Estos principios de uso también están respaldados por modelos matemáticos sobre la optimización del impacto en la salud pública de un suministro limitado de vacunas. Esta modelización muestra que se puede conseguir una mayor reducción de la mortalidad administrando dosis de refuerzo a poblaciones de alto riesgo que utilizando esas mismas dosis para la inmunización primaria de poblaciones de menor riesgo. A medida que el suministro aumente y la vacunación se extienda a grupos de edad menos prioritarios, es posible que haya que considerar la posibilidad de dar prioridad a la vacunación de refuerzo a las poblaciones de alto riesgo frente a la ampliación de la cobertura de la vacunación primaria a las poblaciones más jóvenes. Actualmente, la OMS no recomienda la vacunación general de niños y adolescentes, ya que la carga de enfermedades graves en estos grupos de edad es baja y todavía no se ha logrado una cobertura elevada en todos los países entre los grupos que presentan un mayor riego de enfermedad grave (16).