Al igual que el gobierno de Trudeau, la coalición gobernante de Pedro Sánchez está culpando de la huelga de los transportistas a elementos de extrema derecha, a la vez que culpa a Putin de los precios récord de la gasolina y la inflación desenfrenada en España durante décadas.
La economía española, ya en dificultades, está paralizada tras la huelga indefinida de los transportistas, que ha paralizado varias industrias clave. Convocada por la Plataforma para la Defensa del Transporte de Mercancías por Carretera, la huelga comenzó el lunes y es seguida por alrededor del 85% de las pequeñas empresas de transporte por carretera y los camioneros autónomos. Protestan contra la subida de los precios del combustible, la competencia desleal de las grandes empresas y las malas condiciones de trabajo.
Creciente escasez
Grandes centros logísticos como Mercamadrid llevan tres días funcionando a la mitad de su capacidad, con hasta un 60% menos de llegada de productos como frutas, verduras, pescado y marisco. En Cataluña, donde estoy escribiendo esto, los problemas parecen ser menos pronunciados. El mercado mayorista de Mercabarna, en Barcelona, recibió un 11% menos de pescado y un 33% menos de hortalizas, como berenjenas, calabacines y pimientos. No es de extrañar que las compras de pánico también hayan agravado la escasez.
Los principales focos se encuentran en el sur y el norte del país, en regiones como Galicia y Andalucía. Algunas flotas pesqueras de Cantabria anunciaron el martes el cese de toda actividad, ya que no había forma de garantizar que sus capturas llegaran al mercado. Lo mismo ocurre con los productores de fruta del sur de España. El miércoles por la tarde, la industria láctea confirmó que dejaría de trabajar a partir del jueves porque no puede abastecerse ni distribuir sus productos.
Algunas fábricas también se vieron obligadas a cerrar debido a la escasez de componentes. Entre ellas se encuentran una refinería de azúcar propiedad de Azucarera en Jerez de la Frontera y dos plantas de fabricación de acero, una propiedad de Arcelor Mittal en Asturias y otra de Acerinox en Los Barrios (Cádiz). La planta de Opel en Zaragoza también ha parado su Línea 1, donde se ensamblan el Citroën C3 Aircross y el Opel Crossland, por problemas de suministro.
Los puertos también se han visto muy afectados, como informa WSWS:
“En toda España, los principales puertos no están plenamente operativos. El puerto de Bilbao, uno de los principales puntos de entrada al norte de España, está paralizado. "Por carretera, no sale ninguna mercancía del puerto de Bilbao, no hay nadie trabajando en Santurtzi, el puerto está cerrado al 100%. No hay camiones cargando", dijo un portavoz de la Asociación de Transportistas Independientes del Puerto de Bilbao a la agencia de noticias EFE.
En el puerto de Algeciras, uno de los centros de transbordo más activos del mundo, la Asociación de Transportistas de Contenedores de la Bahía de Algeciras, que cuenta con una flota de 1.000 camiones, apoya la huelga.”
Se ha formado piquetes frente a los principales centros logísticos, impidiendo a los camioneros que no estaban en huelga llegar a sus puntos de recogida. En algunos lugares estalló la violencia. Según El Mundo, hasta el jueves por la tarde ya habían sido vandalizados 1.700 camiones. En un piquete del polígono industrial de San Fernando de Henares, en Madrid, dos huelguistas resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, después de que un policía de paisano abriera fuego cuando uno de ellos se resistió a ser detenido. El huelguista de 33 años fue trasladado al hospital en estado grave con una herida de bala en el abdomen.
El Gobierno de Sánchez ha respondido a la crisis incrementando la seguridad en los centros logísticos de toda España y las unidades policiales en la red de carreteras del país para garantizar el suministro de productos de primera necesidad y el derecho al trabajo de los transportistas que no apoyan la huelga. En total, el gobierno ha desplegado 24.000 policías adicionales.
También está siguiendo el ya conocido guión de presentar a todos los manifestantes como agitadores de extrema derecha. Este es el mismo guión utilizado por el gobierno de Trudeau en Canadá contra los llamados camioneros de la libertad, y por los gobiernos francés, alemán, austriaco e italiano contra los movimientos antipases de vacunas en sus respectivos países.
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