En vísperas del Consejo Europeo del jueves 24 y el viernes 25 de marzo, las dos principales centrales sindicales españolas, junto con las principales asociaciones de consumidores, han previsto una manifestación en Madrid el miércoles 23 de marzo para denunciar la subida de los precios de los carburantes, el gas y la electricidad. Es el último episodio de las protestas que sacuden a España desde hace más de una semana, en un contexto de inflación del 7,5%. En todas partes, el mismo malestar se expresa en las manifestaciones: "La subida de precios nos está arruinando", proclama la multitud.
Vestidos con chalecos naranjas -un guiño a los "chalecos amarillos" franceses-, más de 150.000 agricultores y ganaderos se manifestaron por la capital el domingo 20 de marzo para denunciar el encarecimiento del petróleo y exigir soluciones para el mundo rural.
En la víspera, varios miles de personas habían salido a la calle en Madrid y Barcelona para protestar contra los precios de la electricidad, cuya factura a los particulares ha subido un 80% en un año, pese a la rebaja de los principales impuestos aprobada a partir de septiembre de 2021. El lunes 21 de marzo, la confederación de cofradías de pescadores, que representa a casi 40.000 personas y a casi 10.000 barcos, inició una huelga que durará hasta el miércoles. Esto se suma a la huelga iniciada el lunes 14 de marzo por los transportistas de carreteras, que está poniendo en tensión la cadena de suministro de los supermercados y las industrias.
En definitiva, han entendido que en España las cosas se resquebrajan por todos lados socialmente hablando, porque los hogares españoles son mucho más frágiles que en Francia porque el Estado es menos "social" que en nuestro lado de los Pirineos.
No hay revolución cuando los platos están llenos.
Cuando están vacíos, es una historia completamente diferente, porque los hambrientos no tienen mucho que perder.
Fuente: Le Monde.fr.aquí