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Aléjense de las anteojeras que la política partidista utiliza para distraer, dividir y conquistar, y descubrirán que nos estamos ahogando en un pozo negro de problemas que, individual y colectivamente, amenazan nuestras vidas, libertades, prosperidad y felicidad.
No son problemas de los que los políticos quieran hablar, y mucho menos abordar, pero no podemos permitirnos ignorarlos durante mucho más tiempo.
Los intereses extranjeros están comprando nuestras tierras de cultivo y detentan nuestra deuda nacional. En 2021, personas y entidades extranjeras poseían 40,8 millones de acres de tierras agrícolas estadounidenses, el 47% de las cuales eran tierras forestales, el 29% tierras de cultivo y el 22% pastos. Las tenencias de tierras extranjeras han aumentado en un promedio de 2,2 millones de acres por año desde 2015.
Los países extranjeros también poseen deuda nacional estadounidense por valor de 7,4 billones de dólares, siendo Japón y China los dos mayores tenedores extranjero de nuestra deuda.
La censura corporativa y gubernamental ha creado dictadores digitales. Mientras que los "archivos de Twitter" revelaron hasta dónde ha llegado el FBI para vigilar y censurar el contenido de las redes sociales, el gobierno lleva tiempo confabulando con el sector tecnológico para silenciar a sus críticos y atacar el discurso "peligroso" en nombre de la lucha contra la llamada desinformación.
La amenaza de ser etiquetado como "desinformación" se utiliza para socavar a cualquiera que haga preguntas, desafíe el statu quo y participe en el pensamiento crítico.
Los estadounidenses de ingresos medios y bajos apenas se mantienen al día. El aumento del coste de la vivienda, los alimentos, la gasolina y otros artículos de primera necesidad supone un obstáculo casi insuperable para la independencia económica de la mayoría de los hogares, que luchan por llegar a fin de mes.
Mientras tanto, el aumento de los despidos, que se cuentan por decenas de miles, agrava las dificultades fiscales.
El gobierno está intentando convertir en un arma la atención a la salud mental. Cada vez más, en comunidades de todo el país, se faculta a la policía para detener por la fuerza a personas que creen que pueden tener una enfermedad mental, incluso si no suponen ningún peligro para los demás.
Aunque estos programas tienen como objetivo aparente sacar a las personas sin hogar de las calles, cuando se combinan con los continuos esfuerzos del gobierno para predecir quién podría suponer una amenaza para la seguridad pública basándose en los datos de los sensores de salud mental (rastreados por datos portátiles y supervisados por agencias gubernamentales como HARPA), el espectro de las redadas de salud mental empieza a sonar menos descabellado.
La ocupación global del ejército está esquilmando nuestros recursos y poniéndonos en peligro en casa. Los gastos de guerra de Estados Unidos y su compromiso de vigilar el resto del mundo están llevando a la nación a la bancarrota y dispersando peligrosamente a nuestras tropas. Sólo en 2022, Estados Unidos aprobó más de 50.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania, la mitad de los cuales se destinaron a gastos militares, y hay más en camino. Estados Unidos también mantiene unas 750 bases militares en 80 países de todo el mundo.
Los deepfakes, la IA y la realidad virtual están difuminando la línea que separa la realidad de una ilusión generada por ordenador. Impulsados por programas de IA, el audio y el vídeo deepfake nos llevan a una era en la que es casi imposible discernir lo que es real, especialmente en lo que se refiere a la verdad y la desinformación.
Al mismo tiempo, el sector tecnológico sigue utilizando la realidad virtual para desarrollar un universo digital -el metaverso- que se prevé como el siguiente paso en nuestra transformación evolutiva de una sociedad impulsada por el ser humano a una sociedad tecnológica.
Los avances de la tecnología están superando nuestra capacidad para protegernos de su lado amenazador, tanto en el plano de derechos, como en el plano humano, como el de la mano de obra. A falta de protecciones constitucionales que nos protejan contra la usurpación de nuestros derechos en el ámbito electrónico, necesitamos desesperadamente una Carta de Derechos Electrónicos que nos proteja a "nosotros, el pueblo" de la vigilancia depredadora y de las prácticas empresariales de extracción de datos.
Los tribunales se han alineado con el Estado policial. En una sentencia tras otra, los tribunales han utilizado la doctrina de la inmunidad cualificada para proteger a los agentes de policía de la responsabilidad por mala conducta, dándoles tácitamente luz verde para actuar como juez, jurado y verdugo de la población.
Mientras tanto, la violencia policial, resultado de una formación que prima la fuerza bruta sobre las restricciones constitucionales, sigue poniendo en peligro a la población.
La dependencia de la nación de las importaciones extranjeras ha alimentado un déficit comercial de 1 billón de dólares. Aunque los analistas han señalado el creciente déficit comercial como una señal de que la economía estadounidense está creciendo, subraya hasta qué punto ya muy pocas cosas se fabrican realmente en Estados Unidos.
Los gobiernos del mundo, incluido el de Estados Unidos, siguen utilizando crisis nacionales como el COVID-19 para ampliar sus poderes de emergencia. Ninguno está dispuesto a renunciar a estos poderes cuando pase la crisis. Según el Centro Brennan para la Justicia, el gobierno de Estados Unidos todavía tiene 42 emergencias nacionales declaradas en vigor, lo que le permite eludir los protocolos constitucionales que mantienen un sistema de controles y equilibrios. Por ejemplo, la emergencia declarada tras el 11-S aún no ha sido retirada.
Las infraestructuras del país se están desmoronando rápidamente. Muchas de las carreteras, puentes, aeropuertos, presas, diques y sistemas hídricos del país están lamentablemente anticuados y necesitan una revisión urgente, y se han quedado rezagados con respecto a otros países desarrollados en los últimos años.
La Sociedad Americana de Ingenieros Civiles calcula que el deterioro de las infraestructuras cuesta a cada hogar estadounidense 3.300 dólares al año en costes ocultos debido al tiempo perdido, el aumento del consumo de combustible en los atascos y las reparaciones adicionales del coche por el mal estado de las carreteras.
El país está a punto de sufrir una crisis sanitaria. A pesar de que Estados Unidos gasta más en sanidad que cualquier otro país de renta alta, tiene los peores resultados de salud que las naciones de su entorno. Los expertos también predicen un colapso del sistema de salud estadounidense, ya que la comunidad médica se enfrenta a una creciente escasez de personal y al cierre de instalaciones.
Estos son sólo una pequeña muestra de los muchos problemas que amenazan con desbordarnos en un futuro próximo.
Hasta ahora, los estadounidenses parecen inclinados a cambiar de canal, sintonizar lo que no quieren oír y sintonizar sus propias cámaras de eco personales.
Sin embargo, como dejo claro en mi libro Battlefield America: The War on the American People y en su homólogo ficticio The Erik Blair Diaries, ningún tipo de evasión puede protegernos de la dura realidad de que el peligro entre nosotros lo representa una burocracia gubernamental atrincherada que no tiene ningún respeto por la Constitución, el Congreso, los tribunales o la ciudadanía.
John whitehead
Publicado originalmente por el Instituto Rutherford
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