Te sumerges en una madriguera de conejos tras otra, buscando al hombre detrás de la cortina. Has visto lo suficiente para convencerte de que todo lo que te han enseñado sobre el mundo es falso, y ahora sólo es cuestión de averiguar quién es el verdadero responsable de semejante desastre.
Durante un tiempo, tu búsqueda parece fructífera. Descubres que en realidad no vives en una democracia como te enseñaron, donde los ciudadanos influyen en el comportamiento del gobierno a través de sus votos, ni siquiera en una nación soberana independiente como aprendiste en la escuela. Descubres que tu país forma parte de una estructura de poder mundial que funciona como un imperio, el imperio más poderoso que jamás haya existido. Y descubres que este imperio tiene líderes que no son responsables ante el electorado de ninguna manera, y que no actúan para promover los intereses del público, sino para avanzar en su agenda de dominación planetaria.
Entonces, ¿quiénes son los conductores del imperio? Te sumerges en más madrigueras de conejos. Descubres agencias gubernamentales secretas con operativos de larga data que no se van con el gobierno oficial electo saliente, sino que se quedan, ayudando a mantener los engranajes del imperio girando independientemente de a quién elijan los votantes para ser la cara de la operación. Descubres un sistema de puertas giratorias en el que los mismos gestores del imperio entran y salen de los puestos del gobierno oficial electo, trabajando en grupos de reflexión y consejos asesores del complejo militar-industrial y en los medios de comunicación cuando los miembros de su partido están fuera del poder y vuelven a entrar cuando les toca el turno.
Descubrirás a plutócratas que utilizan su enorme riqueza para influir en la política gubernamental a través de donaciones para campañas electorales, influyentes grupos de reflexión, control de los medios de comunicación de masas y grupos de presión empresariales, que a menudo operan con -y se benefician de- un enorme solapamiento con las agencias gubernamentales. Se descubren organizaciones e instituciones en las que los ricos y poderosos se reúnen y coordinan para impulsar sus programas, a menudo con un alto grado de secretismo.
Pero en todas estas pesquisas y descubrimientos, sigues sin encontrar a ningún hombre detrás de la cortina. Te das cuenta de que cualquiera de las personas a las que has estado observando podría morir mañana y la maquinaria imperial seguiría funcionando sin interrupción. Podría producirse una gran revolución violenta y estas personas podrían ser guillotinadas por millares y, a menos que se hicieran cambios drásticos en los sistemas que les dieron origen, alguien más ocuparía su lugar.
Así que empiezas a investigar los sistemas. Empiezas a investigar los sistemas económicos, los sistemas financieros, cómo se distribuyen los recursos, cómo se asigna el dinero, cómo se explota el trabajo, cómo se extrae la riqueza. Llegas a ver cómo nuestra civilización se ha convertido en una gigantesca máquina generadora de riqueza para una clase de ricos explotadores que utilizan la propaganda, las leyes de propiedad, la escasez artificial, el cercamiento de los bienes comunes y el robo a las poblaciones indígenas, todo ello en torno a este concepto inventado del dinero que se traduce directamente en poder político bajo nuestros sistemas actuales. Debido a que las personas que son más hábiles en la obtención de cantidades masivas de riqueza / poder son los que son lo suficientemente carente de empatía para hacer lo que sea necesario para obtenerlo, naturalmente nos encontramos gobernados por sociópatas. Y siempre será así, hasta que esos sistemas cambien.
Profundizas aún más. Descubres que no sólo te han dado información falsa sobre cómo funcionan los gobiernos y las naciones, sino que también te han dado información falsa incluso sobre tus suposiciones más básicas sobre la realidad. Descubres en tu propia experiencia que no existe tal cosa como un yo separado; que a lo que nos referimos lingüísticamente como "yo" y "mí" son delirios psicológicos que sustentan la mayor parte del sufrimiento y la disfuncionalidad de la especie humana. En realidad, los seres humanos son inseparables de la biosfera de la que surgieron, que a su vez es inseparable del universo del que surgió, que a su vez es inseparable del Big-Bang-O-lo que fuese que surgió. Todo es uno, y el yo es una mentira.
Y te das cuenta de que esto también es cierto para todos los oligarcas y gerentes de imperios a los que has estado observando. No son entidades separadas que actúan en el mundo, son grupos de condicionamientos y traumatismos que heredaron de sus antepasados, que se transmitieron a través de su herencia evolutiva del caos y la confusión inherentes a la existencia como pequeños animales de presa que caminaban por la tierra hace millones de años. No son más que remolinos en un mar de energía inefable como cualquier otra persona, sonámbulos por la vida azotados por fuerzas inconscientes en su interior que no comprenden.
Y entonces te das cuenta de que no hay ningún hombre detrás de la cortina, y nunca lo hubo. Rasgaste cortina tras cortina esperando encontrar al hombre, y todo lo que encontraste fue un agujero con forma de hombre en el universo.
Y ni siquiera estás enfadado. De hecho, te parece divertidísimo. Te ríes y te ríes de la estupidez de todo esto. Te ríes de lo en serio que nos estamos tomando este juego de separación y enemistad, y de lo en serio que te lo habías tomado momentos antes. Te ríes de lo inocentes que somos todos, incluso los peores entre nosotros. Te ríes de nuestra ternura. Te ríes de este juego de formas. Y el universo te también ríe. Un buda que ríe, riéndose de un universo hecho de budas que ríen.
Y ves, mientras te limpias las lágrimas de la cara, que todo se está desarrollando como debe. El universo es cada vez más capaz de percibirse a sí mismo -primero con la vida, luego con los humanos, después con el progreso constante de la ciencia, la tecnología, la psicología y el despertar- y no hay razón para pensar que esta explosión continua de percepción vaya a detenerse. Al final lo comprenderemos. La conciencia continúa expandiéndose. La luz se hace cada vez más brillante. La verdad ya no puede ocultarse durante mucho tiempo.
Caitlin Johnstone