El primer acto de higiene mental es deshacerse de este instrumento de propaganda. Recuperarás todos tus medios de reflexión. También evitarás ingerir toda la producción fecal que esta herramienta descerebrada emite las 24 horas del día.
Los listillos que nos dicen "puedo filtrar" las mentiras y manipulaciones son muy pretenciosos. La ingeniería pavloviana es más fuerte que nosotros. En una avalancha de información, entre dos verdades hay un bulo que se infiltra en tu subconsciente. La más mínima de estas mentiras obtiene un efecto de eufemismo en nuestras mentes.
La fuerza "doctrinal" de la televisión se multiplica por diez por el hecho de que la mente ve y escucha su flujo sin tener un tiempo para reflexionar, un tiempo para poner las cosas en perspectiva. No tenemos tiempo para desmenuzar lo verdadero de lo falso, para ver la instrumentalización de ciertos datos veraces sumergidos en el caldo de la mentira. No todos somos expertos en todo. ¿Quién lo es? El erudito es raro. Se añade el efecto de "todo lo que un Ser ve y oye, su mente lo cree". Con estos dos ejes combinados, nuestro cerebro está saturado, incapaz de ordenar lo que está pasando. Cuanto más tiempo estemos delante de la caja de hipnosis, más dependientes seremos de su doxa. La industria de la postproducción disfruta al máximo en adoctrinarnos con sus imágenes y sus montajes subliminales. Nos alimentan a la fuerza con propaganda, como hacen con los gansos. A estos últimos es el hígado el que se deteriora, para nosotros es el espíritu.
La base de la manipulación es simple y la practican todos aquellos que quieren transmitir un mensaje, una orientación, un dogma. Consiste en utilizar una verdad auténtica y adjuntarle mentiras más o menos groseras, más o menos procedentes de fuentes de institutos oficiales corruptos. El caso Covid es un ejemplo perfecto. Así, crea un Estado en el oyente. Si el estado es abierto y, por tanto, propicio a la integración de un razonamiento falso, desarrolla propósitos falsos para construir una nueva "verdad". Esta última puede convertirse en un nuevo soporte, una nueva base para construir nuevos preceptos, nuevos axiomas sagrados, según los nuevos objetivos de la manipulación. Y así sucesivamente, según los intereses dictatoriales.
Por el contrario, si el estado mental del objetivo no es receptivo o incluso hostil, toma la verdad inicial y la reformula con otra mentira más refinada. Si el estado sigue sin estar abierto a su desarrollo, repite el proceso hasta alcanzar el estado de apertura deseado. Si es necesario, añade una segunda verdad verdadera para desestabilizar al espectador expectante. Tarde o temprano, el destinatario cae en su trampa por la recurrencia del discurso. Una mentira repetida 1000 veces se convierte en una verdad.
Cuanto más ignorante e ingenuo sea el oyente, más rápido obtendrá de él el estado deseado. Como dijo Günther Anders: "Un individuo inculto sólo tiene un horizonte de pensamiento limitado, y cuanto más se limita su pensamiento a preocupaciones materiales y mediocres, menos puede rebelarse". No en vano la televisión utiliza constantemente la fibra emocional que desconecta el Logos en favor del Pathos. El público femenino y la mente abierta de los jóvenes son muy sensibles y por fatalidad vvíctimas. No es ningún secreto que la ingeniería social utiliza lo emocional, incluido el miedo, para eludir la razón. Auguste Le Bon ha explicado en gran medida este fenómeno.
La televisión es nuestro enemigo por excelencia. Todo lo que produce tiene un único objetivo: moldearnos, formatearnos, convertirnos en meros repetidores doctrinales. Y lo hace a la perfección. Al día siguiente de una velada televisiva, la gente habla de lo que ha visto en la pantalla. Como todos han visto lo mismo, independientemente del canal de emisión, el colectivo integra a su pesar el discurso general de la torre de control. Como dijo cierto autor: "Cuando todo el mundo piensa lo mismo, es la prueba de que ya nadie piensa". Antes estaban las ovejas de Panurge, ahora están las ovejas de la televisión. Todas acaban en el matadero.
Si quieres volver a ser humano, si quieres pensar por ti mismo, si quieres recuperar tu propia personalidad y tu libertad, entonces tienes que tirar la televisión a la basura. Hallará su lugar natural.
WD