Cita de Sharaf AL FAQAWI, Gerente del Área de Humanidad e Inclusión de Gaza.
Al igual que los más de dos millones de palestinos en la Franja de Gaza, los trabajadores humanitarios también sufrimos hambre, somos desplazados y asesinados. Durante casi dos años, cada día, debemos hacer malabarismos entre sobrevivir a esta guerra, cuidar de nosotros mismos y de nuestras familias, y servir a los más vulnerables. El hambre ha alcanzado su punto álgido, con niños y bebés muriendo de hambre.
No hay comida, agua potable, medicamentos ni combustible, entre otras necesidades básicas. Cientos de personas mueren en los centros de distribución de ayuda militarizados; es una decisión difícil: morir de hambre o morir mientras intentan conseguir comida. No podemos operar ni atender plenamente a quienes lo necesitan porque carecemos de la ayuda y el equipo necesarios debido al bloqueo israelí, los bombardeos incesantes y el desplazamiento forzado, pero también porque nosotros mismos nos estamos debilitando por el hambre y la desnutrición.
Se puede ver el impacto en sus cuerpos y en sus ojos: nuestro personal se siente mareado, débil y sin energía. Aunque siguen comprometidos con su misión, ya no pueden concentrarse ni trabajar como antes. Muchas de nuestras actividades requieren movimiento y esfuerzo físico, como nuestras sesiones de concienciación sobre los riesgos de los artefactos explosivos y nuestro trabajo de rehabilitación física.
“Los próximos días son muy críticos, si esta situación persiste, podríamos ver a algunos trabajadores humanitarios de Humanity & Inclusion desmayarse mientras están de servicio”.
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