De Norteamérica a Australia y Europa, las élites buscan la censura, la invasión de la privacidad y la persecución del pensamiento erróneo como "pre-delito".
Líderes de naciones, representantes de organizaciones internacionales y filántropos dicen estar comprometidos con la creación de sociedades libres y abiertas. El CEO de Meta, Mark Zuckerberg, afirma que Facebook cuenta con verificadores de hechos independientes, está abierto a todas las perspectivas y no interfiere en las elecciones. Y, en respuesta a las preguntas de un colega de Public, un representante de la Open Society Foundations de George Soros insistió en que la filantropía apoya la libertad de expresión.
En respuesta a tu esfuerzo por confundir cualquier intento de abordar el discurso de incitación al odio con un ataque frontal a la propia libertad de expresión", dijo el portavoz de Soros, "tal vez las palabras del Secretario General de la ONU le ayuden a aclarar una distinción crucial: “Abordar la incitación al odio no significa limitar o prohibir la libertad de expresión”.
Pero estas palabras son un fino velo que cubre un agresivo ataque a la libertad de expresión en todo el mundo, desde Australia a Norteamérica y Europa, donde hoy entra en vigor la Ley de Servicios Digitales, que exige a las empresas de Internet "Abordar cualquier riesgo que representen para la sociedad, incluida la salud pública y el bienestar físico y mental".
Una nueva investigación de Sky News, de Australia, descubrió que Meta-Facebook ha estado pagando a activistas para que actúen como verificadores neutrales de hechos mientras, en realidad, utilizan su poder para censurar a sus enemigos políticos.
El contexto es que este otoño, los australianos votarán en unas elecciones nacionales especiales, el referéndum Voz Indígena Australiana, sobre si otorgar poderes políticos especiales a los pueblos nativos. Facebook está financiando a los partidarios del referéndum para censurar a sus oponentes. "Una auditoría de las comprobaciones de hechos de RMIT Voice mostró que las 17 comprobaciones de Voice entre el 3 de mayo y el 23 de junio de este año estaban todas dirigidas a opiniones o puntos de vista contrarios a Voice", encontró Sky News.
Meta permitió al Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT) censurar opiniones desfavorables aun "sabiendo que era una violación de las normas que Zuckerberg estableció para distanciarse de las responsabilidades de verificación de hechos", informó SkyNews.
El RMIT, que es una respetada universidad técnica como el MIT estadounidense, "utilizó los poderes que Facebook le ha otorgado para estrangular la página de Facebook de Sky News Australia con falsas verificaciones de hechos en múltiples ocasiones este año, incumpliendo el Código de Principios de la IFCN avalado por Meta e impidiendo que millones de australianos leyeran o vieran el periodismo de Sky News Australia".
¿Cómo abusaron de sus poderes los verificadores de hechos? Difamando a sus enemigos políticos de racistas. "Los verificadores de hechos empleados por RMIT han dado lugar a numerosas infracciones del código", informa Sky News, "incluida una verificador de hechos que utilizó su cuenta en las redes sociales para tachar al líder de la oposición Peter Dutton de racista alarmista por sus opiniones sobre The Voice".
En cuanto a la Open Society Foundations de Soros, su portavoz, en su respuesta a nuestras preguntas, ha incluido hábilmente un llamamiento a ampliar la censura.
Tras afirmar: "Abordar la incitación al odio no significa limitar o prohibir la libertad de expresión", el portavoz dijo: "Significa impedir que la incitación al odio se convierta en algo más peligroso, en particular la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, que está prohibida por el derecho internacional" [énfasis añadido].
"Evitar que la incitación al odio se convierta en algo más peligroso" es precisamente la justificación de la censura que los políticos de Irlanda y Escocia esgrimen para poder invadir las casas de la gente y confiscar sus teléfonos y ordenadores, como describió ayer el reportero irlandés Ben Scallan.
Consideremos la retorcida lógica. La policía irlandesa debe invadir las casas de la gente para asegurarse de que su material de odio no se convierta en algo ilegal. Se trata de una medida totalitaria para que la policía imponga el "precrimen", como se describe en el terrorífico thriller de ciencia ficción Minority Report.
Mientras tanto, la ONU está creando un "ejército digital" de activistas de la censura en todo el mundo para hacer la guerra al pensamiento erróneo, o lo que denomina "desinformación mortífera". Según la ONU, la "desinformación" es "mortífera" y supone una amenaza "existencial". El esfuerzo de la ONU coincide con el de la OMS, que considera el discurso con el que no está de acuerdo como una especie de patógeno.
En Alemania, un tribunal ordenó al escritor estadounidense C.J. Hopkins ir a la cárcel o pagar 3.600 euros por comparar los confinamientos de COVID con los nazis. El gobierno alegó que Hopkins estaba promoviendo el nazismo cuando, obviamente, hacía todo lo contrario. Aunque algunos puedan sentirse ofendidos por la comparación, deja claro que Hopkins tiene una visión negativa, no positiva, del nazismo.
En Estados Unidos, una organización sin ánimo de lucro llamada Center for Countering Digital Hate (Centro para Contrarrestar el Odio Digital), cuyo antiguo director de comunicaciones trabajó para la Agencia Central de Inteligencia, ha liderado con éxito un boicot contra X, antes llamada Twitter, por no ser más censora. Como resultado, los ingresos publicitarios de X han descendido entre un 60 y un 70%, según informes los medios de comunicación.
En resumen, las élites occidentales, tanto gubernamentales como empresariales y filantrópicas, están adoptando el tipo de tácticas totalitarias que hicieron famosas la Stasi de Alemania Oriental, el gobierno chino y los regímenes distópicos descritos en películas como Minority Report. ¿A qué se debe? ¿Y cómo podemos contraatacar?
Michael Schellenberger