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"Cuando los jugadores se amontonan unos encima de otros tras una loca lucha por un balón suelto, es una batalla campal. No hay reglas. Todo vale. Eso es porque no hay nadie en el montón para controlar lo que está pasando" -Mike Thomas, redactor de deportes
Cualquier aficionado al fútbol debería estar familiarizado con lo que está ocurriendo ante nuestros ojos en estos momentos: se llama "pile on", una jugada brutal, frenética y desesperada para hacerse con el control y ganar poder mientras se aplasta al rival.
En esta analogía concreta, "nosotros, el pueblo" estamos atrapados en el fondo de ese montón, enterrados bajo una montaña de distracciones de pan y circo, preocupaciones económicas, desastres medioambientales, juegos de poder, acaparamientos de poder, redadas policiales, acusaciones y política de circo.
Los incendios forestales de Maui. Las acusaciones de Trump. Los problemas legales de Hunter Biden. Las inminentes elecciones presidenciales de 2024. El conflicto entre Ucrania y Rusia.
En medio de este montón de males, preocupaciones y crisis semifabricadas que caen con la frecuencia de un mazo, monopolizando la narrativa de los medios y eclipsando todas las demás noticias, es difícil mantenerse centrado en lo que realmente está pasando, y sin embargo algo se está gestando.
Presta atención.
Atrapados en el combate de boxeo partidista que es la política hoy en día, es fácil perder de vista lo que es real.
Las acusaciones contra Trump, la investigación de Hunter Biden y el parloteo de las clases políticas no son reales; son más sonido y furia, que al final no significan nada.
Como Aldous Huxley observó en Un mundo feliz revisitado:
"Las distracciones incesantes de la naturaleza más fascinante se utilizan deliberadamente como instrumentos de la política, con el propósito de evitar que la gente preste demasiada atención a las realidades de la situación social y política... Sólo los vigilantes pueden mantener sus libertades, y sólo aquellos que están constante e inteligentemente en el punto de mira pueden esperar gobernarse a sí mismos eficazmente mediante procedimientos democráticos."
Entonces, ¿qué es real?
Lo que es real es la multa de 5.000 dólares y la pena de cinco años de cárcel que podría imponerse a quien sea sorprendido conduciendo un inmigrante ilegal en su coche en el estado de Florida.
Lo que es real son las herramientas policiales de alta tecnología, como los perros robóticos equipados con todo tipo de armamento y tecnología de vigilancia, que están reescribiendo las normas básicas en lo que respecta a la privacidad y la seguridad.
Lo que es real es el pastor de Carolina del Norte que fue multado con 60.000 dólares por atender a los sin techo en la propiedad de la iglesia sin permiso.
Lo que es real es la revelación de que los funcionarios de Boston crearon y enviaron a la policía una lista de vigilancia de los críticos más acérrimos del alcalde, no muy diferente de las crecientes bases de datos del propio gobierno para los disidentes antigubernamentales.
Lo que es real es lo que ocurrió en Marion, Kansas, el viernes 11 de agosto de 2023, cuando la policía allanó la oficina del Marion County Record, saltándose a la torera las salvaguardias constitucionales destinadas a salvaguardar la libertad de prensa.
¿Estás empezando a hacerte una idea?
Los espectáculos mediáticos fabricados, amontonados uno tras otro, tienen un propósito muy real, que es distraernos de las constantes invasiones del gobierno de nuestras libertades.
En un contexto más amplio, estos incidentes individuales -la redada policial de un periódico de un pequeño pueblo, una prohibición estatal sobre quién puede estar dentro de tu coche, una multa escandalosa por dar de comer a los indigentes, el uso por parte de un político de una lista de enemigos para silenciar a los críticos- podrían pasar fácilmente desapercibidos, pero todos ellos forman parte de la tendencia del Estado policial a amontonarse: amontonar las distracciones, amontonar las represalias, amontonar las demostraciones de fuerza con el fin de destripar por completo cualquier cosa que se parezca remotamente a la oposición.
El Estado policial se ha embarcado en un asalto despiadado, sin prisioneros, sin cuartel, contra cualquiera que cuestione su autoridad, por no hablar de desafiar su asfixiante control del poder.
"Nosotros, el pueblo" -los clavos proverbiales de las tácticas de mano dura del estado policial- seremos martilleados para que obedezcamos, intimidados para que nos sometamos y aterrorizados para que guardemos silencio.
No importa qué partido domine en el Congreso o en la Casa Blanca: todos estamos en peligro por estas tácticas que inducen al miedo, alteran la mente, destruyen el alma y te machacan la cara.
De este modo, se está desatando la anarquía sobre la nación.
Día tras día, los crímenes del gobierno contra la ciudadanía se vuelven más atroces, más traicioneros y más trágicos. Y día tras día, los muros de la prisión que mantienen cautivo al pueblo estadounidense se hacen cada vez más ineludibles.
Las próximas elecciones y sus consecuencias mantendrán sin duda a la ciudadanía dividida y enfrentada, tan ocupada en luchar entre sí que nunca conseguirá presentar un frente unificado contra la tiranía en cualquiera de sus formas.
Sin embargo, el ganador ya está decidido.
Como predijo el escritor satírico estadounidense H.L. Mencken hace casi un siglo:
"Todas las probabilidades están del lado del hombre que es, intrínsecamente, el más taimado y mediocre - el hombre que puede disipar más hábilmente la noción de que su mente es un vacío virtual. La Presidencia tiende, año tras año, a recaer en este tipo de hombres. A medida que se perfecciona la democracia, el cargo de presidente representa, cada vez más estrechamente, el alma interior del pueblo. En algún gran y glorioso día, la gente sencilla de la tierra alcanzará por fin el deseo de su corazón y la Casa Blanca será adornada por un imbécil absoluto".
En otras palabras, como dejo claro en mi libro Battlefield America: The War on the American People y en su homólogo ficticio The Erik Blair Diaries, nada cambiará.
No se puede tener una forma de gobierno republicana -ni democrática, por cierto- cuando el gobierno se considera superior a la ciudadanía, cuando ya no opera en beneficio del pueblo, cuando el pueblo ya no puede reformar pacíficamente su gobierno, cuando los funcionarios del gobierno dejan de actuar como servidores públicos, cuando los funcionarios electos ya no representan la voluntad del pueblo, cuando el gobierno viola sistemáticamente los derechos de la gente y perpetra más violencia contra la ciudadanía que contra la clase criminal, cuando el gasto público no se justifica ni se contabiliza, cuando el poder judicial actúa como tribunales de orden y no de justicia, y cuando el gobierno ya no está obligado por las leyes de la Constitución.
WC: 984
John & Nisha Whitehead
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