Investigadores de la Universidad de Boston han creado una nueva cepa de Covid-19 que tiene una tasa de mortalidad del 80% en ratones con sistemas inmunes humanos.
Para determinar qué es lo que hace que Omicron sea tan transmisible, y gracias a la financiación de las subvenciones de los NIH y el NIAID de Anthony Fauci, los investigadores añadieron la proteína de espiga de Omicron a la cepa original Covid-19. El virus resultante era cinco veces más infeccioso que Omicron.
"La proteína espiga (S) de Omicron, con un número inusualmente alto de mutaciones, se considera el principal motor de estos fenotipos. Generamos un SARS-CoV-2 recombinante quimérico que codifica el gen D de Omicron en la columna vertebral de un aislado ancestral de SARS-CoV-2 y comparamos este virus con la variante Omicron que circula de forma natural", señala el preimpreso.
La nueva investigación, que no ha sido revisada por pares, fue realizada por un equipo de Boston y Florida.
"En ratones, mientras que Omicron causa una infección leve y no letal, el virus portador de la proteína espiga de Omicron inflige una enfermedad grave con una tasa de mortalidad del 80%", escriben los investigadores, que añaden que mientras la proteína de la espiga es responsable de su infecciosidad, las modificaciones aportadas a otras partes de su estructura son las responsables de su letalidad.
Los investigadores adjuntaron la proteína espiga de Omicron a la cepa salvaje original que apareció en Wuhan al principio de la pandemia.
Los investigadores examinaron el comportamiento de los ratones con la nueva cepa híbrida en comparación con la variante original de Omicron. -Daily Mail
Los investigadores también examinaron el efecto de las distintas cepas sobre las células pulmonares humanas cultivadas en el laboratorio, sobre las que Covid se adhiere antes de instruir a las células sanas en la fabricación de copias de sí mismas. Constataron que la cepa modificada produce cinco veces más partículas virales que la cepa original Omicron (a la que sobrevivieron todos los roedores).
Este estudio proporciona informaciones importantes sobre la patogenicidad de Omicron. Demostramos que la espiga, la proteína más mutada de Omicron, desempeña un papel incompleto en la atenuación de Omicron. En los ensayos de infección in vitro, el ancestral SARS-CoV-2 (Omi-S) que porta la espiga de Omicron presenta una eficacia de replicación muy superior a la de Omicron. Del mismo modo, en los ratones K18-hACE2, Omi-S contrasta con la cepa no letal Omicron y provoca una enfermedad grave con una mortalidad de aproximadamente el 80%. Esto sugiere que las mutaciones fuera de la proteína espiga son los principales determinantes de la patogenicidad atenuada de Omicron en los ratones K18-hACE2. Se necesitan más estudios para identificar estas mutaciones y descifrar sus mecanismos de acción. –Biorxiv
Sin embargo, según los científicos, es poco probable que su virus quimérico sea tan mortal en humanos como lo ha sido en ratones, porque la raza específica utilizada para las pruebas es más susceptible a las formas graves del covid.
El año pasado, informamos de que 18 meses antes de la pandemia, científicos de Wuhan (China) sometieron una propuesta para liberar coronavirus aéreos mejorados en la naturaleza con el objetivo de inocularlos contra enfermedades que, de otro modo, podrían haber pasado a los humanos, según The Telegraph, citando propuestas de subvenciones divulgadas en 2018.
La propuesta fue presentada por el zoólogo Peter Daszak, de la organización estadounidense EcoHealth Alliance, que esperaba utilizar la ingeniería genética para añadir "sitios específicos de clivaje al hombre" sobre el covid de murciélago, lo que facilitaría la penetración del virus en las células humanas; un método que, casualmente, respondería a una pregunta de larga data en la comunidad científica sobre cómo evolucionó el SARS-CoV-2 para volverse tan infeccioso en los seres humanos.
El proyecto de Daszak también incluía la combinación de cepas de coronavirus naturales de alto riesgo con versiones más infecciosas, pero menos mortales. Su "equipo de investigación" incluía al Dr. Shi Zhengli, del Instituto de Virología de Wuhan, así como a investigadores estadounidenses de la Universidad de Carolina del Norte y del Centro Nacional de Salud y del National Wildlife Health Center de l’US Geological Survey.
La DARPA rechazó el contrato, declarando: "Está claro que el proyecto propuesto por Peter Daszak podría haber puesto en peligro a las comunidades locales", al tiempo que advertía que Daszak no había considerado plenamente los peligros de mejorar el virus mediante la investigación de ganancias de función, o mediante la difusión de una vacuna por el aire.