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Le blog de Contra información


Las mentiras de los medios de comunicación y los ritos sagrados de la secta de la "vacuna" Covid

Publié par Contra información sur 2 Février 2022, 19:11pm

 Las mentiras de los medios de comunicación y los ritos sagrados de la secta de la "vacuna" Covid

La cobertura mediática de la muerte de Szilveszter Csollany muestra el hecho de ser catalogado como "antivacuna" depende más de lo que se piensa que de lo que se hace.

The Independent ha hecho una entrada temprana (y con fuerza) en la carrera para el premio al "peor periodismo del año", al informar ayer sobre la muerte del entrenador de gimnasia húngaro Szilveszter Csollany bajo el titular:

"El medallista de oro olímpico antivacunas Szilveszter Csollany muere de Covid, a los 51 años."

El problema evidente de este titular se vuelve claro a los tres párrafos del artículo: [nuestro énfasis]:

"Aunque Csollany, según [el periódico húngaro Blikk], había expresado opiniones contrarias a la vacunación en las redes sociales, el seis veces medallista mundial se había vacunado para poder seguir trabajando como entrenador de gimnasia".

El tratamiento periodístico es terrible, criminalmente malo.

Las pruebas aportadas para las supuestas "opiniones antivacunas" de Csollany son inexistentes. Un rumor de segunda mano, en el mejor de los casos. No hay citas directas ni proporcionan fuentes.

OffGuardian se avergonzaría de publicar algo tan poco convincente. Cualquier medio de comunicación debería estar avergonzado.

Pero, por supuesto, esa no es la parte más escandalosa: como se puede ver en la parte en negrita de la cita anterior, el supuesto "antivacuna" había sido "vacunado".

Sepultar eso en el artículo, con semejante título, es un engaño deliberado. Saben que mucha gente leerá el titular y asumirá que no estaba "vacunado" sin siquiera leer el artículo en sí, y cuentan con eso para difundir una impresión intencionalmente falsa.

La definición misma de desinformación.

Después de tergiversar deliberadamente la vida de este hombre, proceden hacer lo mismo con su muerte. Ni siquiera le conceden el respeto de una evaluación honesta de sus últimas semanas de vida e ignoran totalmente todas las cuestiones pertinentes relativas sobre su salud.

Nunca se preguntan por qué una persona de 51 años, hasta entonces sana, tuvo que ser conectada a un respirador artificial, ni se plantean cómo la neumonía asociada al respirador o el traumatismo inducido por el mismo ventilador pueden haber contribuido a su muerte.

El artículo admite de buen grado que murió "de Covid" después de haber sido "vacunado", pero ni siquiera intenta explicarlo, y en su lugar utiliza una frase vaga que sugiere que "contrajo el virus poco después de ser "vacunado" y, por lo tanto, no había desarrollado suficientes anticuerpos", lo que no está respaldado por ninguna opinión o fuente médica.

Después de admitir que ESTABA "vacunado", y sólo poco antes de su muerte, el artículo ni siquiera considera por un segundo la conclusión lógica obvia: la "vacuna" puede haber jugado un papel en su muerte, o haberlo matado.

Ni siquiera refuta la idea, simplemente se niega a reconocer su existencia.

Pero en realidad, el peor aspecto de este agujero negro de integridad no es el título deliberadamente engañoso, ni la falta de la más básica ética periodística, es mucho más profundo que eso. Hay un mensaje tácito oculto en el tono de la escritura, y también la presencia de un cambio en las definiciones lingüísticas que acompaña el artículo.

El pensamiento implícito enterrado en el texto es que, aunque había sido "vacunado", sus supuestas dudas significaban que seguía siendo "antivacunas" y, por tanto, merecía morir. Que al expresar sus "opiniones antivacunas" atrajo la maldición de Covid.

Como si hubiera atraído la ira de Dios al pronunciar una herejía.

