Port Hedland, 27 de octubre de 2024 – Fue en un discurso teñido de gravedad que el Dr. Angus Dalgleish, reconocido oncólogo británico, habló ante el Consejo Municipal de Port Hedland para hacer sonar la alarma sobre los peligros potenciales relacionados con la contaminación del ADN sintético en COVID-19. vacunas. Su mensaje, dramático e inquietante, destaca una crisis de salud que podría extenderse mucho más allá de lo que Australia podría enfrentar si no se toman medidas rápidamente.
En su discurso, el doctor Dalgleish reveló que después de décadas de investigación, los riesgos de la integración del ADN extraño en las células humanas son ahora más conocidos, y los efectos catastróficos de esta integración podrían incluir cánceres agresivos, Trastornos inmunológicos y enfermedades hereditarias. Según él, hay cada vez más pruebas de que la contaminación detectada en las vacunas de Pfizer y Moderna en Australia podría estar causando cáncer repentino, regresión explosiva y graves trastornos inmunológicos.
El oncólogo explicó que las partículas lipídicas encapsulan fragmentos de ADN sintético en estas vacunas, permitiendo que este material genético ingrese a diferentes órganos y potencialmente se integre con el material genético humano. Para él, “estas vacunas no son simples vacunas, sino verdaderas terapias genéticas”, una constatación que sacude al público. También denuncia una tasa de contaminación “hasta 145 veces superior al límite autorizado en los productos médicos”. Esta cifra, afirma, es una verdadera señal de alarma.
En su papel de oncólogo en Gran Bretaña, el Dr. Dalgleish ha informado de un fenómeno que él califica de “aterrador”: pacientes que han estado estabilizados durante mucho tiempo se ven afectados repentinamente por cánceres agresivos después de las inyecciones de refuerzo de la vacuna. Relata casos desgarradores de pacientes que recayeron después de años de remisión, y menciona que lo único que tenían en común eran las vacunas de refuerzo, a menudo recibidas bajo presión. Los tipos de cáncer observados, como el colorrectal y los gliomas, se manifiestan, según él, de manera devastadora y rápida, algo que nunca había observado en sus 40 años de carrera.
Las preocupaciones de Dalgleish se extienden también a la inmunidad misma: observa un cambio peligroso en las respuestas inmunes que, en lugar de luchar contra invasores extraños, se "tolerarían" a sí mismas, dejando la puerta abierta a la proliferación incontrolada de células cancerosas y otras patologías graves. “Ya estamos viendo en Gran Bretaña y Europa un aumento inexplicable de los casos de cáncer, especialmente entre personas vacunadas con dosis múltiples”, advierte, citando datos recientes de Japón e Italia.
Ante estas constataciones, implora al Consejo de Port Hedland que abogue por una acción inmediata ante las autoridades sanitarias australianas. Pide detener la distribución de vacunas potencialmente contaminadas, implementar protocolos de seguimiento rigurosos para vigilar la evolución de las tendencias en materia de cánceres y otras enfermedades, y preparar planes de tratamiento para las expuestas.
"Si no actuamos ahora, Australia quedará expuesta a una ola de enfermedades prevenibles que harán que todas las crisis sanitarias pasadas parezcan incidentes menores", declara. Su voz tiembla cuando habla del riesgo de una crisis comparable al escándalo de la talidomida, un precedente histórico sombrío. Por último, hace un llamamiento a la conciencia colectiva, recordando la responsabilidad hacia las generaciones futuras: «Debemos abrir los ojos ante este desastre potencial, no solo para nosotros mismos, sino también para nuestros hijos y nietos.»
“Este llamamiento lanzado en Port Hedland resuena más allá de Australia y plantea preguntas cruciales sobre la seguridad de las vacunas actuales, la regulación de los productos médicos y la transparencia de las autoridades sanitarias. Mientras la opinión pública sigue dividida, un hecho es claro: la intervención de Dalgleish marca un punto de inflexión.
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