En Gaza, bajo el ruido de los aviones y el sonido de los proyectiles, la gente permanece indefensa, salvo por su fe, desafiando todas las formas de opresión y genocidio. La guerra psicológica, considerada una de las principales herramientas de la ocupación israelí, tiene como objetivo quebrar la voluntad del hombre y sembrar el miedo y la desesperación en los corazones de los civiles, según Jo24.
Pero es sorprendente e interesante al mismo tiempo reflexionar sobre el hecho de que esta guerra no haya logrado sus objetivos. Por el contrario, esta matanza reveló la fragilidad de las teorías psicológicas tradicionales frente al poder de la fe.
La psicología, tal como la conocemos, ofrece una explicación superficial del comportamiento humano frente a presiones crecientes. Habla de la impotencia acumulada, del hundimiento del alma bajo el peso del miedo constante y de la inevitabilidad de la rendición ante la falta de necesidades básicas.
Pero Gaza ofrece un modelo que destruye estas hipótesis. ¿Cómo puede un pueblo que vive bajo asedio y bombardeo seguir aferrándose a su voluntad y dignidad? ¿Cómo puede un niño que perdió a su familia sonreír y plantarse frente a los tanques? ¿Cómo puede una mujer que lo perdió todo convertirse en un símbolo de desafío y firmeza?
La respuesta se encuentra en algo más profundo que los conceptos psicológicos materiales: es el poder de la fe. En Gaza, la fe en Dios no es sólo un sentimiento interior o una práctica espiritual, sino un sistema integrado que brinda fuerza y seguridad, y redefine el concepto de firmeza.
Cuando los habitantes de Gaza ven que se les han confiado sus vidas, sus tierras y sus hijos, se convierte en castillos psicológicos que no pueden ser tambaleados, por muy feroz que sea la guerra contra ellos.
Lo que ofrece Gaza no es sólo una resistencia contra la ocupación, sino un llamamiento a reconsiderar todo lo que hemos aprendido sobre la psique humana. La psicología, que presupone que el ser humano es un ser frágil que se quiebra bajo presión, se encuentra indefensa ante el modelo de Gaza
Esta pequeña ciudad asediada ofrece una lección al mundo: la fe no es sólo una creencia, es una fuerza de energía que libera al hombre de su miedo y lo hace capaz de enfrentarse a los ejércitos más poderosos.
En definitiva, Gaza no es sólo una cuestión política o humanitaria, sino una batalla filosófica que plantea cuestiones fundamentales: ¿Es necesario revisar los cimientos sobre los que construimos nuestra comprensión de la psique humana? ¿Puede la fe, en toda su sencillez y profundidad, ser el arma más poderosa frente a la injusticia? Gaza responde sin dudarlo: sí.
Hani Al-Damour