No es la primera vez que vemos que la narrativa intenta separar el significado de "antivacuna” del estado de vacunación de una persona.

En Australia, el Primer Ministro de los Territorios del Norte, Michael Gunner, declaró recientemente a los medios de comunicación:

"Si apoyas o respaldas a alguien que argumenta en contra de la vacuna, eres un antivacunas, independientemente de tu estado personal de vacunación".

Sí, en Australia, una persona antivacunas puede ser una persona "vacunada" que "apoya" a otra persona que se opone a la "vacuna", y no tiene que estar de acuerdo con la persona antivacunas, con tolerar su opinión es suficiente. Se trata de un sistema de creencias digno de la Edad Media, en el que basta con oír hablar de herejía para quedar mancillado. Todo esto forma parte de la redefinición, o más bien de la ampliación de la redefinición, de lo que significa básicamente "antivacunas" en la mente de la gente. Otro "pivote de nuestra lengua".

A Szilveszter Csollany se le acusa de "expresar opiniones contrarias a la vacunación" en las redes sociales, pero en el clima actual esto puede significar casi cualquier cosa.

Oponerse a la vacunación obligatoria, a los pasaportes de vacunas o a inyectar a los niños vacunas que aún se están probando. Todas han sido calificadas como posiciones "antivacunas".

Podrías tener todas las vacunas que te hayan ofrecido, pero si rechazas la "vacuna" Covid porque no se conocen los datos de seguridad a largo plazo, seguirías siendo tildado de "antivacunas.

Y ahora puede que estés "vacunado", pero te tacharán de "antivacunas" porque ya has expresado tus dudas o has hecho preguntas. La inyección se ha convertido en el equivalente literal de un rito religioso, en el que tus creencias son tan importantes como tus acciones, quizá incluso más. Las "vacunas" son "seguras y eficaces", es el mantra de la era moderna, coreado en las capillas de la televisión.

Al principio, a la gente se le decía que si eras antivacunas, morirías, porque las "vacunas" son la sangre nueva de Cristo, y si las aceptas en tu corazón, se te promete la vida eterna.

Este condicionamiento ha llegado tan lejos que la gente lo invierte y lo escupe: ahora, si te mueres, debes haber sido antivacunas.

Estar "vacunado" pero no creer en la "vacuna" es tan malo como rechazar la "vacuna", y seguirás sin vacunar en espíritu."

Y como si se tratara de un cucking stool (N.del T: silla unida al extremo de un poste se usó en Inglaterra y Escocia para sumergir a los delincuentes en un estanque o río como castigo)  si -como el pobre Szilveszter Csollany- te pones la "vacuna" y mueres de todos modos, sólo demuestra que tu fe no era lo suficientemente fuerte, que en el fondo eras un antivacunas en secreto, y la prensa lo mencionará en tu obituario.

Todos los medios de comunicación hablan así.

No puedo decir si lo hacen de forma deshonesta para crear esa extraña atmósfera de fervor religioso, o si ni siquiera se dan cuenta de que lo que están haciendo porque están tan atrapados en el fanatismo. Y no estoy seguro qué es peor.

En cualquier caso, el objetivo es claro: establecer un mundo en el que ser "antivacunas" ya no se defina por lo que haces, sino por lo que dices y piensas, o incluso por lo que permites que otros piensen.

Una etiqueta que de todo uso, tan vaga que carece de sentido funcional, pero que se aplica universalmente a cualquiera que se desvíe aunque sea un grado de la corriente principal, convirtiéndolo en un forastero al que hay que evitar absolutamente.

Realmente es un culto. No hay otra manera de describirlo.

Kit Knightly

Off-guardian

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A
Seria muy positivo,para la comunidad internacional escuchar que,esos muchachos violentos del cartel de Sinaloa, caza periodistas que ,segun ellos, difaman de sus actividades,se ocuparan tambien de este tipo de periodistas, terroristas de la noticia,especialmente en lo referente al tema del Covid19
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