Overblog
Editer l'article Suivre ce blog Administration + Créer mon blog

Le blog de Contra información


ANATOMÍA DE UN GENOCIDIO

Publié par Contra información sur 1 Février 2025, 14:14pm

El carnicero de Gaza

El carnicero de Gaza

El informe oculto de la ONU, titulado "Anatomía de un genocidio", fue presentado en la 55ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Escrito por cinco organizaciones internacionales y en colaboración con tres ONG israelíes, revela una realidad abominable y poco conocida, en una serie de crímenes de guerra, violaciones de derechos humanos y atrocidades insoportables cometidas por Israel contra la población palestina. 

Este documento, inicialmente oculto y sometido a presiones internacionales para impedir su publicación, ofrece una visión escalofriante de las prácticas bárbaras e inhumanas de Israel, incluida la violencia sexual, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura sistemática y el uso de armas de destrucción masiva, como el uranio empobrecido. Y pone de relieve el sufrimiento infligido a cientos de miles de palestinos, víctimas de una guerra destinada a aniquilar su existencia y su dignidad.

Pero más que una simple exposición de hechos, este informe revela sobre todo un sistema internacional profundamente desigual en el que Israel, aunque responsable de estas atrocidades, sigue beneficiándose de una vergonzosa impunidad gracias a la complicidad tácita de las potencias mundiales, en particular de Estados Unidos, y algunos países europeos corrompidos por el sionismo. Y a pesar de las reiteradas resoluciones de la ONU, Israel sigue ignorando todas las decisiones internacionales, desafiando así el derecho internacional y perpetuando una política de ocupación ilegal y colonización abyecta. Este desprecio por el derecho internacional plantea la pregunta crucial de por qué estas colonias sedientas de sangre, a pesar de sus crímenes sistemáticos y probados, parecen estar protegidas de cualquier forma de sanción o justicia.

En este sentido, es imperativo que la comunidad internacional deje de hacer la vista gorda ante este chantaje de antisemitismo y de inversión acusatoria. Al igual que los criminales de guerra nazis juzgados en Núremberg después de la Segunda Guerra Mundial, los funcionarios israelíes (descendientes del Holocausto, dicen) deben ser juzgados por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Ya no se puede tolerar la impunidad de que goza Israel. Ya es hora de que se haga justicia, de que los responsables de estas atrocidades rindan cuentas y de que Palestina pueda finalmente disfrutar de los derechos fundamentales a los que aspira: paz, dignidad y libertad.

En este mundo nauseabundo donde los informes de la ONU son considerados piedras angulares de la verdad internacional, excepto para los sanguinarios líderes de Israel, hay, sin embargo, realidades que los líderes internacionales prefieren ocultar en las sombras. Una de estas realidades, que está siendo desesperadamente silenciada, es el contenido de este informe extremadamente alarmante que denuncia muchas de las atrocidades cometidas por Israel en las cárceles israelíes, así como en la Franja de Gaza. Elaborado en colaboración entre cinco organizaciones internacionales y tres ONG israelíes, este repugnante informe contiene revelaciones que exponen claramente crímenes de guerra y violaciones masivas de los derechos humanos, que van mucho más allá de los horrores habitualmente imaginados.

El informe, llamado "Anatomía de un Genocidio", ahora conocido como "Informe Encarcelado", presenta hechos condenatorios y su propia existencia está bajo presión. La publicación de este documento se ve dificultada por presiones, sobre todo por parte de las potencias occidentales, con el evidente objetivo de impedir que el mundo entero conozca lo que realmente está sucediendo en las cárceles israelíes y en los territorios palestinos ocupados. Estas fuerzas conocidas juegan un papel en el encubrimiento de verdades aterradoras, tal vez porque serían demasiado difíciles de enfrentar y, más aún, porque expondrían conductas de brutalidad y corrupción indescriptibles, si no el chantaje que se ejerce sobre los miembros de estas Instituciones.

El informe comienza con una descripción escalofriante de violaciones y ejecuciones sumarias en las cárceles israelíes. Con 112 casos documentados que involucran a prisioneras en Gaza, la escala de esta violencia parece ser superada por el silencio cómplice de la comunidad internacional. Entre estas violaciones, tres involucraron a víctimas vírgenes, una de las cuales fue cometida por múltiples perpetradores. Una de estas víctimas fue trasladada bajo vigilancia internacional a un lugar secreto y se ha revelado que actualmente está embarazada, un terrible símbolo de la inhumanidad de los soldados de las FDI que algunos quieren ignorar.

