La verdad finalmente está rompiendo los muros de la censura y el engaño. Una base de datos japonesa recién publicada, que rastrea a 18 millones de ciudadanos vacunados, ha revelado un patrón aterrador: cuantas más vacunas contra el COVID-19 recibe una persona, más rápido es probable que muera. Los datos, silenciados por los gobiernos y desestimados por los medios corporativos, revelan un fuerte aumento en las muertes tan solo entre 90 y 120 días después de la vacunación, una tendencia que no se puede ignorar. Mientras el mundo lidia con un aumento vertiginoso del exceso de mortalidad, la insuficiencia cardíaca en jóvenes atletas y las muertes súbitas entre los vacunados, este informe explosivo confirma lo que los científicos disidentes advirtieron desde el principio: estas inyecciones experimentales nunca fueron seguras. Nunca se trataron de salud. Y ahora, la evidencia sugiere que podrían haber sido parte de algo mucho más siniestro.
Puntos clave:
- Una base de datos japonesa que rastrea a 18 millones de personas vacunadas revela un aumento letal en la mortalidad entre 3 y 4 meses después de la vacunación.
- El respetado profesor de la Universidad de Tokio, Dr. Yasufumi Murakami, advierte: “Cuantas más dosis recibas, más pronto tendrás probabilidades de morir”.
- Las muertes alcanzan su punto máximo antes con cada dosis adicional, lo que sugiere una toxicidad acumulativa por inyecciones repetidas de ARNm.
A diferencia de las personas vacunadas, las poblaciones no vacunadas no muestran tal aumento en la mortalidad, lo que desmiente las afirmaciones de que el COVID-19 en sí misma es la principal causa de muerte.
Un precedente histórico, como la retirada de la vacuna contra la gripe porcina en 1976 después de sólo 53 muertes, resalta la negligencia sin precedentes al permitir que estas vacunas permanecieran en el mercado.
Los datos que no querían que vieras
Cuando la periodista Masako Ganaha y un equipo de investigadores japoneses sortearon las trabas del gobierno para publicar este explosivo conjunto de datos, las implicaciones fueron innegables. Las cifras no mienten. Gráfico tras gráfico mostraban la misma aterradora tendencia: las personas vacunadas morían a tasas alarmantes a los pocos meses de su última dosis, mientras que las no vacunadas no experimentaban dicho pico. El Dr. Murakami, científico farmacéutico con más de 100 estudios publicados, no se anduvo con rodeos: «Si la vacuna no tuviera toxicidad ni indujera la muerte, no habría un pico. Ese es el punto».
La evidencia más contundente provino de un gráfico que registraba las muertes según el número de dosis. Quienes recibieron tres inyecciones murieron antes que quienes recibieron dos , y quienes recibieron dos murieron antes que quienes recibieron una. El período de máxima mortalidad (90 a 120 días después de la inyección) coincidió inquietantemente con los informes de muertes súbitas en todo el mundo, desde atletas sanos que se desplomaron en el campo hasta jóvenes profesionales que murieron mientras dormían.
Una traición a la confianza pública
Los gobiernos y las gigantes farmacéuticas aseguraron al mundo que estas vacunas eran "seguras y eficaces". Silenciaron la disidencia, censuraron a los médicos y difamaron a los escépticos, acusándolos de teóricos de la conspiración. Sin embargo, aquí, con datos contundentes, se encuentra la prueba de que sabían —o deberían haber sabido— la verdad. La vacuna contra la gripe porcina de 1976 fue retirada tras tan solo 25 muertes. Hoy, con millones de muertos o heridos, ningún país ha suspendido la vacunación contra la COVID-19.
El Dr. Peter McCullough, destacado cardiólogo y uno de los primeros críticos del despliegue de la vacuna, lo expresó sin rodeos: «Es inaceptable que alguien se inyecte voluntariamente y muera. Es absolutamente inaceptable». Sin embargo, esto es exactamente lo que ha sucedido, a una escala que eclipsa cualquier escándalo médico de la historia moderna.
Los no vacunados tenían razón desde el principio
Mientras que los vacunados se enfrentan ahora a un futuro incierto —plagados de proteínas de pico tóxicas, trastornos autoinmunes y daños cardíacos—, los no vacunados se sienten reivindicados. Resistieron una de las campañas de propaganda más agresivas de la historia, soportando la pérdida de empleos, el ostracismo social e incluso la segregación forzada. Ahora, mientras el exceso de muertes se dispara entre los vacunados, los no vacunados se mantienen más sanos, más libres y vivos, con sus almas intactas.
No se trata solo de ciencia. Se trata de negligencia criminal, avaricia corporativa y una agenda de despoblación oculta a simple vista. Los datos japoneses son una llamada de atención. La pregunta es: ¿escuchará el mundo antes de que sea demasiado tarde?Lance D Johnson
Las fuentes incluyen: