierto a las ideas, el conocimiento, las verdades y las falsedades. Sin libertad de expresión, somos poco más que esclavos.
Debemos defender todo tipo de expresión, ya sea falsa, odiosa o intolerable, ya que es la única manera de proteger nuestros derechos y nuestra capacidad de comprender el mundo. En cuanto se restrinja la libertad de expresión, esa restricción se utilizará para influir en la opinión pública. En cuanto se pueda definir a una persona como hereje por pronunciar palabras, pronto todos los que se opongan al lado “oficialmente aprobado” de una cuestión serán etiquetados como herejes. El siguiente paso lógico será que el Estado defina los actos de herejía como delitos penales. Tan pronto como los gobiernos y los que están en el poder puedan influir en la opinión pública restringiendo la libertad de expresión, la democracia e incluso nuestra república de los Estados Unidos se perderán”.
(De "PsyWar: Enforcing the New World Order").
Robert Malone