El cierre de escuelas, las órdenes de permanecer en casa, el cierre de las empresas, la prohibición de las cirugías electivas, el cierre de los eventos de entretenimiento, los vuelos bloqueados y la repentina imposición de un régimen central, todo esto sucedió repentinamente a partir de mediados de marzo en sólo unos pocos días, para gran disgusto de las personas que anteriormente habían dado por sentadas sus libertades y derechos.
A pesar de la enorme presión ejercida por Washington, ocho estados no han impuesto el confinamiento o fueron poco exigentes al respecto: Dakota del Sur, Dakota del Norte, Carolina del Sur, Wyoming, Utah, Arkansas, Iowa y Nebraska.
Después de 100 días, podemos proceder a un análisis preliminar de actuación de los estados bloqueados en comparación con los estados no bloqueados. La AIER ya ha publicado pruebas de que los estados en estado de alarma tuvieron tasas de desempleo elevadas.
The Sentinel, una fuente de información sin fines de lucro del Kansas Policy Institute, confirma nuestra investigación reportando los siguientes datos: los estados en estado de alarma tienen una tasa de desempleo general del 13,2%, mientras que los estados abiertos tienen una tasa de desempleo del 7,8%.

Pero, ¿quizás, este mejor rendimiento económico fue a expensas de la salud?
En términos de salud, los estados confinados tienen una tasa de mortalidad casi cuatro veces mayor por el COVID-19.

Los resultados no demuestran que el hecho de permanecer abierto haya dado necesariamente buenos resultados, pero ciertamente debería llevarnos a cuestionar la noción de que "los cierres han sido necesarios de lo contrario todos moriremos".
Ciertamente, pueda que existan muchos factores atenuantes. Los estados abiertos pueden haber tenido menos instalaciones de atención de la salud a largo plazo que hayan acogido a personas con baja esperanza de vida; en cada estado éstas representan alrededor de la mitad de todas las muertes debidas a los COVID-19 . De hecho, " los fallecimientos en un pequeño grupo del 1,7% de la población superan los fallecimientos en el 98,3% restante.
La densidad de población también varía de un estado a otro, lo que podría ser una variable explicativa. Los gobernadores de estados no exigieron a las residencias de ancianos que acepten pacientes infectados por el COVID. A principios de este mes, publicamos una investigación más detallada « Unemployment Far Worse in Lockdown States, Data Show» de la economista Abigail Devereux, que encontró resultados similares.
Los medios de comunicación nos dicen regularmente que los que se oponen al confinamiento anteponen la libertad y la riqueza a la seguridad y la salud. Pero como podemos ver en este examen minucioso de los resultados, los estados abiertos han experimentado menos dolor económico y menos dolor a causa de la propia enfermedad.
Vemos tentativas desesperadas por parte de los políticos, de los responsables de la salud pública y de los comentaristas de los medios de comunicación para comprender por qué los Estados Unidos han seguido e esta línea de confinamiento, las órdenes de permanecer en casa, las prohibiciones de viajes y de cuarentena casi universal, en violación de todos los principios que los Estados Unidos han celebrado en su cultura cívica.
Con la llegada de las pruebas de que los cierres no fueron ni económica ni médicamente eficaces, será cada vez más difícil para los defensores de los cierres reunir las pruebas para convencer al público de que el aislamiento de las personas, la destrucción de las empresas y las instituciones sociales valió la pena.
The American Institute for Economic Research