Un año después del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, Youssef Hindi, en el micrófono con Paul Verbeke, repasa los acontecimientos que siguieron. El conflicto, que sumergió rápidamente a la población civil palestina en el infierno de los bombardeos, adquirió una escala inesperada e involucró a países que ya estaban en guerra contra los representantes de Israel, pero también a otros como Yemen, Líbano, Irán, Siria e Irak.
Un conflicto con raíces profundas
El ataque del 7 de octubre de 2023 y las purgas étnicas que le siguieron pusieron de relieve una realidad subyacente: el enfrentamiento entre Hamás, la Jihad Islámica e Israel no es nuevo. Desde 2007, el bloqueo contra Gaza dura y la limpieza étnica se está llevando a cabo de manera silenciosa pero segura. El ataque del 7 de octubre es una reacción a esta limpieza étnica y picoteo territorial que dura desde 1948.
Una inversión del equilibrio de poder
A nivel geopolítico, el ataque del 7 de octubre puso de relieve una inversión del equilibrio de poder. Israel, acorralado geopolítica y militarmente en Oriente Medio tras la derrota de los grupos terroristas Daesh y Al-Nusra, utilizó este ataque como pretexto para una limpieza étnica planeada desde hace mucho tiempo. La retirada de las fuerzas estadounidenses de la región y su redespliegue en Europa del Este y el Sudeste Asiático también desempeñaron un papel crucial.
Respuestas medidas pero determinadas
Las respuestas de los actores regionales, en particular Irán y Hezbolá, han sido mesuradas pero decididas. Irán ha bombardeado Israel dos veces este año, lo que demuestra que el equilibrio de poder regional y global ha cambiado. Hezbolá, por su parte, abrió un frente en el norte para debilitar al ejército israelí, evitando al mismo tiempo una escalada importante. Las tensiones internas en Israel, entre una clase política irracional y fanática y un estado mayor más pragmático, complican aún más la situación.
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