En otra dimensión de este horror, el informe documenta la ejecución sistemática de 87 detenidos palestinos, con disparos en la cabeza en estas mismas cárceles israelíes. Estas ejecuciones tuvieron lugar en condiciones particularmente crueles, con cuerpos arrojados como basura en las calles de Gaza en un acto de flagrante deshumanización, que ha conmocionado incluso a las más altas autoridades de derechos humanos. Estas víctimas son “los invisibles”, aquellos que queremos borrar de la Historia reduciéndolos a números y hechos aislados. Este informe revela sus nombres, su sufrimiento y su lucha silenciosa.

Pero no se limita a relatar incidentes individuales de brutalidad e impunidad de estos locos sedientos de sangre. Nos sumerge en un mundo donde la tortura va más allá de todo lo que hemos visto en casos infames, como los de la bahía de Guantánamo o la prisión de Abu Ghraib. En estas cárceles israelíes se aplican sin descanso técnicas de tortura “bárbaras y sin sentido”. Y los testimonios recogidos dan cuenta de escenas de violencia física, pero también de psiquis destrozadas, en un despreciable sistema israelí donde el sufrimiento está institucionalizado. Lo que aquí se muestra va más allá de los límites de lo tolerable y, sin embargo, estos actos no sólo son tolerados, sino que incluso se convierten en una política declarada y proclamada en todos los canales de televisión. Una política que, según el informe, pretende destruir a la humanidad, aniquilar toda forma de resistencia aplastando a quienes se atreven a resistir.

Una de las revelaciones más impactantes es el ataque deliberado contra familias palestinas inocentes. Más allá de simples ataques militares, estamos hablando aquí de una estrategia sistemática, aprobada desde los primeros días del conflicto por el gobierno de Netanyahu, que ataca directamente a los civiles. De hecho, el ejército israelí ha validado un plan para exterminar a las familias de militantes palestinos, con el objetivo de eliminar hasta 150.000 civiles en un intento de erradicar toda oposición. Este plan, no sólo de una crueldad sin precedentes, demuestra la intención de destruir los cimientos mismos de la sociedad palestina atacando a todos aquellos que no son soldados ni combatientes. Miles de niños han sido atacados, familias enteras han sido exterminadas, y esto con la aprobación de las autoridades israelíes y la protección de Estados Unidos y la Unión Europea.

Pero este informe va aún más allá al exponer los problemas económicos detrás de esta guerra. No sólo se emplearon mercenarios en gran número, sino que también fueron enviados al campo de batalla para librar una guerra opaca. Veintidós compañías militares privadas estadounidenses fueron contratadas para apoyar las operaciones israelíes y, entre ellas, cientos de mercenarios perdieron la vida, cuyos cuerpos fueron amontonados en un barco estadounidense convertido en una morgue flotante. Las familias de estos mercenarios aún desconocen el trágico destino de sus seres queridos. En esta vil guerra en nombre de la supremacía judía y de un plan inmobiliario llamado “gran Israel” enmascarado por una ideología mesiánica tan mendaz como arcaica, la vida humana ya no parece tener valor alguno.

Además, la riqueza robada de Gaza por las tropas israelíes en forma de oro y plata se estima en más de 370 millones de dólares, una cifra que revela otro aspecto atroz de este conflicto con la búsqueda sistemática de beneficios a través de los crímenes y el saqueo de los recursos naturales de la región. recursos. Sin mencionar las reservas de gas y petróleo en alta mar.

La ONU también revela el uso de armas particularmente devastadoras e ilegales, incluida una gran proporción de las bombas lanzadas sobre Gaza que estaban tratadas con uranio empobrecido. Más del 70% de las bombas lanzadas sobre Gaza estaban tratadas con este material, devastando no sólo a las poblaciones inmediatas sino también el suelo, el agua y el aire. La exposición a esta radiación provoca cánceres, defectos de nacimiento y enfermedades crónicas que afectarán a la población palestina durante décadas. Este material, con efectos devastadores a largo plazo, ha contaminado el suelo y el agua, provocando enfermedades y cáncer. Y la inhalación de polvo de uranio de las explosiones sigue siendo una amenaza para las futuras generaciones en Gaza. Esto no sólo contribuye al sufrimiento inmediato, sino que los efectos a largo plazo probablemente serán mucho más graves y desencadenarán una espiral de enfermedades que seguirá acosando a estas poblaciones durante décadas.

