Zbigniew Brzezinski (a la izquierda en la imagen), consejero de seguridad nacional del presidente estadounidense James Carter (a la derecha), concibió la idea de utilizar la Hermandad Musulmana para la realización de operaciones terroristas contra el gobierno comunista de Afganistán, provocando así la intervención de la URSS.
Continuamos la publicación por episodios del libro de Thierry Meyssan, Sous nos yeux, titulado en español De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes. En esta parte, el autor describe como el presidente estadounidense Jimmy Carter y su consejero de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, utilizaron contra los soviéticos las capacidades de la Hermandad Musulmana para el terrorismo.
En 1972-1973, James Craig, alto responsable del ministerio británico de Exteriores –y probablemente del MI6–, y el embajador británico en Egipto, sir Richard Beaumont, inician una intensa campaña para que su país y Estados Unidos se apoyen en la Hermandad Musulmana, no sólo en Egipto, sino en todo el mundo musulmán, en contra de los marxistas y de los nacionalistas. Sir Craig será rápidamente nombrado embajador del Reino Unido en Siria y encontrará en la CIA un interlocutor muy interesado. Mucho más tarde, Craig concebirá la “primavera árabe”.
Sir James Macqueen Craig, especialista en temas del Medio Oriente, convenció al gobierno británico para que utilizara la Hermandad Musulmana en la realización de operaciones secretas fuera de Egipto. También fue él quien concibió el plan de las “primaveras árabes”, siguiendo el modelo de la operación ya realizada en 1915 por Lawrence de Arabia.
En 1977, Jimmy Carter se convierte en presidente de Estados Unidos y nombra a Zbigniew Brzezinski consejero de seguridad nacional. Este último decide utilizar el islamismo contra los soviéticos. Da luz verde a los sauditas para que entreguen más fondos a la Liga Islámica Mundial; organiza cambios de régimen en Pakistán, Irán y Siria; desestabiliza Afganistán y convierte el acceso de Estados Unidos al petróleo del “Medio Oriente ampliado” en objetivo de seguridad nacional. Finalmente, pone medios militares en manos de la Hermandad Musulmana.
En abril de 1979, Bernard Lewis explica claramente esta estrategia en la reunión del Grupo de Bilderberg [1] que la OTAN organiza en Austria. Este islamólogo anglo-israelo-estadounidense asegura en ese encuentro que la Hermandad Musulmana no sólo puede desempeñar un papel importante contra los soviéticos y provocar desórdenes internos en Asia Central sino que es capaz de balcanizar el Medio Oriente en beneficio de Israel.
Contrariamente a una idea generalizada, la Hermandad Musulmana no se limita a seguir el plan Brzezinski. Con una visión de futuro, obtiene además ayuda de Washington y de Riad para crear nuevas ramas de la cofradía en otros países, ramas que posteriormente irán desarrollándose. El rey de Arabia Saudita asigna a la Liga Islámica Mundial un promedio de 5 000 millones de dólares anuales –suma equivalente al presupuesto militar de Corea del Norte. Esto permite a la Liga Islámica Mundial extender sus actividades a 120 países e incluso financiar guerras. La Liga obtiene además el estatus de consultante en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) y el de observador en la UNICEF.
El general pakistaní Muhammad Zia-ul-Haq, primer jefe de Estado miembro de la Hermandad Musulmana fuera de Egipto, permitió a los elementos armados de la cofradía disponer de una base de retaguardia en Pakistán para luchar contra el gobierno comunista afgano
En Pakistán, el general Muhammad Zia-ul-Haq, jefe de estado mayor de las fuerzas armadas y formado en Fort Bragg (Estados Unidos), derroca al presidente Zulfikar Alí Bhutto y lo envía a la horca. Miembro de Jamaat-e-Islami, la versión local de la Hermandad Musulmana, el general Zia-ul-Haq islamiza la sociedad. Poco a poco se instaura la sharia en Pakistán –incluyendo la pena de muerte por blasfemia– y se crea una amplia red de escuelas islámicas. Es la primera vez que la Hermandad Musulmana llega al poder fuera de Egipto.
