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Le blog de Contra información


El circuito de retroalimentación positiva: cómo los totalitarios infunden miedo y restringen los derechos humanos

Publié par Contra información sur 25 Août 2023, 13:00pm

 El circuito de retroalimentación positiva: cómo los totalitarios infunden miedo y restringen los derechos humanos

Los totalitarios describen un mundo dominado por circuitos de retroalimentación positiva, donde la más mínima perturbación de un sistema se expande sin control y conduce a la inestabilidad y el caos. Es un mundo definido por el ala de un avión en medio de una pérdida de velocidad, donde el piloto sólo tiene una opción aerodinámica errónea: elevar el morro del avión aumentando instintivamente el ángulo de ataque del ala. Pero esta maniobra aumenta la resistencia del avión de forma desproporcionada con respecto al aumento de la sustentación y, si no se toman medidas correctivas, conduce a la catástrofe.

Los totalitarios, que explotan y manipulan las ciencias físicas y sociales para restringir la libertad personal y los derechos humanos, promueven una ciencia subjetiva conveniente a sus necesidades y presenta desequilibrios. Los circuitos de retroalimentación negativa protectora son omnipresentes en la naturaleza y fuerzan a los sistemas hacia la estabilidad y el equilibrio, pero se ignoran o marginan para engendrar una sensación de inutilidad y miedo en la población general. La consiguiente desesperación lleva a tomar decisiones políticas basadas en información emocional e imperfecta y da lugar a excesos imprevistos, persecución y tiranía.

Marx, el anticapitalista impenitente y frustrado, nunca entendió la capacidad del capitalismo para autocorregirse. Imaginó erróneamente el libre mercado como un sistema dominado por la avaricia y el comportamiento estático, una dialéctica simplista y un juego de suma cero que conducía a la explotación de los trabajadores y a la acumulación de grandes riquezas por parte de los empresarios. La mentalidad marxista fue víctima de la presunción de que los circuitos de retroalimentación positiva dominaban el capitalismo, y que los elementos correctivos y sustentadores de la retroalimentación negativa eran inexistentes en un sistema basado en la eficiencia y la flexibilidad ante las distorsiones del mercado.

Los mismos supuestos erróneos impregnan las ideologías de los neomarxistas y los teóricos críticos, que se han manifestado en la teoría crítica de la raza (CRT) y la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI). Estas filosofías están impregnadas de nihilismo, opresión victimista y estructuras de poder basadas en el fenotipo. Están diseñadas para explotar circuitos de retroalimentación positiva, en los que cualquier intento de reconciliación o diálogo constructivo se descarta a priori por considerar que acentúa el problema. Las soluciones son predecibles: la segregación de todos los grupos de identidad subjetiva, la derogación de los derechos individuales en favor del control estatal, la confiscación de todos los bienes personales y la moratoria sobre la libertad de expresión.

La debacle del Covid-19 brindó a las empresas farmacéuticas, las organizaciones gubernamentales de regulación sanitaria y el estamento médico de base la oportunidad de exagerar los efectos de los circuitos de retroalimentación positiva y minimizar los resultados protectores de los circuitos de retroalimentación negativa en el ámbito biológico. Para lograr estos objetivos, fue necesario descartar siglos de ciencia médica y la comprensión de que los sistemas biológicos son inherentemente autocorrectivos, y las enfermedades infecciosas no son una excepción.

Fuentes autorizadas informaron a la opinión pública de que el virus del SARS-CoV-2 estaba destinado a ser más letal a medida que mutara, una sorprendente desviación de las lecciones de virología. El uso de terapias se describió como un acto desesperado de resignación, se instruyó a los pacientes para que evitaran la atención médica hasta que estuvieran gravemente enfermos, y el golpe de gracia: éste, de todos los virus, no era susceptible a las protecciones de la inmunidad natural. El miedo prevaleció, el público entró en pánico y se dio rienda suelta a los totalitarios para que hicieran lo que mejor saben hacer.

Los promotores de la histeria del cambio climático son maestros en el uso de modelos informáticos para introducir la formación de masas en todos los aspectos de la sociedad. Los modelos son incompletos y no tienen en cuenta las variables atenuantes de la formación de nubes, los ciclos climáticos y las influencias solares. Se seleccionan los datos, se ignoran los resultados paleoclimáticos y los fundamentos de la transferencia de calor y su relación con el espectro electromagnético se tratan como algo secundario.

La defensa del cambio climático es la condición sine qua non de una ciencia subjetiva desbocada. Al politizar la ciencia y tachar de herejes a sus detractores, el movimiento ha explotado con éxito un escenario catastrofista basado en exageraciones y conjeturas. Sus víctimas renuncian inconscientemente a sus libertades personales y a la seguridad económica de ellos mismos y de gran parte de la población del Tercer Mundo, que sin acceso a una energía abundante y barata se ven relegados a una vida de pobreza e indigencia.

La libertad de expresión es la base de un pueblo libre. Es la forma más pura de un circuito de retroalimentación negativa. Sus participantes intervienen voluntariamente en el intercambio de ideas, en el que los pensamientos desagradables, ilógicos y absurdos se juzgan en el foro público y pronto se descartan. Las ideas beneficiosas se alimentan, se afinan y se repiten hasta que se transforman en soluciones viables, posibles gracias al debate público abierto.

Los grandes excesos del drama político que se han abatido sobre la humanidad son el resultado de un discurso censurado y sesgado, al abrigo del intelecto colectivo estabilizador y de las percepciones de sentido común de una sociedad libre. La Revolución Francesa demostró que ningún fanático era demasiado puro para la revolución.

Esta perversión de la perspectiva condujo a ejemplos escandalosos de absolutismo político. Este escenario se desarrolló durante la Revolución Rusa y el estalinismo, el nacionalsocialismo de la Alemania nazi, los caudillos militares del siglo XX del Japón imperial, la China maoísta y el Pol Pot de Camboya. Millones de personas han muerto y sufrido a manos de déspotas que controlaban todos los aspectos de la comunicación.

Las democracias y repúblicas constitucionales del mundo están siendo censuradas a instancias de elitistas, que afirman que sólo ellos conocen el "bien mayor". La "noble mentira" de Leo Strauss se racionaliza como excusa para la promoción de la deshonestidad con el fin de promover lo que los que tienen el control definen como noble.

Se nos informa de que la libertad de expresión es peligrosa y que conduce al odio, la inestabilidad y el caos. Pero este argumento falso es el argumento de los tiranos, que usan “gaslight” (N.del T: consiste en manipular a una persona por medios psicológicos para cuestionar su propia cordura) y utilizan las palabras como armas para inhabilitar a un pueblo libre. La libertad de expresión es la salvación de una sociedad abierta, próspera y civil, y la encarnación de los beneficios sostenibles de los ciclos de retroalimentación negativa.

Scott Sturman

brownstone

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