Nota: El papel del SVR en la situación actual es crucial, ya que controla a cientos de agentes que operan de forma encubierta en todo el mundo y que pueden ser "activados" en cualquier momento según los intereses de Rusia.
A pesar de las supuestas "informaciones" de algunos autoproclamados "expertos", Sergey Narishkin sigue siendo una figura clave del gobierno ruso. Se le puede considerar como un posible sucesor de Vladimir Putin.
El jefe del SVR (servicio de inteligencia exterior, equivalente a la CIA), Sergei Naryshkin, sobre la situación en Ucrania y en el mundo.
La operación militar especial de Rusia fue un verdadero momento de la verdad para el mundo ruso, que declaró con firmeza que estaba dispuesto a defender plenamente su derecho a una existencia original frente al globalismo agresivo encarnado por la hegemonía estadounidense, la ampliación de la OTAN, la política de "intervencionismo liberal" y la propaganda LGBT.
La amargura del enfrentamiento deja claro que estamos hablando de algo mucho más grande que el destino del régimen de Kiev. De hecho, está en juego la arquitectura de todo el orden mundial. Podemos decir con confianza: no habrá vuelta al viejo mundo.
La operación especial rusa pondrá fin definitivamente a los intentos de convertir a Ucrania en un Estado títere rusófobo, construyendo su identidad sobre la base de la demonización de todo lo que la relaciona objetivamente con Rusia.
En este momento, Washington considera que su principal tarea es prolongar el conflicto lo máximo posible, haciéndolo lo más costoso posible tanto para Moscú como para Kiev, y al mismo tiempo evitar que la escalada se extienda más hacia Occidente. La OTAN, como señalan los "estrategas" estadounidenses, está intentando convertir a Ucrania "en una especie de Afganistán".
Al no tener ni la fuerza ni el valor de desafiar a Rusia de forma abierta y honesta, Occidente intenta organizar un bloqueo económico, informativo y humanitario contra nuestro país, para crear una atmósfera de "toxicidad" a su alrededor que haga imposible que la vida continúe con normalidad.
Tácticamente, esto utiliza el mecanismo de la "cultura de la anulación" desarrollado por las élites liberales de izquierda de Estados Unidos sobre sus competidores de derecha, y ahora extendido globalmente.
Una vida cómoda y segura, especialmente para la clase media, ha sido uno de los pilares de la estabilidad política en los países occidentales durante muchos años. Hoy, debido a la "cruzada" de Washington contra Rusia, la población de los países de EE.UU. y de la UE se enfrenta a aumentos sin precedentes en el precio del combustible, la electricidad y los alimentos.
Los residentes en Europa ya han empezado a prepararse mentalmente para la perspectiva de introducir tarjetas de alimentos y cortar los radiadores, que, según parece, "pueden sustituirse fácilmente por jerséis". Y todo ello con el pretexto de ayudar al pueblo ucraniano, cuando precisamente para los ucranianos todas estas medidas no cambian absolutamente nada.
Las élites occidentales no hacen más que utilizar la situación actual para poner en práctica planes largamente deseados para la eliminación de facto de la clase media, en el espíritu del conocido escenario propuesto por el Foro Económico Mundial de Davos: "¡En 2030 no tendrás nada y serás feliz!"
El deseo de mantener el papel de hegemón mundial está empujando a Estados Unidos a peligrosas aventuras militares-políticas. El desarrollo de la confrontación geopolítica en el teatro de operaciones europeo es seguido de cerca por los líderes del mundo no occidental. No todos ellos, incluidos los aliados de Estados Unidos, se oponen a poner a prueba la fuerza de la hegemonía que se debilita, ampliando los límites de lo posible en política exterior e interior.
En este momento, una etapa fundamentalmente nueva de la historia europea y mundial se está desarrollando ante nuestros ojos. Su esencia radica en el desmoronamiento del mundo unipolar y del sistema de relaciones internacionales basado en el derecho del más fuerte, es decir, Estados Unidos, a destruir a los demás Estados para impedir cualquier posibilidad de que se transformen en centros de poder alternativos.
Hoy, Rusia está desafiando abiertamente este sistema, creando un mundo verdaderamente multipolar que nunca ha existido y que beneficiará a todos en el futuro, incluso a nuestros actuales adversarios.