En Irán, Brzezinski convence al shah para que salga del país y organiza el regreso del imam Rulah Khomeini, quien se define como “islamista chiita”. En su juventud, Khomeini se había reunido –en 1945 – con Hassan al-Banna en El Cairo, para convencerlo de que no debía estimular el conflicto entre sunnitas y chiitas. Posteriormente, Khomeini traduce dos libros de Sayyid Qutb. La Hermandad Musulmana y el revolucionario iraní están de acuerdo en los temas sociales, pero difieren totalmente en las cuestiones políticas. El día mismo de la llegada de Khomeini a Teherán, Brzezinski se da cuenta de que ha cometido un error de apreciación con respecto al ayatola. Desde el aeropuerto, Khomeini se va directamente al cementerio, a rezar sobre las tumbas de los mártires caídos bajo el régimen del shah, y llama el ejército a rebelarse contra el imperialismo. Brzezinski cometerá un segundo error al enviar la Delta Force en ayuda de los espías estadounidenses retenidos en la embajada de Estados Unidos en Teherán. Aunque logra esconder a la opinión occidental el hecho que sus “diplomáticos” eran en realidad espías, Brzezinski deja a los militares estadounidenses en ridículo con el fracaso de la Operación Garra de Águila (Eagle Claw) y da lugar a que aparezca en el Pentágono la idea de que habrá que desplegar otros medios para vencer.
El millonario saudita Osama ben Laden, héroe de Occidente contra los soviéticos.
En Afganistán, Brzezinski organiza la Operación Ciclón. Entre 17 000 y 35 000 miembros de la Hermandad Musulmana, provenientes de unos 40 países, llegan allí para luchar contra los soviéticos, que habían intervenido en defensa de la República Democrática de Afganistán contra el terrorismo de la cofradía [2] –de hecho, nunca existió la “invasión soviética” que la propaganda estadounidense denunciaba. Los hombres de la Hermandad Musulmana llegan a Afganistán como refuerzo en ayuda de una coalición de elementos armados conservadores y de miembros de la rama local de la cofradía, como el pashtún Gulbuddin Hekmatyar y el tayiko Ahmed Chah Massud. Su armamento viene principalmente de Israel [3] –que oficialmente sigue siendo su enemigo jurado… aunque en realidad es socio de la cofradía. Todo ese conjunto de fuerzas es dirigido, desde Pakistán, por el general Muhammad Zia-ul-Haq y financiado por Estados Unidos y Arabia Saudita. Es la primera vez que los anglosajones utilizan la cofradía para librar una guerra. Entre los combatientes presentes en Afganistán están los futuros responsables de las guerras del Cáucaso, desde la Jemaah Islamiyah indonesia hasta el grupo filipino Abu Sayyaf, pasando por supuesto por al-Qaeda y lo que habrá de convertirse en Daesh. En Estados Unidos, la operación antisoviética cuenta con el respaldo del Partido Republicano y de un grupúsculo de extrema izquierda, los trotskistas de Social Democrats USA.
La estrategia Carter-Brzezinski representa un cambio de escala [4]. Arabia Saudita, que hasta entonces había sido el proveedor de financiamiento de los grupos islamistas, se encarga en lo adelante de manejar los fondos de la guerra contra los soviéticos. El príncipe Turki –hijo del entonces rey Faisal y director general de la inteligencia saudita– se convierte en una personalidad omnipresente en todas las cumbres occidentales sobre temas de inteligencia.
El palestino Abdallah Azzam y el saudita Osama ben Laden fueron formados en Riad por Mohamed Qutb, el hermano de Sayyid Qutb. Azzam y ben Laden dirigieron sucesivamente a los combatientes de la Hermandad Musulmana en Afganistán.
Ante la existencia de constantes problemas entre árabes y afganos, el príncipe Turki envía primero al palestino Abdallah Azzam, el “imam de la yihad”, para que ponga orden entre los miembros de la Hermandad Musulmana y se encargue de la oficina local de la Liga Islámica Mundial. Más tarde envía al multimillonario saudita Osama ben Laden. Tanto Azzam como ben Laden habían sido formados en Arabia Saudita por el hermano de Sayyid Qutb.
