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Transcripción
La forma oficial de inmigrar a Estados Unidos es muy similar a la de la mayoría de los países:
Presente una Petición de Inmigrante al Gobierno y, una vez aprobada, solicite un visado.
Después tendrá que mantener un estatus productivo durante varios años si pretende optar a la ciudadanía.
Pero ahora hay un nuevo sistema en marcha.
Este nuevo sistema no es oficial. Tampoco es legal y lo están haciendo miles de empleados del gobierno que han jurado defender la Constitución estadounidense.
Y, sin embargo, aquí están todos, sometiéndose a la agenda de las Naciones Unidas y cometiendo traición.
En el lado mejicano, los funcionarios de inmigración mexicanos conducen a multitudes de personas a los puntos de cruce de la frontera.
En el lado mexicano, los agentes de inmigración mejicanos conducen multitudes de personas a los pasos fronterizos.
En el lado estadounidense, los empleados del gobierno esperan al amparo de la oscuridad y, en medio de la noche, los empleados federales comienzan a tramitar a la gran multitud con dispositivos móviles.
Se utilizan escuelas secundarias como centros de procesamiento. Los autobuses pasan por delante de los medios de comunicación, ya que la Patrulla Fronteriza utiliza vehículos del Gobierno para intentar impedir que las cámaras filmen cómo suben a bordo a los inmigrantes y los introducen en el país.
Los migrantes reciben teléfonos móviles como forma digital de identificación, billetes de autobús, tarjetas de débito y fechas de juicio fijadas para dentro de 4 años.
Este nuevo sistema de inmigración de facto carece de controles y equilibrios, y está convirtiendo a miles de empleados del gobierno en traidores a su propio país.