Mi queridos/as impertinentes
«¡Y sin embargo da vueltas»! En este mundo de incultos, es más fácil llamar a los que piensan conspiracionistas o fascistas en vez de entablar un debate con ellos. No nos dejemos intimidar por estos locos, amigos míos. Resistamos, con la punta de nuestra pluma. Resistamos con palabras, Recuerden a Galileo. «El Juicio de Galileo, o el Caso Galileo, es la investigación y condena del erudito astrónomo Galileo por parte de la Inquisición por criticar el geocentrismo y apoyar el heliocentrismo.
El asunto comienza alrededor de 1610, cuando Galileo publicó Sidereus nuncius. Allí describe sus observaciones astronómicas utilizando un telescopio astronómico. Sus observaciones le llevaron a refutar el geocentrismo y a confirmar la teoría heliocéntrica expuesta por el canónigo Nicolás Copérnico en su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes (1543). La Iglesia católica se opone a esta visión de las cosas. En 1616 declaró oficialmente herético el heliocentrismo, colocó obras que abordan el tema en el Índice y prohibió a Galileo enseñar esta teoría.
Galileo acató más o menos con la prohibición de la Iglesia. El asunto pasó por varias etapas porque el Papa Urbano VIII había sido mecenas de Galileo y le había permitido publicar su obra sobre el sistema copernicano siempre que la presentara como una simple hipótesis: el verdadero conflicto data de 1632, cuando Galileo publicó su Diálogo sobre los Dos Grandes Sistemas del Mundo, lo que dio lugar a su juicio. El erudito fue condenado en 1633 a prisión, que en realidad fue arresto domiciliario hasta su muerte en 1642.".
No le corresponde al Estado determinar la verdad científica, pero eso es exactamente lo que quiere hacer y es absolutamente grave porque es la negación de nuestra historia y de la ciencia.
Si conoces historia y ciencia, sabrás que la ciencia evoluciona.
Todo lo que ayer pensábamos que era cierto, todo lo que era certeza, desde la Tierra que estaba en el centro del Universo hasta la sangría (tratamiento médico) de los médicos de Molière, ahora es falso.
Todo lo que hoy es cierto será esencialmente refutado.
Nuestra física será radicalmente diferente dentro de dos siglos y nuestro conocimiento médico actual les parecerá a nuestros descendientes dentro de 500 años tan bárbaro e ignorante como lo es hoy para nosotros las sangrías de antaño.
Así son la historia y la ciencia.
¡Pero nuestros estúpidos líderes piensan que pueden arrogarse el derecho a saber qué es verdad y qué es falso y ese es exactamente el significado de esta legislación sobre las derivas sectarias, que parte de un buen sentimiento como siempre, pero el infierno siempre es el pavimento de buenas intenciones!
«El artículo 4 castiga con una multa de 15 euros y un año de prisión “la provocación a abstenerse de seguir un tratamiento médico terapéutico o profiláctico cuando “según los conocimientos médicos” esta abstención sería claramente peligrosa para su salud”, según las autoridades médicas del lugar y el estado de los conocimientos actuales".
Esto implica que está prohibido cuestionar los conocimientos médicos o científicos actuales.
Esto significa que es el fin de la ciencia y la evolución.
Porque cualquier intento de ir más allá de lo que se considera “verdadero” será castigado con prisión y multa.
Evidentemente se trata de una nueva Inquisición.
No hay duda en esto.
Entendemos bien por qué estos dirigentes quieren hacer esto, quieren poder controlar perfecta y totalmente las tesis oficiales del momento.
Casi podríamos decir que se trata de una ley anti-Raoult, ya que habría permitido encarcelar a todos aquellos que han expresado dudas más que legítimas sobre la vacuna anti-Covid, porque de eso estamos hablando.
Es bueno evitar el enorme escándalo sanitario del que estamos hablando.
La verdad científica es siempre muy temporal.
Querer grabarla en piedra es una locura democrática, legislativa y científica de una clase política de patéticos enanos con angustiosas capacidades intelectuales.
Francia no es Corea del Norte, pero estamos empezando a querer hacer lo que hizo bajo Stalin.
Ya es demasiado tarde, pero no todo está perdido.
Charles Sannat