También bajo el mandato de James Carter, la Hermandad Musulmana emprende una larga campaña terrorista en Siria, que incluye el asesinato de los cadetes no sunnitas en la Academia Militar de Alepo, crimen perpetrado por la “Vanguardia Combatiente”. Estos elementos disponen de campos de entrenamiento en Jordania, donde los británicos les imparten formación militar.
Durante esos años de plomo, la CIA logra montar una alianza entre la Hermandad Musulmana y el grupúsculo ex comunista de Riyad al-Turk. Durante la guerra civil libanesa, Riyad al-Turk y sus amigos George Sabra y Michel Kilo habían roto relaciones con Moscú para unirse al bando de los occidentales. Se afilian entonces al grupo trotskista estadounidense Social Democrats USA. Entre los tres redactan un manifiesto donde afirman que la Hermandad Musulmana es el nuevo proletariado y que sólo una intervención militar de Estados Unidos puede salvar a Siria. Finalmente, la Hermandad Musulmana inicia en Siria un intento de golpe de Estado, en 1982, con apoyo de Arabia Saudita y del partido Baas de Irak –que ya colaboraba con Washington en contra de Irán. Los enfrentamientos armados que se producen en Hama dejan 2 000 muertos –según el Pentágono, mientras que la cofradía y la CIA hablan de 40 000. Posteriormente, cientos de prisioneros serán asesinados en Palmira por Rifaat al-Assad –el hermano del presidente Hafez. El propio Rifaat al-Assad es destituido y obligado a exilarse en París, después de intentar él también un golpe de Estado contra su hermano. Los trotskistas sirios van a dar con sus huesos en la cárcel y la mayoría de los miembros de la Hermandad Musulmana huyen a Alemania –donde ya reside el antiguo Guía sirio de la cofradía Issam al-Attar– o a Francia –como en el caso de Abu Moussab “El Sirio”–, países donde el canciller Helmut Kohl y el presidente Francois Mitterrand les conceden asilo político. Dos años después, en el momento de repartirse 10 millones de dólares asignados por la Liga Islámica Mundial, estalla un escándalo en el seno de la oposición siria –ya en el exilio– cuando se comprueba la desaparición de 3 millones.
4- Hacia la constitución de una Internacional yihadista
Durante los años 1980, Washington ordena a la Liga Islámica Mundial iniciar una transformación de la sociedad argelina. Durante un decenio, Riad construye gratuitamente mezquitas en poblaciones y aldeas. En cada caso, la edificación de la mezquita incluye un dispensario y una escuela. Las autoridades argelinas aceptan con regocijo esa ayuda, sobre todo porque ellas mismas ya no logran garantizar el acceso de todos a la salud y la enseñanza. Poco a poco, las clases trabajadoras argelinas van distanciándose de un Estado que ya no les aporta mucho y prefieren acercarse a las generosas mezquitas.
El presidente estadounidense George Bush padre, ex director de la CIA, estableció un vínculo de amistad con el embajador de Arabia Saudita en Washington, el príncipe Bandar ben Sultan ben Abdelaziz Al-Saud, quien acabaría convirtiéndose en jefe de los servicios de inteligencia sauditas. Eran tan cercanos que Bush padre llega a considerarlo como su hijo adoptivo, lo cual da lugar a que el príncipe reciba el sobrenombre de “Bandar Bush”.
Cuando el príncipe Fahd se convierte en rey de Arabia Saudita, en 1982, nombra al príncipe Bandar –hijo del ministro de Defensa– embajador en Washington, puesto que ocupará durante todo el reinado de Fahd. Bandar desempeña en Washington un doble papel: se ocupa de las relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos, pero también sirve de enlace entre el príncipe Turki, director de la inteligencia saudita, y la CIA. Bandar llega a establecer estrechos lazos de amistad con el entonces vicepresidente de Estados Unidos y ex director de la CIA, George H. W. Bush, quien lo considera como su “hijo adoptivo”; con el entonces secretario de Defensa Dick Cheney y con el futuro director de la CIA, George Tenet. El príncipe saudita se inserta en la vida social de las élites estadounidenses y llega incluso a integrarse tanto a la secta cristiana de los jefes de estado mayor del Pentágono –The Family– como al ultraconservador Bohemian Club de San Francisco.
