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Cuando uno escucha y ve al Primer Ministro de Israel, Netanyahu, declarando la supremacía absoluta de su tribu sionista y sus objetivos de "recuperar" el Estado de Israel –mediante la matanza de todos y cada uno de los "animales" palestinos cuya tierra natal es la Franja de Gaza- uno se enfrenta cara a cara a un individuo clínicamente loco cuya condición médica, si fuera evaluada oficialmente, se describiría como "psicópata".
En una sociedad que funcione correctamente, esa persona sería hospitalizada y sometida a un tratamiento médico y psicológico especial, o sería enviada a un asilo donde no constituiría una amenaza para el mundo exterior.
Sin embargo, no vivimos en una sociedad que funcione correctamente. Vivimos en una época en la que quienes están a cargo de todas las arterias principales de la toma de decisiones globales son infrahumanos, clínicamente locos o ambas cosas.
Esta no es una situación que nadie elegiría como su forma preferida de gobierno. Pero, por otro lado, se ha permitido que se produzca debido a una abdicación generalizada de la responsabilidad que todos compartimos de hacer frente a las mentiras, los engaños y el matonismo básico que tienen lugar mucho más cerca de casa. Y que, debido a nuestra incapacidad para abordarlos, ahora forman parte integral de la agenda globalista que da forma a todos los aspectos de nuestras vidas.
No afrontar la injusticia en el propio patio trasero es lo mismo que no tratar los primeros signos de una enfermedad en el propio cuerpo. El resultado final, en ambos casos, es sufrir consecuencias mucho peores en el futuro.
Pero ahora, nos guste o no, estamos más adelante en ese mismo camino y frente a nosotros hay un monstruo del que no tenemos forma de escondernos.
Un monstruo, sostengo, que al menos en un 50% es nuestra propia creación. Es la expresión exterior del miedo a enfrentarse a los demonios internos y de una falta de voluntad para defender con valentía los valores morales fundamentales que constituyen los cimientos implacables de una sociedad sana.
El otro 50% de lo que se esconde detrás de la existencia de este monstruo proviene de algo extraterrestre ideado por fuerzas externas que escapan a nuestro control inmediato. Y está fuera de la capacidad de la mayoría de la humanidad para reconocerla o identificarla (y, por tanto, no reconocerla) como una amenaza real a su futuro.
Pero dos acontecimientos de importancia incomparable han comenzado a cambiar esto: Covid y Gaza.
De repente, justo en primer plano, somos testigos de testaferros que ocupan altos cargos y condenan sin piedad a cientos de miles de seres humanos a una vida de depravación, agonía y muerte muy visibles. Y ello, con total impunidad y sin rastro de culpa; pero con un aire de alguien bastante extraño y poseído.
Este es un estado de psicosis profunda. Alguien que lo sufre puede describirse con justicia como "clínicamente loco".
Cuando la Cumbre Económica Mundial y el club Bilderberg se reúnen cada año, el lugar se llena de megalómanos dementes que discuten cómo imponer su megalomanía desenfrenada al resto de nosotros.
Su locura se presenta disfrazada de varias formas, de las cuales los favoritos actuales son:
* La inteligencia artificial sustituirá a la inteligencia humana en 2035
* Los alimentos artificiales de laboratorio reemplazarán a los alimentos reales cultivados en el suelo hacia 2030
* El carbono 'Net Zero' reemplazará al oxígeno para 2050
* La confiscación de nuestros bienes personales – para hacernos “felices”– hasta 2030
* La eliminación de cualquier grado de privacidad, libertad de expresión y derechos humanos, también alrededor de 2030.
* Una moneda digital del banco central para reemplazar los billetes físicos, alrededor de 2026
* ¿Máquinas de guerra programadas para autoseleccionar 'colateral enemiga' con solo presionar un botón, 2025?
Después de esa fecha, se supone que la entidad cyborg informática de IA 'transhumana' se volverá ascendente, y los hombres y mujeres reales prácticamente obsoletos. Excepto aquellos útiles como esclavos y juguetes para los psicópatas.
Julian Rose
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