Las tierras de Gaza, ya agotadas por años de bloqueo y guerra, se han convertido ahora en un territorio irradiado, condenando a sus habitantes a vivir con la amenaza invisible del cáncer. Esta dimensión del legado tóxico de la guerra rara vez se aborda en los debates públicos, pero es una realidad ineludible que afectará no sólo a Gaza, sino a toda la región del Medio Oriente, con implicaciones internacionales.

Por último, el informe pinta un panorama devastador del trauma psicológico infligido a los civiles en Gaza, especialmente a las mujeres y los niños. El 90% de las mujeres y los niños de la región sufren traumas profundos y se han registrado más de 5.000 casos de "pura locura", cifras que subrayan la magnitud y la inhumanidad de esta masacre abierta. Estas personas han perdido a sus seres queridos, su seguridad y, ahora para muchos de ellos, su salud mental. Los efectos de estos traumas se extenderán mucho más allá de la guerra misma, hundiendo a Gaza en una crisis de una magnitud inimaginable para el cerebro normal.

A medida que uno continúa analizando este informe, se hace evidente que la violencia que se desarrolla en Gaza no fue sólo una respuesta militar a un conflicto, sino una guerra sistemática y calculada contra gente inocente por parte de una banda de locos sedientos de sangre. La estrategia de bombardeo ha adquirido una escala devastadora y el ataque a la infraestructura civil es un ejemplo claro. Según testimonios recogidos por las organizaciones que colaboraron en la elaboración de este informe, una proporción alarmante de los ataques israelíes tuvieron como objetivo deliberadamente zonas residenciales, hospitales, escuelas e incluso lugares de culto cristianos y musulmanes. Estos fueron destruidos sistemáticamente, con regocijo por parte de los soldados que se filmaron en TIK-TOK y sin ninguna consideración por la vida humana. El objetivo no era sólo destruir objetivos militares, sino asesinar la esencia misma de la vida cotidiana de la población palestina.

La lectura de este informe también nos informa sobre el ataque a una torre residencial en Tel al-Hawa. Un piloto israelí testifica de su valiente decisión de negarse a bombardear objetivo donde viven 48 niños Tras una inspección visual desde el avión y la confirmación de que en el edificio había numerosas vidas humanas, decidió no obedecer las órdenes. Sin embargo, sus superiores insistieron y 17 minutos después, otro piloto realizó el bombardeo, matando a sangre fría a todos los ocupantes, ¡incluidos los 48 niños! Este tipo de acciones parece ser parte de una lógica militar deliberada de reducir la existencia civil a cenizas, como un mensaje a la población de Gaza: "No esperéis ninguna seguridad, ni siquiera en casa". Esta mentalidad de terror generalizado, digna de los mayores psicópatas, ha alimentado la devastación psicológica y la violencia física, asegurando que cada familia esté bajo la amenaza constante de un ataque aéreo que no tiene nada que ver con la guerra, sino con un genocidio preparado con meses de antelación.

Más allá de las bombas y las armas, lo que caracteriza esta guerra es sobre todo el uso de los medios de comunicación modernos para sembrar confusión y miedo entre la población civil. Los servicios de inteligencia israelíes han llevado a cabo una campaña sistemática de acoso psicológico, efectuando más de tres millones de llamadas telefónicas a residentes de Gaza. Estas llamadas eran amenazas directas que afirmaban que si los residentes no proporcionaban información sobre presuntos objetivos militares, sus casas serían bombardeadas y sus familias asesinadas. Esta práctica es una forma de tortura mental colectiva, un medio para obligar a la población a cooperar bajo la presión de una amenaza de muerte inmediata. Incluso el Tercer Reich de Hitler fue más razonable y sabio que estos degenerados.

También se analiza el uso de la desinformación, el chantaje, la corrupción y la manipulación de la opinión pública a escala internacional a través de medios de propaganda sujetos a esta demoníaca entidad sionista. A medida que se llevaban a cabo bombardeos masivos, se creaban o alteraban imágenes y narrativas mediante computadoras utilizando inteligencia artificial para justificar la violencia, camuflando la brutalidad real de la operación bajo una capa de propaganda vil. Este tipo de manipulación también ha llevado a una parte de la comunidad internacional a mirar para otro lado, ciega ante el sufrimiento infligido al pueblo de Gaza.

