Más de 12.000 profesionales de la salud se habían negado a la vacunación a pesar de las presiones del gobierno. Pero debido a la saturación de los centros de tratamiento, el gobierno provincial de Quebec ha cedido.
La resistencia está dando sus frutos: a principios de noviembre, el gobierno de la provincia canadiense de Quebec anunció que ponía fin a la vacunación obligatoria para los profesionales de la salud.
A principios de noviembre, hasta 12.805 empleados del sistema sanitario de la provincia seguían sin vacunarse. El Ministro de Sanidad, Christian Dubé, expreso su asombro de que un número tan elevado negara a ser vacunado. Pero las personas totalmente vacunadas tienen la misma probabilidad de transmitir el virus a otras personas, lo que anula la necesidad de las vacunas y los pases sanitarios.
Por ello, el Gobierno revisó su rumbo, no por voluntad propia, sino por necesidad, ya que no tenía otra opción ante la firmeza de los profesionales sanitarios no vacunados.
Sin embargo, las personas no vacunadas deben someterse a partir de ahora a pruebas periódicas y pierden el derecho a su "bonificación de retención", un importe destinado a los empleados que permanecen en la empresa hasta una fecha determinada. Los empleados recién contratados siguen estando obligados a vacunarse.
De lo contrario, las autoridades sanitarias de Quebec habrían tenido que arriesgarse a tener serias dificultades para prestar la atención médica y de enfermería básica.