Queridos hermanos y hermanas, camioneros canadienses,
El golpe de estado global que ha llevado a cabo la élite globalista durante estos dos años de farsa psicopandémica se hace más claro si no nos limitamos a mirar lo que ha ocurrido en las naciones individuales, sino que ampliamos nuestra visión a lo que ha ocurrido en todas partes.
Vuestra protesta, queridos amigos camioneros canadienses, se une a un coro mundial que quiere oponerse a la instauración del Nuevo Orden Mundial sobre los escombros de los Estados-nación a través del Gran Reinicio deseado por el Foro Económico Mundial y por las Naciones Unidas bajo el nombre de "Agenda 2030."
Parece que Canadá es (junto con Australia, Italia, Austria y Francia) una de las naciones más infiltradas por los globalistas. Y, en este proyecto infernal, no sólo hay que tener en cuenta la farsa psicopandémica, sino también el ataque a las tradiciones y a la identidad cristiana, más concretamente a la identidad católica de estos países.
Y sabemos que muchos jefes de gobierno han participado a la School for Young Leaders de Klaus Schwab -los llamados Líderes Globales del Mañana-, empezando por Justin Trudeau y Emmanuel Macron, Jacinta Ardern y Boris Johnson y, antes de eso, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Tony Blair.
Lo entendisteis instintivamente y vuestras ansias de libertad se manifestaron en toda su coordinada armonía avanzando hacia la capital, Ottawa. Queridos camioneros, os enfrentáis a grandes dificultades, no sólo porque dejáis vuestro trabajo para manifestaros, sino también por las condiciones meteorológicas adversas, las largas noches de frío y los intentos de desalojo a los que os enfrentáis.
Pero, junto a estas dificultades, también habéis experimentado la cercanía de muchos de vuestros conciudadanos que, como vosotros, han comprendido la amenaza que se cierne sobre vosotros y quieren apoyaros en la protesta contra el régimen. Permitidme que os exprese también mi apoyo y mi cercanía espiritual, a la que me uno en la oración para que vuestra manifestación se vea coronada por el éxito y se extienda también a otros países.
En estos días, vemos caer las máscaras de los tiranos de todo el mundo y, por desgracia, también vemos tanto conformismo, tanto miedo, tanta cobardía en personas que, hasta ayer, considerábamos amigos, incluso entre nuestros familiares.
Sin embargo, precisamente por esta situación extrema, descubrimos con asombro gestos de humanidad por parte de desconocidos, signos de solidaridad y fraternidad por parte de quienes se sienten cercanos a nosotros en la batalla común. Descubrimos tanta generosidad y tantas ganas de sacarnos de este estupor. Descubrimos que ya no estamos dispuestos a sufrir pasivamente la destrucción de nuestro mundo, impuesta por una cábala de criminales sin escrúpulos sedientos de poder y dinero.
En este implacable ataque al mundo tradicional, no sólo se han visto afectados tu modo de vida y tu identidad, sino también tus posesiones, tus actividades y tu trabajo. Este es el Gran Reinicio, este es el futuro prometido por eslóganes como "Reconstruir mejor", este es el futuro de miles de millones de personas controladas en cada uno de sus movimientos, en todas sus transacciones, en cada compra, en cada práctica burocrática, en cada actividad.
Autómatas sin alma ni voluntad, privados de su identidad, reducidos a tener una renta universal que les permita sobrevivir, a comprar sólo lo que otros ya han decidido poner a la venta, transformados por un suero genético en enfermos crónicos.
Hoy, más que nunca, es esencial que te des cuenta de que ya no es posible asistir pasivamente. Es necesario tomar posición, luchar por la libertad, exigir el respeto de las libertades naturales. Pero, aún más, queridos hermanos canadienses, es necesario comprender que esta distopía sirve para establecer la dictadura del Nuevo Orden Mundial y borrar totalmente todo rastro de Nuestro Señor Jesucristo de la sociedad, de la historia y de las tradiciones de los pueblos.
Manifestaos por vuestros derechos, amigos canadienses, pero que estos derechos no se limiten a una simple reivindicación de la libertad de entrar en los supermercados o de no vacunarse. Que sea también una reivindicación orgullosa y valiente de vuestro sacrosanto derecho a ser hombres libres.
Más en: gloria.tv