Pero el aspecto del informe que merece especial atención es el que aborda la cuestión del desplazamiento forzado de las poblaciones palestinas. Un punto preocupante es la creación de un puerto temporal en Gaza, un proyecto que, según algunos analistas, no pretende facilitar la ayuda humanitaria como se quisiera creer, sino más bien permitir un transporte masivo de palestinos hacia Europa. Este plan de "migración forzada" sería apoyado por tres países europeos, Francia, Alemania e Inglaterra, en un intento de vaciar completamente la Franja de Gaza de su población e importar el conflicto a nuestro continente. Este proyecto parece surgir directamente de una pesadilla geopolítica en la que se buscan disociar a Gaza de su pueblo, borrar la historia y aniquilar todo rastro de la existencia palestina en esta tierra. Así que surge inevitablemente la pregunta de si este es un proyecto de limpieza étnica a gran escala, disfrazado de apariencias humanitarias y que permite a los agentes sionistas destruir también a Europa Occidental. ¡Este “Edom” que tanto odian!

Porque el desplazamiento forzado es un arma insidiosa. Allí donde las armas ya no bastan, el desplazamiento masivo de poblaciones permite borrar una identidad, una cultura y una historia en una sola maniobra. Este fenómeno no puede considerarse una simple consecuencia de la guerra, sino más bien un objetivo militar que pretende eliminar definitivamente toda resistencia a la ocupación ilegal israelí que dura más de 70 años, al tiempo que obliga a los palestinos a abandonar sus tierras, a renunciar a sus tierras y a abandonar sus territorios. su hogar, para borrar su pasado y su futuro.

Además, otro aspecto que se destaca en este informe se refiere a la implicación de potencias externas en la escalada de violencia a través de mercenarios ya utilizados en Ucrania. No se trata, pues, simplemente de una guerra entre Israel y Gaza, sino de un conflicto globalista alimentado por actores externos, en particular Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países occidentales. Este apoyo militar inquebrantable de Israel se ha demostrado a través de entregas de armas, asesores militares y operaciones conjuntas con empresas militares privadas.

El informe revela, pues, un uso generalizado de mercenarios para llevar a cabo operaciones terrestres, en una guerra en la que las vidas de los soldados regulares parecen no tener más valor que las de los civiles. El papel de estas empresas militares privadas es aún más insidioso porque permite ocultar la participación directa de los gobiernos en actividades de guerra, al tiempo que minimiza los riesgos políticos y mediáticos. Fuera de la vista, fuera de la mente, estas empresas brindan cobertura que protege a los verdaderos responsables de la guerra y sus atrocidades.

Este "informe encarcelado" constituye por tanto un último llamamiento a la humanidad para que abra los ojos ante los horrores que tienen lugar en las cárceles israelíes y en las calles de Gaza, en nombre de una ideología arcaica y nociva para todo el planeta, que ya es hora de que se haga justicia. eliminar con el mismo ardor con que eliminan a sus oponentes. Expone hechos que han sido ignorados durante demasiado tiempo, violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra que no sólo deben ser conocidos por todo el mundo, sino que requieren acciones concretas para poner fin a esta impunidad bajo el pretexto de un Holocausto que reproducen. ¡peor! Y la inacción ante estas atrocidades sólo consolida una injusticia que continúa propagándose y destruyendo vidas en nombre de un grupo étnico de psicópatas comprobados que nunca se han integrado a naciones reales en más de 2.000 años.

Es imperativo que la comunidad internacional asuma su responsabilidad y se comprometa verdaderamente en la lucha contra las violaciones de los derechos humanos de las que se ha beneficiado generosamente hasta el punto de perpetrar lo indecible. Sin embargo, el silencio cómplice de las potencias occidentales corruptas y la manipulación de los medios de propaganda son las herramientas que permiten que este ciclo de violencia continúe. Como ciudadanos del mundo, tenemos la responsabilidad de desafiar estas narrativas simplistas, exigir justicia y reparaciones por el sufrimiento infligido a Gaza y sus residentes y, lo más importante, castigar a los responsables como se merecen en virtud de los tratados de Nuremberg.

