El ejército ruso ha obtenido su primera victoria interna real en la lucha contra la dominación global atlantista con el decreto de hoy del alcalde de Moscú, que anula los códigos QR en toda la capital y deja sin efecto varias restricciones importantes del régimen global covidiano. El día en que el uso de la máscara deje de ser obligatorio, la población estará liberada. Ese día llegará.
Rusia ha tomado su decisión y está claro que ya no es de buen gusto jugar al SOS-Covid, coaccionando a su población mientras espera el reconocimiento de la vacuna rusa y poder jugar en la "gran liga". El despertar de Rusia ha llevado inevitablemente a cuestionar las medidas globalistas, y ahora hay otras prioridades.
Antes de esta decisión arbitraria, muy rápidamente, como por arte de magia, al comienzo de la operación militar rusa en Ucrania, ya se anunciaba que la atención hospitalaria habitual, que según Sobyanin se había reducido al 40%, se restablecía en su totalidad. A partir del 3 de marzo, los códigos QR se derrumbarán en la capital y la gente tendrá que salir del mantenimiento de la distancia y volver al trabajo, a la realidad. Las personas mayores de 60 años ya no están sometidas a un régimen de autoaislamiento y pueden retomar su actividad normal. Ya no hay restricciones para los teatros o cines, los bares y restaurantes, los eventos deportivos y culturales ya no están sujetos a ningún límite.
Esta orden arbitraria conlleva la caída de la vacunación obligatoria, que también se había impuesto de facto.
Escribimos que esta guerra fue lanzada, ciertamente en Ucrania, pero contra la dominación globalista, que impone sus reglas y su régimen en el mundo. Aquí está una de las confirmaciones. Y si Rusia quiere ganar esta batalla, tendrá que depurar sus fuerzas internas, muchas de las cuales, como vemos, han seguido las sirenas del mundo global y no renunciarán a ellas a cualquier precio. Estas fuerzas siempre han preferido sacrificar su país a sus ambiciones. Ya lo han hecho dos veces.
La población rusa será liberada de esta lacra cuando se anulen todas las restricciones ideológicas adoptadas bajo el manto sanitario debido al Covid. Ese día llegará, y Rusia no tiene otra opción, ya que ha entrado de lleno en la lucha.
Karine Bechet-Golovko