Mucha gente cree erróneamente que porque hace todo y su contrario, el gobierno es incompetente.
Pero todo se ha hecho para confundir deliberadamente a los ciudadanos, que se han visto sometidos a numerosos "requerimientos paradójicos", también llamados como la teoría "de la doble constricción" (doble vínculo) incompatibles. Noción teorizada en los años 50 dentro de la escuela de "Palo Alto" por el antropólogo Gregory Bateson, en el origen de trastornos mentales como la esquizofrenia.
Se trata de una situación en la que una persona está sometida a dos limitaciones o presiones contradictorias o incompatibles. Si la persona está o se siente atrapada en la situación, sobre todo si no puede comunicarse al respecto, esto hace que el problema sea insoluble y provoca trastornos y sufrimientos mentales.
Hay innumerables ejemplos de cómo gestionar esta pandemia: confínate, pero vete a trabajar; no te reúnas, pero sé solidario; quédate en casa, pero haz deporte; la mascarilla es inútil, pero sin embargo es obligatoria; para proteger a nuestros hijos, aceptemos maltratarlos; para salvar a nuestros mayores, dejémoslos morir de soledad; para evitar las aglomeraciones, cerremos los pequeños comercios; para preservar nuestra salud, cerremos los gimnasios; para salvar nuestros hospitales, destruyamos nuestra economía.
En realidad, se trata de una técnica de manipulación perfectamente controlada y uno de los grandes resortes insidiosos del totalitarismo, que hace alterar la masa de cerebros cansados de tantas paradojas con el fin para someterlos y dominarlos mejor.
Es preciso señalar que esta estrategia es extremadamente eficaz, ya que la mayoría de la gente pierde todo pensamiento crítico y queda como aturdida, incapaz de la más mínima reacción.
Se trata, pues, de una insidiosa guerra psicológica que se está librando, un pequeño juego muy malsano y altamente perverso.
La aceptación generalizada a las reglas más absurdas sólo puede funcionar gracias al conformismo y al instinto de rebaño de la mayoría de los individuos. Un factor muy poderoso, que para la mayoría obstaculiza cualquier forma de discernimiento y juicio personal y que puede explicar muchas cosas sobre la pasividad de la situación actual.
Por lo tanto, lo que hemos vivido colectivamente en los últimos meses se asemeja a una gigantesca empresa de control social y sometimiento de la población, como el famoso "Experimento Milgram". Por lo tanto, debemos obedecer ciegamente las decisiones más aberrantes, en nombre del respeto a la autoridad superior, ya que es ella quien ostenta la pericia científica, las competencias y los conocimientos, a pesar de los evidentes conflictos de intereses.
Una sumisión que culminó hasta lo absurdo con la necesidad esperpéntica y profundamente humillante de hacerse firmar a sí mismo una derogación de autorización de salida durante las fases de confinamiento. Certificados de desplazamientos derogatorios oficiales, que en realidad no tenían ningún carácter obligatorio, como admitió posteriormente el Consejo de Estado.
Nos hemos convertido así en los guardianes de nuestra propia prisión. ¡Qué idea más retorcida y qué perversión!
Una brillante iniciativa que le debemos a la consultora "McKinsey & Company", especializada en "Nudging", es decir, técnicas de marketing de incentivos basadas en la ingeniería social y la economía del comportamiento, para inducir determinadas acciones en la población ¡manipulándola infra-conscientemente!