Este informe sobre el genocidio en curso debe publicarse ampliamente y discutirse en todos los foros internacionales, y los responsables de estas atrocidades deben rendir cuentas, no solo por los crímenes pasados, sino también por las consecuencias devastadoras que seguirán plagando esta región, como en el resto del mundo, para las generaciones venideras.

Una de las principales constantes del comportamiento de Israel en el escenario internacional ha sido su sistemático desprecio por las resoluciones de la ONU. Si bien las Naciones Unidas se han pronunciado reiteradamente sobre las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por esta colonia sedienta de sangre llamada Israel, este último ha ignorado sistemáticamente estos llamados a la paz y la justicia con impunidad. Durante décadas, Israel ha aplicado una política expansionista bárbara y cruel mediante la colonización ilegal de tierras palestinas, la ocupación militar de Cisjordania y ahora de todos los países vecinos, violando al mismo tiempo los principios fundamentales del derecho internacional humanitario y militar.

Este desprecio por las resoluciones internacionales no es una simple falta de conducta, sino un sistema organizado de desafío despiadado al derecho internacional, un desafío feroz que forma parte de una lógica de dominación colonial asesina. Sin embargo, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha adoptado numerosas resoluciones condenando la ocupación israelí y pidiendo respeto por los derechos palestinos. Entre estas resoluciones, la Asamblea ha exigido constantemente el fin de los asentamientos israelíes en Cisjordania, así como la retirada de los territorios ocupados después de la guerra de 1967. Pero Israel nunca ha tenido en cuenta estas decisiones, prefiriendo expandir continuamente sus asentamientos, con el apoyo tácito o explícito de ciertas potencias occidentales, en particular de Estados Unidos, gracias en particular al AIPAC.

La indiferencia israelí ante estas resoluciones ha sentado un precedente peligroso en el derecho internacional y podría resultar contraproducente para los responsables y otras personas. Habiendo demostrado que si una colonia ilegal puede, impunemente, ignorar las decisiones de las Naciones Unidas, sin temor a sanciones o medidas coercitivas, otras naciones podrían rápidamente seguir ese ejemplo. Esto ha contribuido en gran medida a hacer de la ONU una institución cada vez más desacreditada, en lugar de una organización que impone el respeto a la justicia y los derechos humanos en todo el mundo, como la CPI.

El caso israelí va mucho más allá de la simple transgresión de una o dos resoluciones aisladas. Porque esto supone una negación sistemática de los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional. Israel no sólo ha ignorado las resoluciones sobre los asentamientos y el reconocimiento de los derechos palestinos, sino que también ha violado los principios mismos del derecho humanitario y militar, en particular mediante sus políticas de deportaciones masivas, desplazamiento forzado y destrucción de bienes civiles. Lo que es aún más repugnante es que estas violaciones no son sólo el resultado de actos aislados, sino de una política oficial y planificada, apoyada por un gobierno, en su mayoría ni siquiera semitas, donde las decisiones apuntan deliberadamente a fragmentar Palestina, haciendo su gente desaparece y se destruye cualquier posibilidad de autodeterminación.

Los abusos documentados en el "informe encarcelado" refuerzan la idea de que el Estado de Israel está siguiendo una política que está lejos de ser una respuesta legítima a los ataques de grupos militantes como HAMAS. Al contrario, es una guerra sistemática, casi genocida, contra una población civil. Los hechos de violencia denunciados no son un incidente aislado ni los excesos de algunos soldados israelíes, sino más bien un plan de acción llevado a cabo por un gobierno muy consciente de la naturaleza de sus acciones. Esto incluye asesinatos selectivos, bombas de uranio empobrecido, tortura sistemática y guerra psicológica contra los civiles de Gaza. Y, sin embargo, hasta ahora no ha habido consecuencias internacionales. Entonces ¿qué se debe hacer? 

Este sistema de represión, deshumanización y negación de los derechos fundamentales de los palestinos recuerda tristemente las peores horas de la historia moderna, en particular el apartheid en Sudáfrica o el intento del Tercer Reich de "purificar" la Tierra. Los paralelismos entre las políticas israelíes y el régimen sudafricano de segregación racial, como el de exterminio nazi, son obvios, y la escala de la brutalidad israelí parece superarlos incluso. La comunidad internacional puso fin al apartheid sudafricano no ignorando los crímenes de ese régimen, sino condenándolo enérgicamente, imponiendo sanciones y apoyando las luchas por la libertad y la autodeterminación del pueblo negro. El reconocimiento de la Shoah hizo lo mismo, ¡pero son los descendientes judíos de estos mártires europeos quienes hoy lo están haciendo peor!

