Manlio Dinucci
La Fundación Rockefeller ha presentado el "Plan de acción nacional para el control del Covid-19", en el que se esbozan "medidas pragmáticas para reabrir nuestros lugares de trabajo y comunidades".
Pero estas no son, como dice el título, simplemente medidas de salud. El Plan - al que han contribuido algunas de las más prestigiosas universidades (Harvard, Yale, Johns Hopkins y otras) - prefigura un modelo social verdaderamente jerárquico y militarizado. En la cima: el "Consejo de Control de Pandemias, análogo al Consejo de Producción de Guerra que los Estados Unidos crearon en la Segunda Guerra Mundial".
Estaría compuesto por "líderes de los negocios, el gobierno y el mundo académico" (enumerados por orden de importancia, en primera fila no se encontrarían los representantes gubernamentales sino los de las finanzas y la economía). Este Consejo Supremo tendría la facultad de decidir sobre la producción y los servicios, con una autoridad similar a la conferida al Presidente de los Estados Unidos en tiempos de guerra por la Ley de Producción para la Defensa. El Plan establece que 3 millones de ciudadanos estadounidenses deben someterse semanalmente al test Covid-19, y que el número debe aumentarse a 30 millones por semana en seis meses. El objetivo, que se debe alcanzar en un año, es alcanzar la capacidad de someter al test del Covid-19 a 30 millones de personas diariamente.
Para cada test se prevé un "reembolso adecuado a un precio de mercado de 100 dólares". Por lo tanto, se necesitarán "miles de millones de dólares al mes" en dinero público.
La Fundación Rockefeller y sus socios financieros ayudarán a crear una red para la suministro de garantías de crédito y la firma de contratos con los proveedores, es decir, con las principales empresas productoras de medicamentos y equipo médico. Según el Plan, la "Junta de Control de Pandemias" también está autorizada a crear un "Cuerpo de Respuesta a Pandemias": una fuerza especial (no denominada fortuitamente "Cuerpo" como los Marines) con una plantilla de 100 a 300 mil miembros. Se reclutarían entre los voluntarios del Cuerpo de Peace Corps (creados por el gobierno de EE.UU. oficialmente para "ayudar a los países en desarrollo") y entre los militares de de la Guardia Nacional.
Los miembros del "Cuerpo de Respuesta a la Pandemia" recibirían un salario bruto medio de 40.000 dólares al año, para lo cual se prevé un gasto público de 4.000 a 12.000 millones de dólares al año. El "Cuerpo de Respuesta ante Pandemias" tendría la tarea principal de controlar a la población con técnicas de tipo militar, mediante sistemas digitales de rastreo e identificación, en los lugares de trabajo y las zonas de estudio, en las zonas residenciales, en los locales públicos y en los viajes. Sistemas de este tipo -recuerda la Fundación Rockefeller- son hechos por Apple, Google y Facebook.
Según el Plan, la información sobre las personas, relativa a su salud y actividades, permanecería reservada "en la medida de lo posible". Sin embargo, todos ellos estarían centralizados en una plataforma digital cogestionada por el Estado Federal y las empresas privadas.
Sobre la base de los datos proporcionados por la "Junta de Control de Pandemias", se decidiría a su vez qué zonas estarían sujetas a confinamiento y por cuánto tiempo. Este, en resumen, es el plan que la Fundación Rockefeller quiere operar en los Estados Unidos y en otros lugares. Si se llevara a cabo aunque fuera parcialmente, habría una mayor concentración del poder económico y político en manos de élites aún más pequeñas, en detrimento de una mayoría creciente que se vería privada de los derechos democráticos fundamentales.
Operación dirigida en nombre del "control Covid-19", cuya tasa de mortalidad, según datos oficiales, ha sido hasta ahora inferior al 0,03% de la población de los Estados Unidos. En el Plan de la Fundación Rockefeller, el virus se utiliza como un arma real, incluso más peligrosa que el propio Covid-19.