Bandar dirige a los yihadistas desde la Liga Islámica Mundial. Negocia con Londres la adquisición de armamento para Arabia Saudita en la British Aerospace, a cambio de petróleo. Los contratos, designados en árabe como Al-Yamamah, costarán a Riad entre 40 000 y 83 000 millones de libras esterlinas, pero los británicos devolverán al príncipe Bandar una parte importante de esa suma.
En 1983, el presidente Ronald Reagan confía a Carl Gershman, el ex líder de Social Democrats USA, la dirección de la recién creada National Endowment for Democracy (NED), una agencia dependiente del acuerdo de los “Cinco Ojos”, pero disfrazada de ONG [5]. La NED es la fachada legal de los servicios secretos de Australia, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda. Gershman, quien ya había trabajado con sus camaradas trotskistas y sus amigos miembros de la Hermandad Musulmana en Líbano, Siria y Afganistán, crea una amplia red de asociaciones y fundaciones que la CIA y el MI6 utilizan para apoyar a la cofradía donde les resulta posible. Este personaje defiende la “doctrina Kirkpatrick”: cualquier alianza es válida si es de utilidad para los intereses de Estados Unidos.
En ese contexto, la CIA y el MI6, que en el momento más álgido de la guerra fría habían creado la Liga Anticomunista Mundial (WACL, por sus siglas en inglés), utilizan esta última organización para encaminar hacia Afganistán los fondos necesarios para financiar la yihad. Osama ben Laden se suma a esa organización, que cuenta entre sus miembros varios jefes de Estado [6].
En 1985, el Reino Unido, fiel a su tradición de experiencia académica, crea el Oxford Centre for Islamic Studies, encargado de estudiar las sociedades musulmanas y cómo puede la Hermandad Musulmana influir en ellas.
Hassan el-Turabi y Omar el-Bechir imponen la Hermandad Musulmana en Sudán. En el contexto particularmente sectario y atrasado de ese país, estos dos personajes entran en contradicción con la cofradía y más tarde tratan de destruirse uno al otro.
En 1989, la cofradía logra un segundo golpe de Estado exitoso, esta vez en Sudán, poniendo en el poder al coronel Omar el-Bechir, quien no tarda en poner al Guía local de la Hermandad Musulmana, Hassan el-Turabi, en la presidencia de la Asamblea Nacional. Durante una conferencia en Londres, el-Turabi anuncia que su país va a convertirse en base de retaguardia de todos los grupos islamistas del mundo.
También en 1989, aparece en Argelia el Frente Islámico de Salvación (FIS), creado en torno a Abassi Madani, mientras que el partido en el poder enfrenta una sucesión de escándalos. El FIS cuenta con el apoyo de las mezquitas que los sauditas habían “regalado” a Argelia y, por ende, de los argelinos que asisten a ellas desde hace más de un decenio. El FIS gana entonces las elecciones locales, no porque los electores estén de acuerdo con su ideología sino favorecido por el rechazo a los dirigentes que ostentan el poder. Ante el fracaso de los políticos y la imposibilidad ontológica de negociar con los islamistas, el ejército argelino toma el poder y anula las elecciones. Argelia se sume en una larga y sangrienta guerra civil, de la que no se sabrá mucho fuera del país. El movimiento armado deja más de 150 000 víctimas. Los islamistas no vacilan en aplicar tanto castigos individuales como colectivos, por ejemplo masacrando a los habitantes de Ben Talha –por haber votado a pesar de la fatwa que prohibía hacerlo– y arrasando esa aldea. Es evidente que Argelia sirve entonces de laboratorio para operaciones futuras. Corre el rumor de que es el ejército –no los islamistas– quien comete masacres contra los aldeanos. En realidad, altos responsables de los servicios secretos, entrenados en Estados Unidos, se unen a los islamistas y siembran la confusión.
