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A finales de marzo, Shanghái fue sometida a un confinamiento total en el marco de la política de tolerancia cero de China respecto al COVID. Cuando los casos supuestamente aumentaron, China prolongó el confinamiento indefinidamente. Shanghái alberga el puerto de contenedores más activo del mundo, y su incapacidad para funcionar contribuye profundamente a la crisis de la cadena de suministro. Un miembro de la sección de Shanghai de la Cámara de Comercio de la UE estimó que el volumen cayó en un 40% en la primera semana en que se prohibió el funcionamiento del puerto. No se ha fijado ninguna fecha para la reanudación de las operaciones portuarias.
Se calcula que el confinamiento impuesto ha encerrado a 25 millones de ciudadanos chinos en sus casas, lo cual es alarmante, pero las consecuencias del cierre del mayor puerto marítimo del mundo en plena crisis de la cadena de suministro tendrán repercusiones en la economía mundial. Para entender lo crucial que es el puerto de Shanghai para el flujo mundial de mercancías, hay que saber que maneja un volumen cuatro veces superior al del puerto de Los Ángeles (uno de los mayores puertos de carga de Estados Unidos).
Los profesionales del sector han advertido que esto causará problemas. Una de las mayores empresas internacionales de contenedores, Maersk, afirmó que sólo el cierre del puerto de Shanghái aumentaría los costes de transporte en un 30%.
Algunas empresas aplican el sistema de "circuito cerrado", en el que los empleados no pueden abandonar su lugar de trabajo. Sin embargo, el puerto no puede funcionar con las restricciones actuales, ya que simplemente no hay suficientes trabajadores disponibles. Esta situación es totalmente insostenible. Con sus políticas actuales, China está echando leña al fuego de las crisis de la cadena de suministro y de la inflación, que se dejará sentir en todo el mundo.
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