Diego Pappalardo
En estas horas, mucho se está hablando de la situación conflictiva interna de Venezuela y de su tipo de inserción en el mundo. Abundantes y disímiles informativos, comentarios, análisis y predicciones se ponen en funcionamiento para explicar el inextricable escenario venezolano y su devenir. Cada uno tiene algo por decir, un prisma por donde observar y un repertorio de soluciones pasibles. Y como no podía ser de otro modo, también se hacen presentes la impresionabilidad, la maquinaria proselitista y la iracundia que calan hondo en el abordaje del asunto.
Debido a lo cual, nosotros hablaremos, somera y modestamente, lo que valoramos del por qué se designa al neocon Elliot Abrams como Enviado Especial y del por qué no habrá invasión militar de los EE.UU. De la cuestión intestina no nos referiremos porque para ello están el pueblo venezolano en su conjunto y el relato de expertos probos.
Ahora bien, Elliott Abrams, nacido en Nueva York en 1948, es de origen judío, obtuvo títulos profesionales en Harvard y London School of Economics; se casó con la hijastra de Norman Podhoretz -antiiraní convencido y uno de los pilares del Neoconservadurismo- quien, por cierto, en 2016, era reticente a Trump para mutar luego en un seguidor suyo.1
Abrams es miembro del Consejo del Atlántico, Fundación Nacional para la Democracia, Museo Memorial del Holocausto de EE.UU y labró conexiones importantes y permanentes con el Consejo de Relaciones Exteriores, el Comité Judío Americano y otras organizaciones de redes extensas de poder e influencia que le autorizaron ser un instrumento proactivo del sionismo y de algunas facciones del complejo Militar-Industrial.
Como figura prominente en las administraciones de Ronald Reagan y George Bush hijo reporta un pasado criticable por su aportación en los asuntos de El Salvador, Guatemala, Irán-Contra (por este caso fue condenado e indultado por Bush padre), Irak (se le acusa por un genocidio contra cristianos iraquíes)2 y el golpe contra Hugo Chávez en 2002, Abrams es intrusivo y cerebralmente unipolar, un “criminal convicto, al decir de Ron Paul.3
Elliott Abrams, nacido en Nueva York en 1948, es de origen judío, obtuvo títulos profesionales en Harvard y London School of Economics
Siendo opositor voluntarioso de la candidatura de Trump y, al ver que los precandidatos republicanos del neoconservadurismo fueron derrotados, en mayo de 2016 supo decir en el nido neocon The Weekly Standard: “El Partido ha nominado a alguien que no puede ganar y no debe ser presidente de los Estados Unidos. Anticipamos una derrota aplastante”.4
Como es de conocimiento público, no solo Trump ganó la Casa Blanca sino que también Abrams regresó al Departamento del Estado en la presidencia del hombre que él desaconsejó seguir. A poco de iniciarse la Administración, Jared Kushner, amigo personal de Netanyahu y miembro de la Organización Jabad Lubavitch, intentaron fallidamente que Trump aprobase la nominación de Abrams como Subsecretario de Tillerson, pero el líder de MAGA lo terminó reprobando, por lo que el experimentado neocon propagó su mensaje elogiando al primer mandatario, señalando tener diferencias con sus compañeros belicistas antitrumpianos y que Trump podía mantener una continuidad en la política exterior expansionista de los EE.UU. y, por ende, se le debía apoyar.
En otras palabras, aceptando la realidad de Trump como jefe de gobierno, buscar ahogarle en el pantano neoconservador, de tal forma que el Estado Profundo prosiga direccionando Washington pero sin descuidar a Israel.
La existencia del Estado de Israel y su concreción geopolítica es lo que le preocupa primeramente al Enviado Especial, puesto que él es un partidario firme y leal de la entidad de Medio Oriente, hasta tal punto de llegar a expresar, sin ningún eufemismo, que los judíos de todo el mundo deben mantener una fidelidad a Israel, colaborando sinérgicamente con su unidad y grandeza.
En su libro Faith Or Fear: How Jews Can Survive in a Christian America, impreso en 1997, asentó “Fuera de la tierra de Israel, no puede haber duda de que los judíos, fieles al pacto entre Dios y Abraham, deben estar separados de la nación en la que viven. La naturaleza misma de ser judío es estar separado, excepto en Israel, del resto de la población”5 en atención a lo cual, confesará en otro libro suyo, se pensó como “un firme defensor de las relaciones más cercanas posibles entre los Estados Unidos e Israel”, estrechando “fuertes vínculos personales con la mayoría de las principales organizaciones judías de los Estados Unidos”.6
Consiguientemente, se adhirió a la premisa de que el antisemitismo de nuestro tiempo es el antisionismo, cometiendo algunos errores y reparar en la evidencia fulminante de que hay judíos- religiosos y no- que son discordantes del Israel materialista y político, los cuales pasarían a ser, según el filtro de Abrams, antisemitas. Un contrasentido nuclear, aunque entendible de que sean vertidos por un neoconservador reduccionista cognitivo y un supremacista completo.