En 1991, Osama ben Laden, quien al final de la guerra en Afganistán ha vuelto a Arabia Saudita con una aureola de héroe de la lucha contra el comunismo, se enemista oficialmente con el rey, mientras que los “sururistas” se sublevan contra la monarquía. Esta insurrección, conocida como el “Despertar Islámico”, dura 4 años y termina con el encarcelamiento de sus principales líderes. Pero muestra a la monarquía saudita –que creía gozar de una autoridad incuestionable– que, con su mezcolanza de religión y política, la Hermandad Musulmana ha creado las condiciones para la revuelta a través de las mezquitas.
En ese contexto, Osama ben Laden dice haber propuesto la ayuda de varios miles de veteranos de Afganistán para luchar contra los iraquíes, pero que –¡oh, sorpresa!– el rey prefirió el millón de soldados de Estados Unidos y sus aliados. Es supuestamente por eso que Ben Laden se exila en Sudán, cuando realidad parte hacia ese país con la misión de recuperar el control de los miles de islamistas que han escapado a la autoridad de la Hermandad Musulmana y se han sublevado contra la monarquía. Junto a Hassan el-Turabi, Osama ben Laden organiza conferencias populares panárabes y panislámicas, invitando a ellas a los representantes de los movimientos islamistas y nacionalistas de unos 50 países. El objetivo es hacer, al nivel de los partidos, lo mismo que Arabia Saudita ya había hecho con la Organización de la Conferencia Islámica [7], que reagrupa a los Estados. Los participantes ignoran que son los sauditas quienes pagan estas conferencias y que en los hoteles donde se reúnen están vigilados por la CIA. Todos, desde Yaser Arafat hasta el Hezbollah libanés, participan en esos encuentros.
En Estados Unidos, el FBI logra la condena del BCCI, un gigantesco banco musulmán que con el tiempo se había convertido en el canal preferido de la CIA para realizar sus operaciones secretas, principalmente para financiar la guerra en Afganistán, pero también para posibilitar el narcotráfico en Latinoamérica [8]. Cuando se pronuncia la quiebra del BCCI, los clientes pequeños pierden su dinero, nadie los reembolsa, pero Osama ben Laden sí logra recuperar 1 400 millones de dólares para proseguir el trabajo de la Hermandad Musulmana al servicio de Washington. La CIA traslada entonces sus operaciones al Faysal Islamic Bank y su filial Al-Baraka.
(Continuará)
[1] «Lo que usted no sabe sobre el Grupo de Bilderberg», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda (Rusia), Red Voltaire, 15 de abril de 2011.
[2] «Brzezinski: “Sí, la CIA entró en Afganistán antes que los rusos…”», por Zbigniew Brzeziński, Le Nouvel Observateur(Francia), Red Voltaire, 15 de enero de 1998.
[3] Charlie Wilson’s War: The Extraordinary Story of How the Wildest Man in Congress and a Rogue CIA Agent Changed the History of Our Times, George Crile, Grove Press (2003).
[4] Les dollars de la terreur, Les États-Unis et les islamistes [En español, “Los dólares del terror. Estados Unidos y los islamistas”], Richard Labévière, Éditions Bernard Grasset (1999).
[5] «La NED, vitrina legal de la CIA», por Thierry Meyssan, Оdnako(Rusia), Red Voltaire, 11 de octubre de 2010.
[6] Inside the League: The Shocking Expose of How Terrorists, Nazis, and Latin American Death Squads Have Infiltrated the World Anti-Communist League, Scott y Jon Lee Anderson, Dodd Mead & Company, 1986. «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de enero de 2005.
[7] Actualmente llamada Organización para la Cooperación Islámica. Nota del Traductor.
[8] The BCCI Affair, John Kerry y Hank Brown, US Senate (1992); Crimes of a President: New Revelations on the Conspiracy and Cover Up in the Bush and Reagan Administration, Joel Bainerman, SP Books (1992); From BCCI to ISI: The Saga of Entrapment Continues, Abid Ullah Jan, Pragmatic Publishing (2006).