El continente europeo se ha visto sacudido por manifestaciones, catástrofes naturales y crisis políticas. Sólo en julio, esto ha causado problemas colosales a los países europeos y a sus economías.
Los agricultores, los camioneros, los trabajadores de las aerolíneas y los puertos marítimos están en huelga. Al mismo tiempo, en sólo dos semanas, los primeros ministros del Reino Unido, Estonia e Italia han perdido sus puestos.
Los incendios están asolando el continente. España, Eslovenia, Francia, Croacia y el Reino Unido están en llamas debido a la ola de calor. Los residentes están siendo evacuados. Los bomberos griegos que tratan de extinguir los suburbios de Atenas en llamas intentan sobrevivir ellos mismos. Buena parte de las tierras de cultivo de Europa se han quemado. Las autoridades españolas informan de más de 500 muertos por incendios en quince días. 88 departamentos franceses han sido puestos en estado de alerta.
Los pilotos y el personal de vuelo y de aeropuertos se pusieron en huelga en julio en varios países europeos, exigiendo un aumento de los salarios debido a la creciente inflación y negándose a trabajar. La UE está desesperadamente escasa de personal aéreo después de los despidos durante la pandemia. Las compañías aéreas europeas se ven obligadas a cancelar miles de vuelos hasta el final del verano y se enfrentan a enormes colas en los principales aeropuertos. La situación en este sector está al borde del caos.
Las manifestaciones de los agricultores en los Países Bajos, Italia, España, Alemania y Polonia están cobrando fuerza. En España, tras 18 días de protestas, los comercios cierran sin alimentos, las estanterías están vacías. Los agricultores locales bloquean las carreteras en Andalucía para protestar contra la subida de los precios de los productos de primera necesidad y del combustible.
Los agricultores holandeses intentan pasar a bloquear los puertos y aeropuertos aparcando sus tractores directamente frente al Senado de La Haya. Los ciudadanos que apoyan su protesta están bloqueando autopistas, centros de distribución, carreteras, rotondas y puentes. La policía holandesa utilizó armas y equipo militar contra los manifestantes. Crece la indignación por la absurda decisión de las autoridades de cerrar decenas de explotaciones y producciones para "reducir el nitrógeno en un 30%".
En Italia, a mediados de julio, los agricultores locales, al igual que los holandeses, bloquearon el tráfico en las principales carreteras y amenazaron con "venir a Roma". La crisis y la sequía han puesto de rodillas a la agricultura del país. La confederación de agricultores locales estima los daños en unos 3.000 millones de euros debido a la falta de agua, anunciando una caída de la producción de leche del 30% y de "alrededor del 30-40% de los cereales y el maíz".
Miles de personas participan en manifestaciones antigubernamentales en la ciudad italiana de Génova, donde son populares los lemas contra la inflación y la OTAN (en Madrid también se producen protestas con lemas similares contra la OTAN). Estas consignas empiezan a ser utilizadas por los diputados italianos, que declaran: "¡Basta de enviar armas a Ucrania!"
En Roma, miles de taxistas volvieron a bloquear la céntrica Via del Corso el 14 de julio. Se manifiestan contra la liberalización del mercado del transporte de pasajeros, la llegada al mercado de grandes servicios (como Uber) y la expulsión de sus actores. Los taxistas italianos preparan huelgas nacionales hasta finales de julio.
Desde mediados de julio se están produciendo grandes manifestaciones en Budapest. A los húngaros les preocupan sobre todo los problemas de la reforma fiscal que endurece las condiciones para las empresas, adoptada el 12 de julio, y el levantamiento de las restricciones para pagar los servicios comunales por encima del límite máximo. Como parte de la lucha contra la crisis energética, Hungría ha decretado que las personas que consuman más de la media de energía paguen el exceso a precio de mercado, no a la tarifa subvencionada por el Estado. Hungría ya se enfrenta a una elevada inflación. Según el Primer Ministro Viktor Orban, "la economía europea se ha tirado una bala en los pulmones y se está asfixiando".
Los franceses están irritados por el aumento de los precios de los alimentos y el combustible. A veces las protestas degeneran en enfrentamientos con la policía. Uno de estos enfrentamientos tuvo lugar en París el 18 de julio. En junio, la inflación anual del país alcanzó un récord del 6,5%. Se espera un aumento del 8,2% en los precios de los alimentos para finales de año. Varias empresas francesas podrían cerrar debido a la subida de los precios de la electricidad y el gas. Los medios de comunicación indican que las empresas energéticas han comenzado a cambiar al fuel-oil en previsión de una interrupción total del suministro de gas ruso.
Todos los puertos alemanes están cerrados. La huelga de los estibadores suspendió todo el trabajo. La policía recurrió cada vez más al uso de la fuerza. La policía trató con especial violencia a los trabajadores que se manifestaban en el puerto de Hamburgo contra las condiciones laborales y la inflación. Los agricultores alemanes bloquean muchos puertos. Se solidarizan con los agricultores holandeses para protestar contra los precios del petróleo y la agenda climática de la UE.
El gobierno alemán teme que la escasez de gas pueda provocar el estado de emergencia en algunas regiones en invierno. Esto es lo que escribe Bild, refiriéndose a los detalles de una reunión con el jefe de la cancillería Wolfgang Schmidt. Según las autoridades, el problema del gas persistirá en Alemania hasta 2024, lo que podría triplicar los precios.
Mientras tanto, la deuda total de las empresas energéticas europeas ha superado los 1,7 billones de euros. Las empresas se ven obligadas a pedir préstamos para cubrir los costes del aumento de los precios del petróleo y el gas. Mientras The Economist asusta a los europeos con su afirmación de que "el horror del invierno llega a Europa" durante la ola de calor.
A pesar de todos estos problemas, la UE ha destinado 500 millones de euros a las necesidades militares de Kiev. Por su parte, el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, reafirmó la intención de proporcionar a Ucrania ayuda militar de forma "concentrada e invariable". Los europeos siguen empecinados en destruir su propia economía.
Alexandre Lemoine
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