El hecho de que la impunidad israelí haya durado décadas, desafiando las normas internacionales, plantea la pregunta candente de por qué este doble rasero. ¿Por qué algunos regímenes, a pesar de sus violaciones sistemáticas de los derechos humanos, parecen protegidos por la cobertura internacional, mientras que otros son rápidamente objeto de sanciones y condenas?

Ya es hora de que el mundo exija rendición de cuentas. E Israel debe ser condenado al ostracismo por las naciones por sus crímenes sistemáticos y sus violaciones del derecho internacional. La impunidad de la que este Estado ha gozado durante tanto tiempo ya no puede tolerarse. Los funcionarios israelíes, ya sean políticos, militares o de otro tipo, deben ser juzgados de la misma manera que los criminales de guerra nazis fueron juzgados en el Tribunal de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial. Así como sus partidarios dispersos por todos los países y medios de propaganda afiliados. Los horrores de Gaza, las masacres de civiles, las ejecuciones extrajudiciales, las torturas y los genocidios culturales exigen una respuesta del mismo calibre que la dada a los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

La justicia no debe ser sólo un principio moral, sino una necesidad histórica. Los crímenes israelíes en Palestina no pueden ser desestimados ni justificados con pretextos políticos o mesiánicos, y menos aún por los descendientes de aquellos salvados del Holocausto. La persistencia de estos crímenes, no sólo sobre el terreno sino también en el discurso diplomático, hace de la impunidad israelí una auténtica mancha en la conciencia internacional y podría despertar el regreso de ideologías hitlerianas tan arcaicas como el mesianismo judío.

El Tribunal de Núremberg sentó un precedente y es perfectamente posible juzgar a criminales de guerra independientemente de su estatus, país de origen o poder. La misma justicia debe aplicarse hoy a los dirigentes israelíes y a sus aliados. La Unión Europea, las Naciones Unidas y todas las potencias que dicen defender los derechos humanos deben ponerse de pie y exigir que estos dirigentes sean juzgados por sus acciones, empezando por encarcelar a sus partidarios en estos países. No se trata de una exigencia teórica ni de principios abstractos, sino de una cuestión de hacer justicia a cientos de miles de palestinos, verdaderos semitas, que han sido reducidos al silencio, a la opresión y al genocidio cultural por un grupo de bárbaros despiadados escondidos bajo un "derecho de memoria" protector, pero que ellos mismos han olvidado hace mucho tiempo.

Es deber de cada nación y de cada individuo de la comunidad internacional desafiar esta impunidad abyecta y apoyar a quienes exigen justicia para el pueblo palestino. Es imperativo fortalecer los mecanismos jurídicos para garantizar que los responsables de estos crímenes sean llevados ante las cortes internacionales de justicia, ya sea la Corte Penal Internacional o cualquier otro tribunal competente.

Es una lucha por la dignidad humana, por la justicia, por la igualdad. No puede haber lugar para el olvido ni para justificar atrocidades bajo el pretexto de la seguridad, la legitimidad política o el supremacismo mesiánico. Los funcionarios israelíes deben rendir cuentas de sus acciones, como lo fueron los nazis en su época y por las mismas razones. La comunidad internacional debe actuar para que Palestina, como todos los demás pueblos, pueda finalmente vivir en la libertad, la paz y la dignidad que merece.

Así como los perpetradores nazis del Holocausto fueron juzgados en Núremberg, quienes orquestan los crímenes israelíes deben ser juzgados por todos los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y políticas de apartheid que imponen al pueblo palestino. Sólo entonces podrá restablecerse la justicia global. De lo contrario, la ley del más fuerte tendrá que empezar a aplicarse nuevamente y muchos se sorprenderán por la reacción... 

Phil BROQ.

NB: el enlace al informe:  https://unric.org/fr/onu-et-la-crise-au-proche-orient-gaza/

jevousauraisprevenu

Pour être informé des derniers articles, inscrivez vous :
Commenter cet article

Archives

Nous sommes sociaux !

Articles récents