La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ahora está incorporando a sus actividades la enseñanza a personas influyentes sobre cómo “verificar los hechos”.
La UNESCO afirma que los influencers se han convertido en “fuentes primarias de noticias e información cultural” en todo el mundo, lo que la llevó a realizar una encuesta sobre cómo estas personalidades en línea verifican las “noticias” que presentan.
Puede que los ciudadanos de los países miembros de las Naciones Unidas estén contentos o no con el modo en que se gasta el dinero de sus contribuyentes para financiar la organización mundial. Pero la UNESCO no solo está realizando encuestas, sino que también está desarrollando un curso de capacitación para dichos influenciadores (a los que también se hace referencia indistintamente como creadores de contenido en los comunicados de prensa).
El objetivo es enseñarles no solo a “reportar misinformación, desinformación y discursos de odio”, sino también a colaborar con los medios tradicionales y los periodistas de estos medios, con el fin de “amplificar la información basada en hechos”.
La encuesta, titulada “Detrás de las pantallas”, se realizó junto con investigadores de la Bowling Green State University de Estados Unidos. Participaron 500 influencers de 45 países y los hallazgos clave, según la UNESCO, son que el 63 por ciento de ellos “carece de protocolos de verificación de datos rigurosos y sistemáticos”, pero también que el 73 por ciento dijo que “quiere recibir capacitación”.
Esta agencia de la ONU también presenta los resultados como una muestra de que los encuestados están “luchando” contra la desinformación y el discurso de odio y están “pidiendo más capacitación”.
La UNESCO justifica su esfuerzo por enseñar a los influencers a verificar “rigurosamente” los hechos refiriéndose a su mandato de alfabetización mediática e informacional. El informe lamenta que los medios tradicionales se hayan convertido “solo en la tercera fuente más común (36,9%) para los creadores de contenido, después de su propia experiencia y sus propias investigaciones y entrevistas”.
Parecería que los creadores de contenido y las personas influyentes se guían por el sentido común, pero la UNESCO quiere que forjen vínculos más estrechos con los periodistas (en concreto, los de los medios tradicionales; la UNESCO parece muy dispuesta a enfatizarlo varias veces).
Bajo la apariencia de preocupación, la agencia también advierte esencialmente a los creadores/influencers que deberían conocer mejor las regulaciones y los “estándares internacionales” que rigen los medios digitales, para evitar la “incertidumbre legal” que los expone a “procesamiento y condena en algunos países”.
Ahora, la UNESCO y el Centro Knight para el Periodismo en las Américas, con sede en Estados Unidos, han puesto en marcha un curso de un mes en el que participan 9.000 personas de 160 países. El objetivo es capacitarlas para “abordar la desinformación y el discurso de odio y proporcionarles una base sólida en las normas internacionales de derechos humanos”.
La iniciativa parece un intento de lograr que los periodistas “tradicionales” influyan sobre los influencers y traten de apuntalar sus medios, que están experimentando una erosión de la confianza entre sus audiencias.
Didi Rankovic