El encuadre pro-Israel del controvertido Abrams le vinculó a Kushner, quien, por otra parte, le está ganando la interna a los bannonistas y, como se dijo, es uno de los facilitadores del acercamiento al Salón Oval y de su nombramiento para ocuparse de Venezuela.
¿Por qué el poder sionista se interesa por Venezuela?
Al liderazgo sionista le inquieta enteramente ver que su sistema está siendo confrontado por actores diversos que limitan sus capacidades expansionistas y le amenazan su supervivencia, algo que no ocurría en los años que regía el unipolarismo. La República Islámica de Irán es excepcionalmente uno de los escollos que el diseño del Estado de Israel ha rotulado como enemigo mortal porque se erigió en un centro de gestión de poder con una proyección de influencia que rebasa los límites geográficos asiáticos, constituyéndose, como se dijo, en un hegemón creciente al que grupos y gobiernos, como el bolivariano, se relacionan con simpatía.
Realmente, la administración de Maduro, que tiene escaso o nulo contacto diplomático con Israel, es uno de los actores que vehicula continentalmente la imagen de un Irán respetuoso de la autodeterminación de los pueblos y proponente responsable de un nuevo tipo de ordenamiento internacional que revoque la preeminencia de Israel y del complejo Militar-Industrial.
Así, no fue casual ni pasó desapercibida para el Sionismo, la visita del Ministro de Defensa de Irán para presenciar la asunción de Maduro y reiterar la amistad, la cooperación multidimensional y el compromiso protectivo entre Teherán y el bolivarianismo porque, si bien el país islámico no está en el mismo escalón del poderío integral norteamericano, es un hegemón que le reportaría utilidades a Maduro. Pero, y esto es lo más importante, si Irán y su aliado Hezbollah extienden su predicamento en la América no anglosajona, se verá una modificación y una transformación de ese entorno con consecuencias como el decrecimiento de la influencia del poder sionista y de una fracción de sus pares estadounidense-británicos, por lo tanto, hermanados, deben ejecutar un reajuste en el diseño ya que, de no ser así, su área de control será suprimida y absorbida.
Por otro lado, el hecho de que una parte de la élite dirigente estadounidense –la otra parte numerosa y poderosa es postindustrial- apetezca los recursos naturales de Venezuela para explotarlos parcialmente y que, a su vez, facciones de esa misma élite sean antirrusas y antichinas no pueden atenuar ni eludir el injerencismo israelí, ya que Pompeo, Bolton y Abrams son prosionistas y deben sus cargos actuales principalmente a la arquitectura del Estado de Israel.
Para nuestro parecer, en esta reformulación y, siempre hablando en el tiempo inmediato, no habrá ninguna invasión militar estadounidense debido a que no está en el horizonte próximo de Trump –quien es personalmente aislacionista- crear otra guerra externa, directa y cuasi aniquiladora, menos aún confrontar con Putin,8 y , contrariamente a la creencia popular latinoamericana y europea, no hay acuerdo en USA para esa aventura por el disenso entre los grupos de poder9, el rechazo de una parte del generalato y la desaprobación mayoritaria de la población.
Lo que no quiere decir que el centro imperial norteamericano vaya a flexibilizar la injerencia mediante la presión y la hostilidad contra el gobierno de Maduro. Al contrario. Las aumentará, vertical y horizontalmente, con un conjunto de métodos para conseguir el cambio de régimen, experimentando también lo que creen que podrían aplicar contra Irán en el marco de la estrategia de contención israelí que contra el Estado de Irán se desarrolla en todo el escenario mundial.10
Diego Pappalardo
Notas:
1-https://www.tabletmag.com/jewish-arts-and-culture/278820/norman-podhoretz-making-it-89
2-https://twitter.com/zinarosek/status/1089044784034004998
3-http://www.ronpaulinstitute.org/archives/featured-articles/2019/january/28/trump-s-venezuela-fiasco/
4-https://www.weeklystandard.com/elliott-abrams/when-you-cant-stand-your-candidate
5- Free Press, Nueva York.
6- Tested by Zion: The Bush Administration and the Israeli-Palestinian Conflict, Cambridge University Press, Nueva York, 2013.
7-https://www.newsweek.com/elliott-abrams-anti-zionism-anti-semitism-our-time-518407
8 –https://www.geopolitica.ru/es/article/cumbre-trump-putin
9-https://www.globalizacion.ca/repliegue-internacional-de-trump-en-su-pugna-por-el-control-de-ee-uu/
10-https://www.geopolitica.ru/es/agenda/iran-israel-y-el-equilibrio-regional
Fuente:globalizacion