Obispos, sacerdotes y periodistas católicos firman la “Declaración de Belén” que se opone a las “vacunas” anti-covid “moralmente ilícitas”

Publié par Contra información sur 21 Décembre 2021, 16:04pm

La declaración es "la respuesta definitiva a la tiranía sanitaria globalista", dijo Elizabeth Yore. Debe "resonar con fuerza en medio del ruidoso estrépito de la COVID".

Un grupo de prelados católicos, académicos, activistas y periodistas han iniciado una petición en la que apelan a la jerarquía de la Iglesia, a los fieles laicos y a "todas las personas de buena voluntad" para que se "opongan con vehemencia" a las "inyecciones experimentales de COVID-19 contaminadas por el aborto", junto con los mandatos para su recepción, calificando las inyecciones de "moralmente ilícitas".

"La Declaración de Belén" patrocinada por el diácono Nick Donnelly de Inglaterra, ha sido respaldada por los obispos Marian Eleganti, René Henry Gracida, Athanasius Schneider y el arzobispo Carlo Maria Viganò, junto con diez sacerdotes y otros académicos como los doctores Peter Kwasniewski de Estados Unidos, Berthold Wald de Alemania y Caroline Farey del Reino Unido.

En total, 52 personas figuran como "Firmantes iniciales" de la petición, que argumenta que, según la enseñanza moral de la Iglesia, no se cumplen las condiciones para recibir las inyecciones derivadas del aborto, en circunstancias ordinarias.

Estas condiciones incluyen la necesidad de la vacuna contaminada por el aborto para eludir un "peligro grave", y cuando no se dispone de una intervención sanitaria alternativa "éticamente irreprochable Covid-19".

Según el documento de cuatro páginas, la justificación moral de la utilización de estas inyecciones basadas en el gen COVID-19 fracasa cuando no se dan estos factores, que es el caso de muchas personas, incluidos los jóvenes sanos y los que se han recuperado de la enfermedad y, por tanto, gozan de inmunidad natural.

La Declaración también observa que las inyecciones disponibles en el mundo occidental "son realmente tratamientos médicos basados en genes", por lo que "pone en duda" la aplicabilidad de la enseñanza de la Iglesia sobre las vacunas estándar que son "cualitativamente diferentes".

Al tratar específicamente la "terapia génica", una instrucción de la Iglesia católica subraya que, debido a los "riesgos significativos" de estos biológicos, la ciencia debe "establecer de antemano" que el paciente no está "expuesto a riesgos para su salud o su integridad física que sean excesivos o desproporcionados con respecto a la gravedad de la patología para la que se busca una cura."

El documento continúa proponiendo que en ausencia de pruebas previas en animales, comités de seguridad estándar y datos transparentes, "es imposible afirmar que los beneficios de estas inyecciones son proporcionales a los efectos secundarios dañinos, como se requiere moralmente para ser conocido antes de que tales terapias genéticas experimentales puedan ser moralmente aceptables."

Destacando los efectos secundarios dañinos, la misiva continúa citando informes gubernamentales de muertes por vacunas que actualmente son “48 veces más altas en 2021 que en 2020” y están creciendo, lo que en realidad podría ascender a “cientos de miles solo para los EE. UU.”

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